viernes, diciembre 23, 2011

UNA SEMANA RARA EN EL BARRIO



Ha sido una semana rara en el barrio.
En el bar de menús un hombre se quejaba de que hace años, su mejor amigo no quiso pagarle un premio de lotería que habían jugado a medias. Tuve que comprarle un móvil para que me diese mi parte, el hijoputa. Así le estalle en la cara y tenga que gastarse el dinero en hacerse una nueva.
En el bar de Rock&Roll otro hombre se quejaba del yonqui que vivía en el edificio contiguo al suyo. Vacío y tapiado, decenas de pisos sin dueño criando polvo en la oscuridad. El otro día hizo un incendio, el hijoputa, por poco ardemos todos. Voy a ir con mi hermano a invitarle amablemente a salir de allí. No, no estoy borracho. ¿Donde he puesto mi cartera y mi móvil?
Lo vi dos días después, rondando por su manzana, buscando algo. Como lo pille lo mato, al yonqui, por ahora vamos uno cero. Y sacó de la manga un destornillador.
Ve por la sombra, hermano, es navidad.
Y ha sido una semana rara en el barrio.
Una mujer se quejaba de su hija de veintiséis años mientras se tomaba unos whiskys a las cinco. La rebelión, decía ella. La reintegración, decía yo, aunque uno suele volverse hacia los padres ya demasiado tarde.
Otra mujer se quejaba de sus hijo, que esta navidad la ha dejado tirada peor que a un perro. Y tenía toda la santa razón. Peor que un perro, en el rincón del bar de cocainómanos, donde al menos encuentra un poco de comprensión y de calor. Parece extraño, pero no lo es. Allí estamos todos igual de solos y somos igual de perros. Esa es la verdad.
Por la sombra, damiselas, es navidad.
Y ha sido una semana rara en el barrio.
Ganamos al futbolín todo el tiempo, las mujeres no se fijaron en nosotros. Quizá somos por fin agentes secretos de verdad, con una vida por delante para cultivar ese disfraz obligado. O quizá es que no había mujeres.
Alguien llama preguntando por una guitarra rota que abandonó.
Alguien llama para que le montes unos conciertos de tez desconocida. Ruido. Ruido.
Entrevisto a Victor Coyote, que es siempre un tipo interesante y afable. Un gallego cuerdo y cabal, rara avis, me digo. ¿Cómo ha podido ser?
Y mientras, las viejas bandas intentan florecer otra vez, saliendo como mustios capullos por debajo del embaldosado de las parejas, los curros, la inmolación en el altar de esa practica nada que espera, siempre. Demasiado tarde, amigos. Animar guateques con muchos niños. Ser excéntricos para ese último público que resta. Creceran, te despreciarán. Ya lo conoces.
Últimas fiestas de una edad de plata que nunca fue.
Por la sombra, viejos Lord Byrons de saldo, Dorian Grays demasiado confiados en su cuadro, Bryan Ferrys de permiso el rato que la mujer tarde en recordar que existen, ex poetas de lo tóxico bebiendo agua mineral, nuevos poetas de lo tóxico con los rudimentos cosidos aún en la pechera esnifando coca mala y trasegando gin tonics con pétalos de rosa.
Por la sombra, niños, es Navidad.
Y ha sido un año cualquiera en el barrio, uno más.
Tan reseco de fruto como otros. Tan preñado de fe como cualquiera, si se puede llamar fe a esto que llevamos por bandera. Parece más un trapo de cocina.
Mis barmans se quejan de dolores imprecisos.
Un hombre ha recuperado su pierna, milagrosamente. Tienes unos genes de la hostia, me dijo el médico. Flipaba.
Mis amigos se quejan de su corazón, roto periódicamente en un sutil acto de masoquismo decimonónico. En el altar de la niñez.
Y también hay gente que hace cosas. En la sombra, siempre en la sombra. Es una vecindad de héroes, nómadas extraños casi siempre en su casa frente a una mesa llena de papeles. Tan tontos como para ser héroes, sí. Tan hermosos como para serlo, pese a las caras algo más ajadas, los gestos algo más lentos, la blanca ola de la vida que borra los recuerdos detrás, incluso los imborrables.
Pepe me manda su saludo con una gloriosa canción de Diamond Rugs que oigo una y otra vez.
No es “Fairytale of New York, porque es imposible, pero le anda cerca.
“Its Christmas Eve, babe, In the drunk tank”. Esas ocho palabras de MacGowan son mi himno para el paso del ecuador.
Luego de vuelta al año, de regreso al siglo, de patitas en la calle, por donde pasa informe una masa de caras maceradas en tinto país. ¿Soy eso yo? Y que importa.
Ah, y mi hermana ha tenido un niño. Y es pelirrojo. Y soy el padrino
El largo camino otra vez. ¿Lo ves? No, aún no lo ves. Ya lo verás.
Por la sombra, hijos. Todo acaba por llegar.
Y ha sido una semana rara en el barrio.
Porque nunca es una semana normal.



