miércoles, abril 20, 2011

GUERRAS CON AMPLIFICADORES (Una entrevista con BRANDAUER)

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Es fácil caer deslumbrado por la supernova emocional de aquella banda enorme que fueron Hüsker Dü. A muchos nos pasó y nos sigue pasando años después. Mucho más difícil es asumir parte de sus postulados para el grupo propio y no quedarse en simple y rídículo calco. Trabajar con referentes de ese porte es lo que tiene. Y sin embargo Brandauer lo han conseguido sobradamente; pasando sobre los fantasmas de Mould y Hart sin negar la influencia (no se puede) pero aportando perspectivas propias, un trabajo instrumental solidísimo, convincentes y trabajadas letras en castellano y dosis abundantes de intuición melódica y preclara visión pop (pop de alta intensidad sónico/emocional habría que matizar). Para comprobarlo basta con escuchar su disco de debut "Antiguas ilusiones/Nuevas decepciones", completísimo, compacto receptáculo de varios temazos de esos que son para repetir y repetir a volumen generoso en las tardes de duda y reflexión (un día de estos lo comentaremos con más tiempo). Gabriel, guitarra, voz y compositor principal nos explica su visión con la claridad de exposición del corredor de fondo y la ilusión más o menos intacta. Disfrútenlo.//Luis Boullosa

KAPUT- No escondeis vuestras influencias y se ve claramente que los Hüsker Dü (yo diría que sobre todo de “Flip Your Wig” en adelante y que más Mould que Hart) han sido importantes para vosotros. ¿Cuánto? ¿Se trata de una influencia sólo musical o también afecta en otros aspectos?

Gabriel- Para qué engañarnos: en las estanterías donde tengo los discos, los de Hüsker Dü, de Sugar, de Nova Mob, de Grant Hart y de Bob Mould en solitario ocupan un lugar destacado. Los tengo todos, además de grabaciones piratas de conciertos y material inédito. No hay día que no escuche algo de ellos. Después de ver tocar en directo a Bob Mould y a Grant Hart, estoy planeando un viaje a EEUU, para comer en el restaurante de Greg Norton (el bajista) y así poder morirme tranquilo. Creo que lo que me pasa con ellos es amor verdadero. Entiendo perfectamente a una fan quinceañera de Justin Bieber. Hüsker Dü (y todas sus extensiones entre las que no hago distinción) son el grupo con el que más he conectado en mi vida y que más me la ha cambiado, no solo en lo musical. Mi gusto por ellos va más allá de la música. Son un estado de ánimo. No quiero elegir entre Grant Hart o Bob Mould, pero sí es cierto que el segundo me ha marcado muchísimo: admiro su manera de componer, sus letras, su forma de tocar la guitarra, así como el sonido de todo lo que produce.

K- ¿No os da miedo que ese parecido (incluso lo reconocéis en un cartel, supongo que con bastante humor) haga que os etiqueten en exceso?

G- Las etiquetas no se pueden controlar. Todos las ponemos en el día a día, no solo cuando hablamos de música, también en nuestras relaciones. Son nuestra manera de tenerlo todo controlado, a mano, clasificado. Cuando una etiqueta es buena, aunque solo sea una palabra, es mucho más precisa que una definición de tres líneas. Las etiquetas no tienen por qué ser necesariamente malas. Pero también es verdad que cuando lo son, no se van ni con ácido ni con lejía. Y también es cierto que la mayoría de las veces, las etiquetas no son precisas, porque ponen el acento sobre un aspecto y dejan otros muchos fuera de la valoración. En cualquier caso, etiquetar es un proceso subjetivo que implica que quien lo hace tire de sus referentes y no de los que hay detrás de un grupo. Conozco a gente que no ha oído hablar de ni una de las bandas que nos gustan y que, cuando nos dicen “vuestra música me recuerda a”, mencionan grupos que no hemos oído en la vida o que no están entre nuestras referencias. Da lo mismo, sea cual sea la etiqueta, la obligación del grupo es hacerlo lo mejor posible. De todas maneras, aunque bromeemos con ello, como en el cartel que mencionas, no creo que seamos un clon de Hüsker Dü: por un lado, por nuestras propias limitaciones como músicos y por otro, porque creo que en Brandauer el único que tiene ese idilio con los de Minneapolis soy yo. Los tres escuchamos mucha música distinta e intentamos incorporarla a nuestra manera de tocar o de arreglar las canciones.

