martes, abril 12, 2011

¡ME HAGO HAMBURGUESAS CON TU VACA SAGRADA! (Una entrevista con Henry Rollins)

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(Entrevista realizada por LUIS BOULLOSA y publicada originalmente en la revista Ruta 66 en abril de 2008)

Aquejado como tantos compatriotas suyos de una hiperactividad rayana en lo compulsivo, Rollins no ha dejado jamás de ser un personaje controvertido. Activista político incansable desde que saltó a las tablas en el 81 para ser la cara más visible de los legendarios Black Flag; devoto progresivo de un culto al cuerpo y una intensidad en la puesta en escena que le han granjeado por igual admiradores y escépticos; guía de una carrera en solitario cuando menos interesante que ha terminado asociándole con los muy recomendables Mother Superior; finalmente, figura pública, moderno predicador contra lo establecido que dirige interesantes espacios radiofónicos (Harmony in My Head) y televisivos (The Henry Rollins Show, con conciertos en vivo seleccionados con bastante buen criterio), pero que no ha podido evitar caer no pocas veces en la garras de aquello que critica, con una discutible carrera cinematográfica, por ejemplo, edificada por lo general dentro de la comercialidad más intrascendente (Johnny Mnemonic, Jackass, etc). Es la suya, en todo caso, una visión de primera mano sobre las contradicciones de la disidencia creativa en occidente.

KAPUT- En los últimos tiempos has trabajado mucho en la defensa de los derechos de los homosexuales pese a que tú no lo eres.

HENRY ROLLINS- No puedes estarte callado con cosas como esta, sencillamente no puedes. Si alguien quiere vivir su vida con otro hombre o acostarse con él, a ti qué te importa, en qué te afecta. ¡Preocúpate tú por encontrar una mujer y ya está! ¡Vete a tu puta casa y ponte a trabajar, tío! Si alguien está lo suficientemente mal de la cabeza para casarse, pues que se case con quien le dé la gana. Como tengo ese punto bocazas y me niego a callarme cuando empiezan las discusiones, supongo que me he convertido en una especie de icono para la gente gay. Mira, yo crecí en D.C. en una época en que la tensión racial entre blancos y negros era muy evidente y violenta. A mí me pegaron muchas veces cuando era un adolescente sólo por ser blanco. Estoy absolutamente en contra del racismo y por las mismas razones exactamente estoy en contra de la homofobia. Es lo mismo. Recuerdo que en aquella época muchas veces echaban a gente de su trabajo sólo por ser ‘’queer’’, el nombre que se daba entonces a los homosexuales. Yo era tremendamente naif e inocente, y un día me encontré con un amigo que era homosexual. Lo acababan de echar del curro y yo no entendía por qué, ya que no había hecho nada, no había robado dinero, nada, y él me miró a los ojos y me dijo ‘’Henry, despierta’’. Yo no soy ningún ejemplo de virtudes, pero no creo que se pueda tomar represalias sobre nadie por cosas que ni tu puede evitar ni ellos pueden evitar. Me gusta ser muy intenso y claro sobre estas cosas. Si ellos son beligerantes tu les respondes inmediatamente, del mismo modo. Es magnífico ver la expresión en su cara cuando se dan cuenta de que no te vas a acojonar y son ellos los que reculan, porque no están acostumbrados a eso, sabes. ¡Vuestras vacas sagradas solo son vacas y a mí me sirven para hacer hamburguesas! ¡Evolucionad o apartaos del puto camino! La gente tiene que civilizarse un poco y dejar de vivir en la mentira. Se trata sólo de sentido común.

K- También has visitado varias veces a las tropas estadounidenses que están en Irak y Afganistán, colaborando con United Service Organizations (organización privada sin ánimo de lucro que da apoyo moral y recreativo a los soldados estadounidenses en todo el mundo) pese a que estás en contra de la política militar de Bush…

H.R.- Me siento cerca de la forma de funcionar de un soldado, porque ellos no empiezan las guerras, simplemente obedecen órdenes. No son gente que busque o cree problemas. Otros los crean. He estado varias veces con las tropas, en tiempos libres que tengo entre mi trabajo y las giras. Les digo que tengo estas semanas aquí y aquí. Y ellos me llaman. He estado en los hospitales, he hablado con los heridos. Es deprimente, sí, pero te da muchísima información valiosa desde el punto de vista humano. Simplemente estoy allí, no hago ‘’shows’’, técnicamente hablando, ni voy a darles charlas sobre política, ni nada de eso. Son gente, hay que entenderlo, cuyo trabajo es conseguir que no les maten durante doce horas. Luego vuelven, comen, duermen, y otras doce horas de intentar que nadie te mate. Si alguien tiene que venir a hablar de política que sea el vicepresidente; de eso y de cosas como Black Water, ya sabes, los mercaderes de la muerte…



K- Es difícil para cualquiera que piense un poco, tomar partido en el conflicto global donde por un lado está la fuerza bruta de EE.UU. y por otra la ceguera religiosa del fundamentalismo musulmán…

H.R.- Eso es cierto, y sabemos que hay países donde impera la Sharia, que es una ley injusta y opresora. El problema es que está claro que la misión nunca tuvo que nada que ver con liberar a los iraquíes. Va sobre ‘’cállate y haz lo que yo te diga’’. Sobre someter a ese país a sus dictados. Sobre eso va la misión, y no se le da la menor importancia a la vida humana de las personas de ese país, no están preocupados por esas vidas. Solo sobre el petróleo. Si quisieras ser el gran liberador que los salve de la opresión, el régimen actual en Irak sería muy distinto. La posición de los Estados Unidos es voluntariamente engañosa y falsa. Si te has autodesignado a ti mismo como el gran pateaculos que vas a salvar a los países de sus opresiones y problemas, además, tendrías que ponerte ya a ayudar a Corea del Norte, ¿no? O a la mayor parte de África, donde los medicamentos retrovirales son absolutamente necesarios. Hay decenas de países con graves problemas donde Estados Unidos no hace absolutamente nada.

