miércoles, diciembre 25, 2013

UNA HISTORIA MUSICAL A RAS DE POLVO (FIAT LUX)


Hay un artículo de LUIS BOULLOSA en la página treinta del nuevo y muy recomendable número de FIAT LUX, ya en la calle. Poniéndole banda sonora subterránea a la España negra con Javier Colis, Ilegales, Corcobado, Eskorbuto, Los Calis, la Trapera y otros héroes de nuestro tiempo. Píllenla en su kiosko más próximo...

lunes, diciembre 16, 2013

CTHULHU recomienda... "EL PUÑO Y LA LETRA"

Campaña para la destrucción definitiva de la Navidad: Si le ha gustado "El puño y la letra", el primer libro publicado por nuestro dipsómano gurú el pensamiento libre, LUIS BOULLOSA, este es el momento de regalárselo al elemento más reaccionario que pueda encontrar en el seno familiar. Si la pelea por tan preciado lugar en el panteón es dura, puede concederse como premio "ex aequo", partirse en dos mitades con un cuchillo de cortar pan o, simplemente, entregarse dos veces o las que sea menester. Si no lo ha leído aun, es el momento de joderse la cabeza para siempre en un par de tardes. Contribuyan a la cultura subterránea, la única que existe. Y recuerden, no abandonen la bonita tradición de los Reyes Magos ni la del gordinflas patético de Papá Noel, son dos indicios imprescindibles para que sus hijos comprendan lo esencial: que todo lo que les están enseñando es mentira.

Dejo aquí las diversas reseñas del artefacto aparecidas en prensa hispánica por si alguien duda aún de que es una creación nefasta, proveniente del abismo y muy, muy poco recomendable para el ciudadano medio español.

EL DIARIO

http://www.eldiario.es/cultura/Nacidos-perder-cantarlo_0_178832270.html

MONDOSONORO

http://www.mondosonoro.com/Critica-DVD/El-puno-y-la-letra/Autor-Luis-Boullosa/8375.aspx

IPUNKROCK

http://www.ipunkrock.com/index.php/site/comments/luis_boullosa/

VALENCIA PLAZA

http://www.valenciaplaza.com/ver/103336/el-pu

RUTA 66

http://www.ruta66.es/2013/10/encuentros/luis-boullosa-de-punos-letras-y-otros-menesteres/

LAREIRA POP

http://lareirapop.weebly.com/7/post/2013/11/el-puo-y-la-letra-antropologa-y-requiem.html

LA RAZÓN

http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/4341942/cultura+libros/santoral-underground

EFE EME

http://www.efeeme.com/libros-el-puno-y-la-letra-creacion-literaria-y-rock-roll-underground-de-luis-boullosa/

CRAZY MINDS

http://www.crazyminds.es/el-puno-y-la-letra-de-luis-boullosa-literatura-rock-sobrenatural/

RIODENOMEN

http://riodenomen.blogspot.com.es/2013/10/no-me-matareis-con-balas-un-rio-sobre.HTML



http://riodenomen.blogspot.com.es/2013/11/no-me-matareis-con-balas-un-rio-sobre_5.html

STAFF MAGAZINE

http://stafmagazine.com/collection/el-puno-y-la-letra/
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domingo, diciembre 15, 2013

Purasangres en el callejón – VIVA BAZOOKA + GOG Y LAS HIENAS TELEPÁTICAS (Skate Park, Bergara)


