domingo, junio 22, 2008

SAIL HO!!!!!!!!!!!!!!!!!!


El quinto número de KAPUT ha visto la luz, por fin, en su bonita versión papel. La cubierta a color ideada por nuestros estimados Igor Heras y Daviz del Reino ha sido lo más comentado. Lógico, teniendo en cuenta que la mayor parte de nuestros conocidos leen con dificultad, fruto a medias de una deficiente educación pública, las taras hereditarias y el temprano abuso de anestésicos caducados. En todo caso, vayan estas líneas para felicitar a los colaboradores que han hecho posible la machada y a sus madres, esas santas. You will miss us when we are gone!!!

martes, junio 17, 2008

MUDHONEY - "The Lucky Ones" (SubPop)


A psicodélicos siempre les ganaron los prodigiosos Screaming Trees y en burricie escatológica y velocidad los Dwarves les pasaban por la banda. Siempre hubo en su ambiente un buen puñado de bandas más brillantes que los Mudhoney. A ellos se los quería y se los quiere por su honestidad y su persistencia, y por esa capacidad -¿o incapacidad?- que les permite seguir siendo ellos mismos, inconfundibles, pese a la miríada de influencias que confluyen sobre su trabajado esqueleto de garaje punk. De los Elevators a los Stooges. Del hardcore político a -dicen- los Hawkwind. En su décimo largo deciden volver a la aparente simplicidad que habían abandonado en los dos anteriores. Guitarra, bajo, batería y a tirar detrás del ronco chillido histérico de Mark Arm. El resultante es un disco quinquillero, que se bate el cobre a navajazos en un callejón. Bruto, limitado y al cuello. Así, cuando tratan de ponerse psicodélicos se les nota bastante la falta de medios y detalle, y algún buen tema potencial se resiente de la velocidad de grabación -tres días- quedando en mero apunte. En el resto, aguantan el tipo con esa cortante aspereza algo amateur que es marca de la casa. "I´m Now", "The Lucky Ones" o "Tales of Terror" son temas recios que agradecen el tratamiento espartano; puro hueso mondo y lirondo desde el fondo de la cripta underground en la que, en el fondo, jamás trataron de salir. Quedan lejos los fracturados e inapelables hits del inframundo que los engrandecieron; no encontrarás aquí ningún "Touch Me, I´m Sick", pero, asumida la segunda fila, el disco es un denso escupitajo de rock infectado que mejora con un par de escuchas y que les permite -entrados los cuarenta y lejanos los fastos del grunge- mantener la cabeza alta e intacto el orgullo de perdedor. Ni menos. Ni más.// Cowboy Iscariot

viernes, junio 06, 2008

THE KILL DEVIL HILLS - «The Drought» (Bang!)


Brendon Humpries. Apunten el nombre. El caballero tiene pintas de mecánico de camiones en algún grasiento caseto del desierto australiano, pero ha compuesto una de las canciones del año: «Nasty Business» un apareamiento forzado entre la primaria efectividad de los AC/DC y el vagabundo fantasma de Nick Cave que se adhiere a la piel como melaza y se suda como una mala resaca de whisky. Su voz, un cruce de caminos entre Barry Adamson y Rob Younger da cuenta de la macarra historia de estafa y ajuste de cuentas con tanta clase que, sencillamente, hipnotiza. De paso -para cuando te aburras de escuchar la susodicha una y otra y otra vez, y por eso de no dejar a las criaturas solas- el colega se ha construido también el resto de la columna vertebral de «La Sequía», un dico soberbio desde la enfermiza desolación de «Did I damage you?» hasta el potente Boogie de «New Country» o el atípico himno para perdedores que es «The Forsaken Few» («Perdóname nena, si parezco un tanto desolado/ pero he estado llorando sobre mi cerveza por los abandonados/No trates de tentarme con tu vestido, tan rojo/se que no fue el viento el que te despeinó así). Todo es reciedumbre vaquera y erizada mala hostia cuando hay que cabalgar. Y convincente dramatismo cuando se trata de bucear en el lado oscuro, con algún deje al mejor Springsteen («Drugs, Spices & Silk). Once cortes independientes y perfectamente distinguibles, unificados por la arenosa profundidad del sonido y el mensaje que la banda parece buscar desde la portada misma. Los amigos Burr, (Mandolina Banjo) y Joines (un poco de tó) ayudan con otros tres temas, ampliando aún más el campo de acción y remendando para el viaje un disco de los de largo recorrido y placentera revisión. Superficie añeja, vibrante fibra interior, tal unos Drones desaliñados en plan pecador de la pradera; el palillo en los dientes, la camiseta sudada, la pipa en los pantalones y el corazón roto. Si su demostración de clase te deja indiferente es que, a fuerza de cotidianas, las maravillas han dejado de hacer efecto en tí.// Cowboy Iscariot

miércoles, junio 04, 2008

Otra opinión sobre los anteriores (FELICE BROTHERS)


Una escucha (sólo una) ha sido suficiente. Veredicto: el nuevo álbum de Felice Brothers (llamado así, "The Felice Brothers" es el primer gran gran gran disco del año. Tres puntos a favor tiene la joven banda de las montañas Catskill en Nueva York.

