jueves, noviembre 20, 2008

HANK III - "Damn Right Rebel proud"


Bastardo purasangre, si tal cosa puede existir, el nieto de Hank Williams parece salido de un cuento de Poe como reencarnación en cuerpo futuro de aquel abuelo mítico que se fue pronto (con 29 años, el uno de enero del 53) pero lo suficientemente tarde para dejar bien escrito, de puño y letra, el libro de estilo del country “outlaw”. Los fuera de la ley, una casta cainita, individualista y orgullosa que daba fe con canciones y cicatrices propias de lo que significaba vivir al filo de las leyes (humanas y divinas) en los Estados Unidos de América y que se refleja, ahora, en el espejo amenazante de esa cara, igual de enjuta que la del abuelo, y esa dicción masticada pero clara que le canta a uno las cuarenta sin aparente esfuerzo. Pretender que esa supervivencia vital y expresiva al filo de lo posible siga siendo igual hoy en día que hace sesenta o setenta años sería absurdo, pero filosóficamente nunca faltan molinos contra los que arremeter, y el nietísimo lo hace con el proceloso brío de una sangre en la que la tradición familiar recibe los afluentes de rebeldías similares en esencia aunque formuladas de formas diversas. Ahí está el heavy metal de ascendencia sureña y querencia por Black Sabbath y el cannabis (fue colaborador de Superjoint Ritual, junto con el ahora algo olvidado Phil Anselmo, de los brutales Pantera) y el redentor salvajismo “scumfuck” que predicara G.G. Allin con sus brigadas nihilistas (recientemente giró con los Murder Junkies, que ahora dirige Merle Allin, hermano de la difunta fiera). Así, sureño, de campo, rebelde, orgulloso y convencido de estar en lo cierto, encara Hank su cuarto trabajo de estudio, grabado en una habitación de madera en East Tennessee, culo del mundo libre. Lleva también, por suerte para él, otro bagaje, la sencilla y pesada carga de un talento que rezuma en los trece temas del disco, ya sea cuando arremete con su “Hellbilly” marca de la casa, banjo a toda mecha y dicción de dibujos animados, como cuando templa los tiempos y factura maravillas oscuras como “Three Shades of Black” (¿son imaginaciones mías o anda por ahí el Dylan época “Hollis Brown”?). Igual cuando bordea el punk aberrado a la Allin (P.F.F) como cuando se lanza a la carretera con la tormenta a cuestas (magnífica “Long Hauls & Close Calls”). “Keep it simple” es su lema, y así comienza y remata. Para abrir, patada en los cojones del country establecido con ”The Grand Ole Opry (ain´t so grand)”, para cerrar la versión de “Workin´ Man” de Bob Wayne, recio y sentido homenaje a una casta de currelas orgullosos de su trabajo bajo cuyo impulso, con sus luces y sus sombras, se ha creado música eterna. Trabajo de más calado de lo que puede aparentar en un primer momento (lo tenía crudo después de su monumental álbum anterior) y cuajado de mensajes de exceso y libertad (alguién debería preguntarse el porqué de esa eterna asociación), “Damn Right Rebel proud” planta cara con la chulería del que sabe que, perdida la guerra, tiene todas las de ganar contra un mundo de plástico y mentiras. Ahora que se reeditan las rarezas del abuelo y que Dylan se asocia con Jack White (White Stripes) para recuperar otras partes perdidas de su cancionero, en vísperas, pues, de una exhumación probablemente digna pero exhumación al cabo, es lo suyo volver la vista a la parte de la familia que sigue viva, coleando y dando por culo con una saña y un estilo que al muerto le hubiese gustado ver. Cresta y alma. Costra y pureza. Bronca borracha y tatuado honor rebelde. Cara al peligro, que diría Jorge Ilegales. Discazo.// Luis Boullosa

miércoles, noviembre 19, 2008

5 COBRAS VS GODZILLA (Gruta 77)

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Estamos demasiado dentro del cotarro para ser críticos con los Cobras, así que tendreis que conformaros con las fotos del evento y acercaros el próximo día 26 al Wurlitzer para probar en vuestro gaznate su devastador cocktail de semen, sangre y napalm. Los nipones, arrasadores, eso sí, para disfrute de los cuarenta o cincuenta parroquianos que desafiaron el frío del domingo en busca de un poquito de Rock&Roll. Lo encontraron, y con mayúsculas, si entendemos por Rock&Roll la energía desbocada, el temperamento orgiástico y la puesta en escena demoledora. Terminaron llevando el show al medio de la pista, con los manga-guitarras y el cramposo clon de Elvis que enarbolaba el bajo rodeando al bataca, una bestia parda que después de ser invitado a choricito y morcilla de la buena por los anfitriones parecía tener cuerda para poner el bombo de vuelta en Kobe de un patadón. Un triunfo de la voluntad, en definitiva, que hizo que los valores y disvalores musicales de la banda (de ambos había) quedasen inmediatamente en segundo plano. La próxima vez que vengan, sala llena. Se admiten apuestas.

Fotos by Agua