K- ¿Qué es lo que vosotros aportáis que no sea tributario de esas bandas? ¿Cuáles consideráis que son las características que os diferencian?

G- No creo que Brandauer vaya a pasar a la historia por ser una apuesta original. De hecho, no creo que Brandauer vaya a pasar a la historia. Si me gustaría que, quien nos escuche nos vea como un grupo honesto, que no se refugia detrás de nada y cuya única pretensión es tocar y hacer las mejores canciones que le permitan sus propios límites. Un grupo que siempre intenta componer una canción mejor que la anterior y tocarla de la mejor forma posible. No sé si son las características que nos diferencian, pero sí las que nos definen. No creo que la vida nos haya bendecido con el don de cambiar los postulados de la música para siempre o de marcarle el camino a los grupos que vengan detrás de nosotros. Tampoco lo pretendemos, la verdad. Si pienso en elementos diferenciadores, te puedo decir que hace un tiempo cantar este tipo de música en español era una rareza. “¿Por qué no cantáis en inglés?”, nos lo han preguntado mogollón de veces. Ahora ya no hay tanta novedad con respecto a eso y cada vez hay más grupos que cantan en nuestro idioma.

K- ¿Para qué sirve la música? (se que la pregunta es demasiado abierta, pero es que últimamente me da la impresión de que algo que debería ser comunicación e interacción se convierte más y más en una exposición, en un museo)

G- Realmente, si lo piensas, la música es algo bastante tonto. Un montón de gente dando gritos, golpes a tripas de animales, rasgando cables de metal que se amplifican con unos pequeños electroimanes, frotando unas tripas de cerdo para producir unas ondas de sonido… Lo que pasa es que eso aparentemente tan sencillo, tan físico, tiene una repercusión brutal en nuestras vidas, más de lo que imaginamos. La música es algo tremendamente poderoso. Cuando vamos a la compra, compramos de cierta forma, influidos por la música que nos están poniendo. Una canción nos puede poner o muy alegres o muy tristes (sobre todo las de ciertos grupos). Hay grupos cuya música te hace sentir en un sitio donde nada malo puede ocurrir. Hay grupos capaces de hacerte entrar en trance sin que hayas tenido que tomar nada para ello, solo escuchar. Si además de escuchar, también tocas, hacer coincidir el sonido de tu instrumento con el del resto del grupo y crear esa armonía, puede hacer que se te olviden todos los problemas y que, durante ese rato, no exista otra cosa, solo el sonido que estás produciendo con tu grupo. La música manipula nuestros sentimientos y nuestras emociones. No entiendo cómo las guerras no se hacen con amplificadores.

K- ¿Cuáles son vuestros primeros recuerdos relacionados con la música?

G- Durante la infancia, la colección de vinilos de mis padres: 1000 y pico discos de ópera y música clásica que mi padre, sistemáticamente, se oía durante todo el día del sábado y el domingo. Y lo sigue haciendo. La colección de discos de mi madre era más progre y popular. Mis primeros discos fueron de los Payasos de la Tele, del Show de los Teleñecos y de Enrique y Ana. Con 8 años o así alguien me grabó una cinta que tenía “My Sharona”, de The Knack. Ahí descubrí las guitarras eléctricas. Ahí se plantó la semilla.



K- ¿Hasta que punto es la música una necesidad para vosotros y hasta qué punto un hobby?

G- Creo que en mi caso, hobby y necesidad conviven en la misma proporción. Es un hobby, en el sentido literal de la palabra, porque no me proporciona un sustento, pero es una necesidad porque no puedo dejar de hacerlo. Los grupos se acabarán antes o después, es ley de vida, pero no creo que nunca, pase lo que pase, dejaré de componer, de escribir letras o de grabar canciones.

K- Las bandas que citáis como influencia son reverenciadas por mucha gente, pero no parecen haber tenido demasiada impacto en España en lo musical (como si tuvieron, por ejemplo, los Pixies) ¿Por qué creeis que es así?