Entre las grandes mentiras de la humanidad está la de que quien no conoce su historia está condenado a repetirla. Llevamos toda la historia, de hecho, conociéndola perfectamente y repitiéndola, y amparándonos después en cualquier excusa para decir que no sabíamos. Somos así de hijos de puta y de paletos, sí. Y se está caliente en casa, sí. Por otro lado, en casa, no pasa nada jamás. Con la música más o menos exigente para con quien escucha sucede lo mismo. Veo en una librería la versión traducida del libro “Our band could be your life” de Michael Azerrad que habla de toda aquella camada gloriosa de bandas punk mutantes de mediados de los ochenta en Amérika (Hüsker Dü, Replacements, Sonic Youth, Minutemen, etc, etc) y, por más curiosidad que me siga causando ese pasado que los entendidos soban y resoban, no puedo dejar de pensar que ya nada en mi sangre hace años, y que quizá con eso sobre, y que cada minuto que gastamos glorificando lo que fue en lugar de, simplemente, usarlo como gasolina es uno que perdemos para vivir el presente. Y el presente nunca es menos prodigioso que el pasado, simplemente no va vestido con la engañosa ropa de la nostalgia y de la juventud absoluta.
El 13 de diciembre de 2013 toqué con mi banda en el bar del skate park de Bergara. El sitio mola y suena bien, la crew era amistosa, y parece que a los diez (por lo alto) que prestaron atención les gustó nuestro ruido. Abríamos para los prodigiosos VIVA BAZOOKA, un dúo instrumental de guitarra y batería al que pocos conocen y que es como un purasangre de carrera corta o un boxeador ligero de piernas y con mano de plomo: en media hora pelada te hacen besar la lona unas cuantas veces, y entran en la meta con más o menos veintisiete cuerpos de distancia sobre cualquiera. A cuerpo por minuto.
Telonear a una banda así es al tiempo una putada, una maravilla y un reto. Explicar a qué suenan sería intentar lo imposible, porque –y aquí el tópico funciona con exactitud- sólo suenan a ellos mismos, con una personalidad marcadísima, turbopropulsada, muy técnica pero al tiempo expresiva a más no poder (Hasier y Rafa son apabullantes con sus respectivos instrumentos y el rodaje de unos cincuenta conciertos les ha dado una compenetración casi alienígena). Bordean la disciplina gimnástica en algún momento, pero sin caer nunca al vacío gracias a que la música en sí misma comunica poderosamente, energética, maníaca, libre de culpa.
No quiere decir eso que no manejen una cantidad respetable de influencias, pero son tantas, tan bien digeridas (el aluvión que forma la perfección de un río) y usadas con tal naturalidad que el viejo truco con el que reseñistas novatos o cansados solucionan la papeleta se va al carajo. Como mucho, puedo decir que por momentos me hicieron recordar a los Minutemen y a las diversas encarnaciones de Mike Watt en solitario, no porque sonaran igual, ni mucho menos (aquí no hay bajo, allá es preponderante), sino gracias a esa cualidad mutante, ajena a las reglas supuestamente escritas del Rock&Roll, con querencia por las miniaturas y la urgencia, siempre en fuga y en busca de lo inesperado, que hará que algunos vean en ellos un punto jazzy.
Yo lo que veo es punk. Veo punk inteligente y de hoy mismo a raudales, en su música y en su actitud, y en los cojones que tienen para –como tantas otras bandas remarcables y suicidas que pululan por ahí- seguir con lo suyo heroicamente, sin desalentarse por el inevitable muro de la realidad que nos envuelve.  Esa realidad que hace, por ejemplo, que de los presentes en un local donde dos buenas bandas tocan gratis un tercio se dedique a zampar sin prestar atención alguna y otro a fumarse unos ciguis en la puerta, como si la cosa no fuera con ellos. Nada que no pase en casi cualquier parte.
Quizá es que todo el asunto ha muerto y nosotros simplemente paseamos un cadáver que a nadie causa ya curiosidad alguna, pero después de los Bazooka, lo dudo mucho, la verdad. Prefiero pensar, aunque sea igual de triste, que hemos tenido tal empacho de cultura de todo tipo en las últimas décadas que, sencillamente, hemos terminado por pensar que caviar todo los días por la cara es una dieta que merecemos y que, por tanto, podemos permitirnos despreciar. Acaso es por ello que, al final, comemos tanta mierda y seguimos diciendo amén.