1) Han nacido a veinte minutos de Big Pink, la casa de Woodstock donde Dylan & The Band grabaron las dos piedras angulares del americana: "The Basement Tapes" y "Music from Big Pink" y su música suena lógicamente a The Band: medios tiempos suaves, tono de voz nasal a lo Dylan, órganos, mandolinas, acordeones, baterias tocadas con escobillas, y en general un sonido muy orgánico y natural.

2) Su querencia por el bebercio, la priva, el alcohol vivo, amigos, al que mencionan en todas y cada una de sus espectaculares canciones coronadas por espectaculares (y coreables) estribillos, convirtiéndolas en nuevos (y espectaculares) himnos instantáneos.

3) Esas letras tan neoyorquinas (como muchas otras bandas, los hermanos Felice comenzaron su carrera en la estación de Union Square del metro de Manhattan) pobladas por personajes singulares y desquiciados: la pequeña Ana, Frankie y su pistola, el maldito Jim, Ruby Mae o la reina del disfraz, Helen Fry. Una escuela de tipos que parecen salidos de la mitología dylaniana o más aún, loureediana.

Este nuevo disco de Felice Brothers, el tercero ya, (y publicado en el muy interesante sello LooseMusic) es una nueva vuelta de tuerca al folk contemporáneo, ese que viene directamente de Leadbelly y que se toca con sombrero y levita de banquero del oeste. Ese que cura los disparos con dos buenos arreones de whisky, uno para la herida y otro para el gaznate. Ese que navega perdido y desorientado entre murmullos de órganos, pianos y mandolinas más viejos que la música misma.

Es de esos discos que a la mitad ya estás deseando que se acabe para volver al principio a escuchar "Frankies gun" o "Wonderful Live" y sin embargo no eres capaz de quitar ante esa exhibición de color y melodía que te invada al oir por primera vez "Radio song" o "Whiskey in my Whiskey".

Drive by Truckers se los llevan de teloneros y Levon Helm les adora. Y si Levon Helm les anda recomendando por ahí como la mejor banda del momento, quién soy yo para negarme. Aprovechando el parón de BR5-49 o Avett Brothers, saluden a la banda que más alegrías les va dar este año.// Pepe Regidor.

lunes, junio 02, 2008

THE FELICE BROTHERS - "The Felice Brothers" (Loose)


Difícil papel el del segundo disco, siempre. Pero más cuando el primero ha sido algo tan grande -e inadvertido- como «Tonight at The Arizona», reseñado aquí unos meses atrás. Los hermanos de Catskill lo pasan con nota ampliando su registro en un abigarrado cajón de sastre de quince canciones celebratorias y dramáticas a un tiempo, donde el amor y la tragedia afloran con naturalidad, como si más que compuesta, su música fuese exudada, una proyección colectiva de un mundo americano y marginal, a medias imaginado y, suponemos, real en otra parte. Resulta, este un disco-río, caudaloso, con meandros, afluentes de inesperada riqueza instrumental y profundidades que no se calculan bien a primera vista. Como argamasa para aglutinar su mitologia de borracheras, tiroteos en el baile y affaires de bajos fondos se amarran de nuevo a las enseñanzas del binomio Dylan/The Band (como hicieran los Deadly Snakes en su último disco, "Porcella", otra obra maestra del género). Pero es que eso es como decir que uno está amarrado a la libertad y la aventura. Así, hijas bastardas de esa tradición pasional, errabunda donde las haya, son las mayúsculas «Frankies Gun», «Greatest Show on Earth», «Saint Stephen´s End», «Ruby Mae» y «Tip Your Way». Un suburbial pasacalles por donde bucea su vida la impagable tripulación de almas perdidas que bien podría haber imaginado el de Duluth: Helen Fry, la maestra del disfraz; Brenda «la piernas largas»; el sucio reverendo Green o Tony Mercedes, todos deambulando por el pasillo del Motel 8, donde nuestro héroe white trash espera a su amada con una pistola en los pantalones. O a lo mejor es que se alegra de verla porque, dice, «su cuerpo estaba más caliente que la noche que ardió Richmond». Sobresalientes, en todo caso, más recargados (trompetas, acordeones, harmónicas) que en su anterior paseo por la trastienda de la América deshauciada, sólo relajan el pulso en dos o tres temas en los que su peculiaridad se atenúa y que terminan por ser simplemente correctos. «¿Oiste hablar de el final de San Esteban?/¿de cómo lo lapidaron junto a la curva del río/bajo el sol de la mañana,/cuando el mundo era joven?//¿Y oiste lo del elefante/que escapó enloquecido de la carpa del circo/y mato a un grupo de diez/antes de que lo abatiesen?». Así, entre biblia apócrifa y feria de pueblo, entre el crimen terrible y la más candorosa pasión, y con generosas, imprescindibles dosis de humor y de amor por la vida, es la lírica de los Felice Brothers. Pocos dan más.// Luis Boullosa.