G- No lo sé, es algo que yo también me pregunto. Los Pixies fueron una banda que transcendió las fronteras de sus propias etiquetas, como también les ocurrió a Nirvana; fueron grupos que recogieron las semillas que plantaron otros antes que ellos y supieron hacerlas suyas (más los Pixies que Nirvana, creo) y que, de alguna manera, conectaron con el “gran público” (más Nirvana que los Pixies, creo). Sin embargo, esos otros grupos primigenios puede que sean reverenciados por la crítica musical, algunos ser casi un secreto a voces entre los fans, pero por mucho que les influyeran, nunca “disfrutarán” de la proyección que gozan Pixies y Nirvana; bien sea por gusto musical, bien porque “mola mucho” apuntarse a cierta moda. Nevermind es el Brothers in Arms de los 90. En todas las casas hay una copia de ese disco. Por otra parte, creo que ocurre otra cosa, desde mi punto de vista. Das una patada y te salen un millón de grupos con las influencias más diversas, pero verdaderamente, solo transcienden unos pocos. Creo que es más que probable que muchos grupos influidos por esas bandas se hayan quedado por el camino o no hayan salido nunca de la oscuridad de su local de ensayo y sus bolos ante amigos.

K- ¿Es una banda viable económicamente en un momento tan complicado en el que nadie parece saber bien como enfocar el asunto y en el que (quizá por la sobrepoblación) las bandas parecen ser el último escalón de la pirámide e incluso hay que pagar casi siempre por tocar?

G- Por supuesto...por supuesto que no. Brandauer es el agujero por el que se va todo mi dinero. Pero no somos ninguna excepción. La mayoría de los grupos funciona así. Tener un grupo en un determinado nivel es como mantener un negocio ruinoso. Pero creo que ninguno de los que estamos en Brandauer lo estemos por una pretensión económica o para recuperar en euros una inversión. Hay gente que invierte su dinero en bonos del tesoro, otros en copas o gimnasios. Nosotros lo invertimos en música porque, de momento, los beneficios intangibles que obtenemos nos compensan.

K- Como crítico, creo que es necesaria una revisión a fondo de todos los conceptos sobre los que se basa el rock, empezando por su propia mitología… ¿qué opinais…?

G- Estoy de acuerdo: tenemos que pasar del mito al logos de una vez, pero no solo en la música. La mitología está guay, a todos nos gusta que nos cuenten historias, admirarnos por las proezas de los héroes de antaño. Todos necesitamos ídolos que nos inspiren. Pero también es muy sano conocerlos, hacerlos de carne y hueso. Hace poco conocí en persona a uno de mis ídolos musicales de todos los tiempos. Le vi fatal. Era un hombre roto. El mito se había caído. Solo quedaba la persona. Y es cuando te das cuenta que la admiración es la falta de perspectiva. Probablemente haya aprendido más de él en ese breve encuentro que de la imagen que me había montado de él a raíz de leer sobre él y su grupo. Le damos demasiada importancia a todo. La música es muy importante, es la llave que influye en nuestro ánimo, pero no podemos dejar que todo eso sea sinónimo de algo intocable.

K- Al hilo de eso, ¿Creeis que el esfuerzo de todos esos grupos del hardcore y post hardcore americano ha servido para algo? Ellos postulaban que había que hacer lo que uno quisiese y predicaban con el ejemplo: todos sonaban arriesgados y distintos. Sin embargo, no veo que a la larga hayan conseguido un cambio de paradigma mental/social... ¿O sí?

G- Aquello del DIY, del “do it yourself” o el “hazlo tú mismo” estuvo bien para esa época concreta, ese país en concreto y esas circunstancias en particular. Sin embargo, no sé hasta qué punto esos grupos pretendían tanto cambiar los paradigmas que mencionas, como buscarse las castañas con la música, hacerse un hueco al margen de la cultura dominante. Resulta significativo que para hacerlo, usaran las mismas armas que emplea la industria que les negaba un sitio, eso sí, a su manera, dentro de sus posibilidades, en versión “guerrilla”: si no salían en las revistas oficiales, se montaban fanzines; si las salas de moda no les dejaban tocar en ellas, daban un bolo en cualquier parte, alquilando ellos mismos las PAs; si había que hacer promo, y no había pasta para financiarse un anuncio, tiraban de pasquines y flyers, recorrían EEUU en furgoneta, dormían en el suelo…No me extraña que en cuanto pudieran ficharan por discográficas solventes, grande o no. Para mí eso no es venderse, para mí eso es sobrevivir y comprar la libertad de ser músico y que de los marrones que no tengan que ver con componer, ensayar y tocar se encarguen otros. Lo que ocurre es que luego el paso del tiempo y la mitología han convertido el DIY en una especie de religión donde algunos de sus acólitos son más papistas que el Papa. También hay mucho postureo. Pero eso es porque ninguna discográfica les ha puesto un buen cheque delante. Creo que, en realidad, el DIY nació como algo mucho más práctico que lo que la historia nos ha hecho creer. Y no sé hasta qué punto ese modelo se puede exportar a otros países, como por ejemplo el nuestro, que parte de una cultura musical para cogerla con pinzas y, mucho más grave, donde todo el mundo va a lo suyo.