K- ¿Qué opinas de la situación actual del punk, que fue el género donde comenzaste y actualmente se ha convertido, en gran parte, en un cliché?

H.R.- Cualquier forma de expresión que aguanta el tiempo suficiente en funcionamiento termina por caer de algún modo en la fórmula, como ha sucedido con el rock&roll más clásico o con el blues. En todo caso, considero que el punk rock fue algo enorme cuando sucedió, con un impacto brutal sobre aquellos que lo vivimos. Nunca, creo, en los treinta años que han pasado desde entonces, he vuelto a experimentar esa pureza y esa belleza en la expresión. Además, muchas veces la fiesta vale por sí misma. Ya hay demasiada gente tomándoselo todo en serio, con mucha charla, así que a veces hay que llegar y simplemente hacerlo. Es cierto, sin embargo, que el punk rock ha desarrollado un aspecto ritual que lo ha ido convirtiendo, en gran parte, en un cliché y en una mascarada. Sin embargo, estoy en desacuerdo con los que piensan que ya no sale nada original, que todo es réplica. Este año, desde mi punto de vista, ha sido un gran año, creativamente. Por supuesto hay gente que aguanta el paso del tiempo de manera asombrosa. B.B. King, Iggy Pop… ese tipo de música sigue siendo motivadora después de tantos años. Yo no toco nada, ni siquiera el piano, así que de algún modo mi verdadero medio de expresión son las palabras. No creo que haya que relegarlo todo al simple sonido, a la canción.

K- ¿De qué hablarás en tus shows españoles?

H.R.- Hablaré principalmente sobre lo que sucedió en el mundo el año pasado y lo que me sucedió a mí. Fue un año en el que viajé por muchos países que pasan por momentos complicados, como Israel, el Líbano, Siria… estaba en Pakistán cuando Buttho fue asesinada. Fueron todas experiencias de esas que te hacen abrir los ojos. Puedes estar seguro de que nunca me quedo sin cosas sobre las que hablar.



K- Recuerdo una entrevista en la que dijiste que cuando leíste a Kerouac por primera vez te pareció un blando porque las experiencias por las que tu estabas pasando, en la carretera con Black Flag eran mucho más duras…

H.R.- Simplemente, Kerouac nunca fue mi rollo. Nunca me capturó del todo. Toda esa gente, Corso, Ferlinghetti, no son lo mío. Me gusta Ginsberg, él sí. En todo caso, no niego su importancia histórica.Hace poco entrevisté a Jello Biafra y me pareció que, con toda su crítica a los telepredicadores, el había acabado convirtiéndose en uno de ellos.

K- ¿Cómo se consigue no acabar así cuando te dedicas a algo tan cercano a la prédica?

H.R.- Creo que, en efecto, es difícil y que es necesaria una mirada retrospectiva que te permita evaluarte a ti mismo si quieres mantenerte fresco cuando haces lo que yo hago. Biafra, al que yo aprecio y que me gusta, puede que nunca haya tenido exactamente un rollo introspectivo. Estaba contra Reagan. Y luego contra Bush igual que contra Reagan. Y por supuesto contra todos los radicales cristianos, de manera frontal. Eso es lo suyo. Pero sí, es muy importante la autocrítica para no perder el impulso y al tiempo poder redireccionarte a ti mismo y mantenerte centrado.

K- Tú has acabado siendo famoso haciendo cosas que normalmente te garantizan el ostracismo…

H.R.- El bajista de Black Flag, Chuck Dukowski, era un tío muy interesante, tanto él como Dez (Cadena, guitarrista) lo eran, tenían ideas filosóficas sobre lo que estaban haciendo en aquel momento. Él decía siempre: ‘’La revolución sí será televisada’’. Bueno, cuando yo empecé con lo mío en solitario, me llamó y me dijo, ‘’Henry, tío, te vas a convertir en algo muy grande’’, y yo le contesté, ‘’¿de qué me hablas?’’, y él me dijo ‘’que sí, que vas a ser muy grande’’. El consideraba que se trataba de encontrar un lugar en el mundo. No sé si he llegado a tenerlo o no, pero entiendo lo que quería decir. Supongo que hay un momento en el que la situación mental de la masa está preparada y demandando algo en concreto que tu ofreces. En todo caso, sea como sea, fue mérito mío. Seguí haciendo lo que hacía y aquello en lo que creía. Y ese es mi triunfo. Sacar el trabajo adelante. Va sobre eso. Mira, hace veinte horas llegué en avión desde Australia y desde entonces estoy aquí, sentado en mi oficina, haciendo entrevistas con medios. Eso es lo que yo hago, sacar el trabajo adelante.

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