domingo, diciembre 01, 2013

Elegancia y R&R (VIII) - EL ÁNGEL - MAÑANA NADIE


Sería fácil decir que cada tierra tiene su Lou Reed y que el nuestro fue El Ángel, aunque apenas nadie lo recuerde ya. A él no le molestaría la comparación, imaginamos. O se podría decir que cada pueblo grande tiene su Jim Carroll y que él fue el de Madrid, esa urbe de paletos y prodigios; aunque habría que discutir si esa es realmente la ciudad, o si la ciudad donde suceda el drama importa al cabo. Es sabido que cualquiera es buena para mandarlo todo al carajo. Podría decirse que -como Reed y como Carroll- El Ángel fue refractario a la luz y apreciable poeta, rockero de cuero riguroso también, profeta de una vida sin bocado, a pecho descubierto. Suicida si se quiere. Al revés que la de ellos, su muerte fue temprana.
Podrían decirse todas esas cosas, en fin, sin faltar a la verdad, pero mintiendo a la vez, porque siempre hay más, al fondo de una vida, y eso es lo difícil de calibrar. Para ello queda sólo el arte, que es al mismo tiempo el todo y un simple, débil rastro del hombre. Cuando El Ángel murió de sida en 1994, además de un buen puñado de poemas febriles, violentados y arrogantes, tiernos, consignados en el libro “Los planos de la demolición”, dejó un disco doble con el que le pasaba por la banda a su generación y condensaba una época, un disco final de rock and roll puro y enorme aliento metafísico. Hay puertas de atrás principescas, y “Polvo de Ángel” (Nuevos Medios, 94) es una de las más guapas y más oscuras que conozco. Nadie pareció enterarse, entonces. Yo, desde luego, no me enteré, aunque recuerdo algún artículo al respecto. Yo llegué tarde.
Todo eso sucedía en unos primeros noventa cuyo color se me va volviendo poco a poco desvaído: la época en la que algunos consignaron la agonía de los ochenta con precisión terrible; la que saqueó sus templos, derribó sus ídolos patéticos y, ya sin nada que perder,  formuló lo aprendido en ráfagas tan crudas y urgentes como ésta. Ya venía la ola nueva, la de una música de raigambre yanqui que con sus aciertos y miserias se impondría, al principio amateur y briosa, progresivamente -al igual que en América- sepultada por su inane versión melódica y burguesa. Feroces, emparedados en esa rompiente, algunos como Él Ángel permitieron que los  mejores aciertos de la década anterior y sus pavores más negros coagularan finalmente, a la fría luz de los hechos.
Y de hechos, entre otras cosas, de hechos difíciles de comprender, va “Polvo de Ángel”, el disco del dios animal de las calles frente a la muerte, el disco del chico cegado y lúcido que escupe, con la voz ya enreciada por el exceso: “Nada que hacer, nada que decir/nada se esconde bajo vuestro cielo/jamás podremos remontar el vuelo/no sabríamos a donde ir”. Mezcla de punk de entraña, rock urbano y afilado rock&roll neoyorquino, grabado en Sevilla con Los Volcánicos (su pareja, Ana Curra, y miembros de Dogo y los Mercenarios y de su antigua banda, Los Escaparates), el disco es  una síntesis cristalizada en azul lou reed y bañada en guitarras de quirófano, severamente afiladas, desinfectadas con una pálida llama de estupor y de entrega. Crónica de la cloaca y el éxtasis, cueva en el fondo de la tierra, en el centro de nuestra propia historia, donde se han congelado los sueños, “Polvo de Ángel” reluce como una herida de neón y de carne.
¿Por qué fue el ángel capaz de hacer ese recuento, esa suma heladora de la vida y del amor terminal? Quizá porque la presencia de la muerte espolea a quienes son capaces de mirarla a la cara, y él ya sabía que se moría. ¿Es eso lo que afila la pluma? ¿Es la desolada certeza de la última bala lo que lo baña todo con ese impávido fulgor de chulesca gloria? Yo no lo sé, pero creo que el disco lo cuenta por sí mismo, caminando sin remordimientos entre la primera neblina de otra existencia en canciones como “El mar” (“Tuve lo que quería, tuve mi pasión/lo que he perdido me da igual/soy un sueño entre la realidad”), con la insatisfacción, del que le ha pedido demasiado a la vida (“estoy buscando algo /que nadie me puede dar”), recorriendo sin cortarse un pelo la calle más chunga,  las parejas perdidas, la costra de las habitaciones sucias, contando lo que hay cuando apenas queda nada desde el mismo blancuzco corazón de la epidemia.
No es un disco perfecto, tiene algo de tanteo y de búsqueda, algunas instrumentaciones erradas, algunas canciones que son la misma, no importa. Es un disco violento, luminosamente marginal, ejecutado más que cantado, con la clase de lo inevitable. Es un disco sobre la aceptación. Y es un disco de amor. Cualquiera de sus temas valdría, en realidad, por el todo, porque todos ellos están inyectados de esa tristeza oceánica y fría del que contempla por última vez una vida a la que amó y maltrató a partes iguales, incluso aquellas más incendiadas, como “La ley de la calle”, donde retrata el ciego empuje de quien no tiene nada que perder (“¡Ei mírame!, no tengo nada…/sólo soy una rata en esta jungla de ambición/pero tengo un cuchillo y tengo una bala/que me van a dar lo que el mundo me negó…”) hasta desembocar en la humillada derrota (“Mírate cuando el miedo te come/cuando te apuntan al cuello con un fusil/cuando un policía te hace oler su aliento/y nadie va a mover un dedo por ti”). Si hubo un Wild Side aquí, y lo hubo, él lo pateó de lado a lado, y se le nota en el deje, en la compañía, en las maneras y en la voz, atravesada por demasiadas calles. En la capacidad de bailar de la poesía a la carnaza acompañado de un fuego somnoliento y sincero, puramente suyo.
Sin embargo el disco es, también, una búsqueda y un encuentro. El encuentro del perfecto mensaje de despedida. Más de uno de sus temas –los que al principio parecen pecar de largos, desperezados, disolventes, circulares-, como “Me fui de noche” (“Me fui de noche/con los caballos y el metal/me fui de noche/y no te volveré a encontrar”) parecen seguir una senda que lleva a alguna parte tanteando en la oscuridad y prefiguran, al cabo, la canción con la que se cierra el disco y la vida, ese final escalofriante al que el oyente llega desarmado si ha sido capaz de cruzar el páramo eléctrico. “Mañana Nadie”, directa al panteón de las canciones más tristes y más vivas jamás escritas, ‘memento mori’ anticipado y congelado a la blanca luz del rock&roll, es una de esas con las que se llora si a uno le queda corazón. Por fuera el que sepa y pueda, por dentro el resto.
Pocas elegancias más salvajes hay que esta, me digo, mientras la oigo otra vez, en soledad; quizá ninguna: abrirle la puerta a la muerte con un disco de vida al filo tan definitivo sonando en el estéreo. Pasa, nena, y escúchalo.
Te esperábamos.