K- Noto que pese a que los parámetros de sonido son similares en todos los temas de vuestro disco, las canciones en sí son definidas, autónomas y distintas. No sois pues, un grupo que se adhiera a una sola fórmula...

G- Bueno, supongo que eso es podría ser porque los discos que más me gustan son los que puedes oír de principio a fin sin saltarte un solo tema. Por eso, a la hora de componer me gusta que cada canción funcione por sí misma, que sea lo más perfecta posible, que no sea un tema de relleno. Pero también me gusta que una canción funcione como un engranaje dentro de un repertorio, ya sea en un directo, en una colección de maquetas o en el caso del disco.

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K- Háblame un poco de la formación de la banda y el camino hasta esta grabación...

G- Todo empezó hace muchos años, en la iglesia de mi colegio. Varios amigos con ganas de montar un grupo nos juntamos allí. El cole nos cedió la iglesia como local de ensayo, a cambio de que los domingos asistiéramos a misa, tocando las típicas canciones religiosas. Entre semana hacíamos versiones de los Sex Pistols que hacían tambalearse los crucifijos y los domingos cantábamos con cara de no haber roto un plato y peinados con raya a un lado. En un par de años dejamos aquello y nos lanzamos “a tomárnoslo en serio”, con todos los delirios de grandeza que eso conlleva. Ahora los delirios son de minimeza. A lo largo de (bastante) más de una década, hemos cambiado varias veces de nombre y han pasado multitud de personas por el grupo. Soy el único que permanece desde el principio. Creo que nadie me soporta. Podíamos haber grabado mucho antes, pero no ha sido hasta hace relativamente poco cuando he sentido que las canciones estaban listas, que mi ejecución no me daba vergüenza y que la formación para grabarlas era la correcta. El grupo que se metió en el estudio de Paco Loco era relativamente un recién nacido, apenas llevábamos un año juntos. Me gusta pensar que todos los años previos a la grabación solo han sido de entrenamiento, de tanteo y preparación.

K- ¿Cuál ha sido la importancia de la producción para lograr un sonido tan particular y definido? La voz se distingue muy bien, por cierto, lo que es de agradecer...

G- La importancia ha sido vital y el trabajo de Paco Loco, encomiable, porque, a pesar de su experiencia en ningún momento ha pretendido imponer un sonido. Llegamos a su casa un viernes a las 12 de la noche. Nos citó a las 9 de la mañana del día siguiente, en el desayuno, “para hablar de lo que vamos a grabar”. Creo que no había escuchado ni una nota de lo que hacíamos y nosotros tampoco habíamos hablado con él de lo que queríamos. Durante el desayuno, le explicamos qué queríamos grabar, qué queríamos conseguir, a qué queríamos que sonara el disco. Básicamente, le dijimos que queríamos sonar orgánicos, de verdad, como si, al escucharlo, tuvieras al grupo en el salón de casa. En los meses previos, nosotros nos habíamos metido una buena paliza en el local. Tenemos unos 80 temas y sopesamos una lista de 40 sobre la que ponernos a trabajar, conscientes de que no más de 10 irían en el disco. Queríamos grabarlo en directo. Y Paco nos dijo que no podía estar más de acuerdo. Y así fue como lo grabamos, con los tres tocando en directo en la misma sala y las guitarras sonando por varios amplis a la vez. Después, añadiríamos algún detalle y arreglos mínimos, pero siempre primando la idea de que somos un trío y que luego en directo no queríamos que se echase de menos ningún arreglo del disco. El primer día grabamos el disco entero. Al día siguiente añadimos algún colchón de guitarra acústica, un par de solillos y Paco, además, desplegó unos cuantos cachivaches que hacían ruiditos. En total, lo grabamos todo en tres días y habíamos reservado el estudio por nueve. Así que tuvimos mucho tiempo para mezclar y para hablar mucho con Paco y aprender mucho de él. Probablemente, es lo más cerca que he estado de un genio musical en la vida, además, (junto a Muni, su mujer) de ser una persona cariñosa, cercana y humilde. La voz y los coros los grabamos a lo largo del segundo y tercer día y todos teníamos claro que queríamos que se entendieran las letras, si bien no queríamos que el disco pareciera la típica producción española, donde la voz, ultrapresente, parece estar haciendo Karaoke sobre el resto de la instrumentación. En definitiva, toda la producción ha estado orientada a la verosimilitud.

K- ¿Qué aporta cada componente a la banda aparte de lo obvio?

G- Bueno, en cuanto a lo obvio: cada uno aporta, principalmente, su parte del local de ensayo, que no es poco. Además, Nacho toca la batería y hace coros, Alex toca el bajo y yo toco la guitarra y canto. También me encargo de componer las canciones y escribir las letras y, entre todos, las arreglamos. En otros niveles, yo aporto los agobios, los estados de ánimo contradictorios y el humor autodespreciativo; Nacho la mesura, la cabeza fría y “el tirar para adelante”. Alex, que se acaba de incorporar hace un mes, el plantearnos por qué no lo hemos conocido antes, el hacer que las cosas parezcan fáciles y unos descuentos muy interesantes en la tienda de instrumentos musicales para la que trabaja.

K- Últimamente reflexionaba sobre los blogs y concluí que eran exactamente como los fanzines: un arma perfecta porque son un vehículo suicida, es decir, no tratan de ser más que lo que son. No tratan de conquistar el mundo. Su propia falta de pretensiones parece ser su fuerza o su interés… ¿Qué opináis?

G- Pues que muchas veces llegan más lejos las cosas que surgen con ganas de hacer cosas, pero sin un plan previo, que aquellas que nacen con la intención denodada de conquistar el mundo. La pretensión de que lo que haces sea un fin en sí mismo y no un medio para otras cosas, es lo que a la larga convierte lo que haces en un medio. Menudo trabalenguas. En más de una ocasión he pensado exactamente eso de los blogs que, efectivamente, para mí también son como los fanzines de antaño. Internet ha hecho tabla rasa, nos ha dado a todos las mismas oportunidades. Si esto fuera una carrera de atletismo, sería como si internet nos hubiera puesto a todos en la marca de salida. Es cierto que a la meta seguirán llegando solo los mejores. La diferencia es que ahora lo que es mejor lo decide el gran público, no los intermediarios, no las editoriales o las discográficas. Y también es cierto que “lo mejor”, decida quien decida, sigue siendo algo completamente subjetivo, por mucho que lo decida un editor, una A&R, o un buen número de visitas a una página.

K- También pienso mucho últimamente que a estas alturas el rock ya se ha convertido en folk, es decir, en cultura popular… ¿estáis de acuerdo?

G- En 1977 la NASA lanzó al espacio la sonda Voyager 1, no solo con el propósito de recabar datos sobre el espacio en el que estamos flotando, sino también procurar información sobre la cultura de la Tierra a posibles civilizaciones alienígenas. Entre otras cosas, la Voyager lleva unos discos de oro donde está grabada una representación de nuestra ciencia, nuestras imágenes, nuestros pensamientos y también nuestra música, la que, supuestamente, nos representa a todos: Beethoven, Guan Pinghu, Mozart, Stravinsky y… Chuck Berry, un tipo al que apenas unos años antes del lanzamiento del Voyager, querían quemar porque su música, sus letras y sus movimientos sobre el escenario estaban alimentados por el diablo e instaban a la decadencia moral de la juventud y por tanto del futuro de la sociedad. Yo creo que esto siempre ha sido así. La sociedad primero se escandaliza de todo, lo convierte en contracultura y luego lo incorpora a su día a día. Y en cuanto al rock, yo iría más lejos que tú: no es folk, es música clásica.

K- Dificultades de escribir en castellano e importancia de las letras en Brandauer. Método de construcción de estas y de las canciones...

G- A mí escribir las letras en es castellano me cuesta mucho. En inglés puedes estirar las sílabas, jugar con la pronunciación, decir cursiladas y tonterías sin sentido y que queden bien. El español es mucho más rígido y además, todo el mundo lo entiende. Hay gente que no le da importancia a las letras. Yo sí. Una mala letra puede estropearme una buena melodía o la progresión de acordes y los arreglos más increíbles del mundo. Una mala letra me saca completamente de la canción. Intento que las letras de Brandauer no sean letras “cerradas” o que describan situaciones concretas. Intento describir más las emociones que los hechos que las provocan. Me gustan las letras con las que te puedes identificar, para eso tienes que buscar referentes comunes. Normalmente, me cuesta más escribir letras que buscar la música o la melodía de una canción. Tampoco tengo un momento del día en que diga: “Hale, me siento a escribir una letra”. Las voy escribiendo poco a poco. Me voy empapando de lo que ocurre a mi alrededor, a mí, a mis amigos, las cosas que se sueltan en una conversación, que lees, que escuchas. Todo eso lo voy acumulando, lo voy apuntando donde sea. Cuando tengo toda la música de canción terminada, tiro de esas notas y aunque estén separadas en el tiempo o inspiradas por circunstancias distintas, intento encajarlas con la melodía. Es un proceso laborioso. A veces me ha ocurrido que tiempo después de haber escrito una canción la letra toma completo sentido, todo encaja. Me produce mucha satisfacción cuando alguien me dice que le gustan las letras y que se siente identificado con tal y cual canción y, cuando me explica el porqué, no tiene nada que ver con el motivo que a mí me inspiró. Es lo mejor. En cuanto a las canciones, soy un tirano. Normalmente grabo demos donde programo las baterías, hago los arreglos de bajo, de guitarra, las voces y los coros. Luego le paso al resto del grupo esas grabaciones para que las tomen como punto de partida y las trabajamos en el local. Todo el mundo es libre de aportar los arreglos que quiera, a partir de esa base.

K- ¿Cómo influye vuestra vida “real”, vuestros trabajos, etc, en vuestra música?

G- Para mí la música forma parte de mi vida real. Es uno de los pilares en los que se apoya, aunque tenga que compatibilizarla con esa minucia que es ir a la oficina todos los días. Nuestros trabajos marcan el horario de toda la semana y el tiempo libre que tenemos. Pero, afortunadamente, podemos combinarlo todo (toquemos madera) sin problema alguno. En cualquier caso, yo lo veo todo como una fuente de inspiración para las letras.

K- ¿Influencias no musicales?

G- Mi mujer, mis padres, mis amigos y mis enemigos. Y en cuanto a los conocidos, los típicos: Groucho, Woody Allen, los teleñecos, Roald Dahl, Diógenes de Sínope, Indiana Jones, Han Solo y John McClane, el cine y la tele de los 80 y Emilio Aragón,

K- Bandas esenciales de ahora en vuestra opinión.

G- Tengo que confesar que lo que yo entiendo por bandas de “ahora”, son formaciones en activo pero que llevan funcionando desde años. Si por “ahora” entendemos de reciente aparición, tendré que esperar 10 años para responder con propiedad, que es lo que tardo en procesar las novedades.

K- Breve análisis de la escena en Madrid (Ayer me encontré el segundo número del Factory en casa -del 94- y en aquel momento ya había una escena floreciente. Siempre parece haberla, pero aquí no termina de vivir dedicarse cien por cien a esto ni dios...)

G- ¿pero que hay una escena? Yo solo veo codos.

K- Sois de los que consideráis el Rock&Roll esencialmente una diversión o es algo más?

G- Para mí, la diversión es esencial, pero no puede ser la excusa para justificar que se hagan mal las cosas o que todo valga. Eso sí, tampoco estamos hablando de un templo sagrado. En fin, que cada uno haga lo que le apetezca.

K- ¿Tiene vuestra música una parte estética? ¿Cuál? ¿Y ética? ¿Cuál?

G- Por convicción nuestras canciones son estructuralmente sencillas, respetan los esquemas y la accesibilidad del pop (intro, estrofa, estribillo, puente). Tenemos como norma que no duren más de tres minutos y medio. Las letras tienen que ser en español. En cuanto a nuestro aspecto, que cada uno se vista como quiera. Nunca me han gustado los uniformes, ni que porque te guste o hagas una música concreta se te suponga una manera de vestir. Siempre me ha gustado que Stephen Malkmus, el adalid del indie, se vista como un estudiante de ICADE. Éticamente, me gustaría decir que somos honestos, que vamos de cara y que todo el que quiera, puede contar con nosotros. Pero lógicamente, ¿qué voy a decir yo?

K- Momentos musicales que os cambiaron la vida.

G- Tenía 15 años y perdía el tiempo en B.U.P. Aquel año llegó un chico nuevo a clase y pronto hicimos buenas migas. Con la perspectiva del tiempo, me doy cuenta de que nos cambió la vida a más de uno. Fue nuestra propia Mary Poppins. En mi caso, aquel amigo vino un día a mi casa, de merendola. Estuvimos charlando de música. Miraba con educación mi (escasa) discoteca de por aquel entonces. Sin darle mucha importancia me dijo: “Le he prestado a fulanito una cinta, dile que te la deje”. Mi amigo me la dejó. Aquella cinta contenía el último disco de Hüsker Dü, “Warehouse: Songs and Stories” y “Copperblue”, el primero de Sugar. Todavía recuerdo lo que sentí al oírla. Hasta ese momento, me había encontrado con música que me gustaba. Pero, por primera vez, aquella me emocionaba de verdad. Fue la primera vez en toda mi vida que sentí esa sensación tan maravillosa de que una canción te ponga los pelos como escarpias, la piel de gallina, te dé calambres en la espalda y en el cogote. Las guitarras no sonaban como las guitarras que había oído hasta entonces. El sonido general de cada canción era una mezcla de tristeza, nostalgia, rabia y algo de esperanza. Las letras hablaban de cosas que me interesaban mucho, no como las que había oído hasta entonces. Hablando de estas cosas, siempre se exagera y se tiende a la hipérbole, pero Hüsker Dü cambiaron mi vida. Ellos me abrieron la puerta a otros grupos, a otros estilos, a otras maneras de entender la música. Muchos de los discos que he comprado a lo largo de los años no tienen nada que ver con ellos, pero si no hubiera sido por ellos no los hubiera comprado.

K- ¿Pop, Punk o rock?

G- Si te refieres a Brandauer, creo que la cosa va así: 35% Pop 40% Rock 23% Punk 2% NS/NC. En cuanto a la música en general, con que esté bien hecha y transmita, da igual cómo se la etiquete. Antes, era mucho más radical con el tema de la música, para que me gustase algo tenía que pertenecer a cierto movimiento, sonar de cierta manera. Pero me hago viejo y no me puedo permitir desperdiciar el tiempo o las canciones que me hagan bailar, solo porque estén producidas de determinada manera o cantadas por ciertos artistas.

K- ¿Qué hay después de la muerte?

G- Ni puta idea, pero si hay algo con que sea más barato que esto, estará bien. Probablemente no haya nada. Lo importante no es qué hay después de la muerte sino qué hay durante la vida. En cada eyaculación un hombre expulsa 500millones de espermatozoides. Solo uno llega a uno de los 100.000 óvulos que tiene una mujer. Teniendo en cuenta, además, que no todas las eyaculaciones ni todos los óvulos terminan en fecundación… estamos aquí de chiripa. Hay más probabilidades de que nos toque el Gordo de Navidad que de existir. La muerte no importa un carajo. Lo que importa es existir.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Si Señor, que razón tenías!

Anónimo dijo...

que casualidad, una entrevista a Gabi!! Que grande es! Les lleve a tocar al festival que organicé, conciertazo que dieron!

Anónimo dijo...

Grande el tal gabri este. Me gusta como habla. Ahora a escuchar su música.

cowboy Iscariot dijo...

¿Cuál era el festival???
Un saludo a todos...

Anónimo dijo...

Noise Pop Weekend, fue amor a primera vista, escuché su myspace (bueno el del proyecto anterior a Brandauer) y supe que ese grupo tenía que tocar en mi festival. Fue hace dos años, te paso el myspace para que lo veas. También tocó otra muy buena banda que si te gusta Brandauer posiblemente también te gusten éstos, Muerte y Destrucción y bueno también Baltimore pero ya se han separado.

http://www.myspace.com/noisepopweekend

DAVAT dijo...

hola kaputienses, mucho sin pasarme por aquí, gracias por el coment, ahora que he vuelto a las andadas lo leo..
bueno 1 saludo y que todo vaya bien.. por cierto suenan muy muy bien estos Brandauer! salu2!