lunes, diciembre 19, 2011

ULTRATUMBA MOTHERFUCKERS (I) - LEE "SCRATCH" PERRY



Nunca entré a fondo en la obra de Lee “Scratch” Perry. Las vibrantes, densas músicas de raíz jamaicana me fascinan de primeras pero me cuestan en recorridos largos. Quizá es porque dejé de fumar demasiado pronto, o quizá porque soy demasiado impaciente para esa mezcla de laxitud y tensión que me parece su principal cualidad. Pero hoy, mientras lidio sólo en casa con mi puto malhumor estructural, me encuentro de casualidad con este temazo oscurísimo y adictivo y me lo replanteo. Probablemente me equivoqué, aunque lo bueno es que estoy a tiempo de solucionarlo y encerrarme en la choza a disfrutar placidamente de mis espasmos cerebrales mientras el mundo se despeña fuera. El resto del disco donde viene, “Repentance” (2008), está lleno de apreciables majaradas, pero ninguna a la altura de este “Baby Sucker” árido como un día sin esperanzas; polvo y huesos que hablasen en lenguas inventadas desde la linde misma de la ultratumba. Como unas risas a costa de un ataque de pánico. Un susurro en la memoria reptiliana del futuro, pastoso y deshidratado a un tiempo, desnudo de todo lo que no sea la locura, como buen infierno que es. Estos son los extraños placeres invernales para nuestro tarado mundo y nuestra idiota ciudad.



sábado, diciembre 17, 2011

Either I´m too sensitive...

...or Else i´m getting soft. Con las canciones que te hacen llorar, que te tocan tan dentro que te revientan, sólo hay dos soluciones: O no las escuchas o las escuchas trescientas veces hasta que las vacías de sentido. Curiosamente ambas opciones curan amputando, eliminando la gloria, negando la realidad. Al final, sospecho, lo único importante era precisamente ese momento íntimo en el que un niñato llora solo en su habitación escuchando una estúpida canción, como una mano invisible que le tocara las tripas, que es donde está esa entelequia del corazón. Hace muchos años, sin embargo, que ninguna canción me hace llorar. Ni siquiera estas dos. Preguntarme por qué llevaría a demasiadas respuestas que conozco pero prefiero no repetir. Disfrútenlas: Dolía tanto que era hermoso.





NOTA: Después de haber escrito esto, y gracias a un comentario de nuestro FAKE RACOON favorito (AQUÍ una de sus guaridas, ACÁ otra covacha), recuerdo que he mentido, y que hace poco me hizo llorar el demoledor último disco de RAFA BERRIO, 1971. Probablemente con "Este álbum" -un clásico dentro de un clásico dentro de un clásico- aunque había varias canciones capaces del milagro. Perdona, Rafa, las neuronas van a su bola a veces.

HEROES OF TOMORROW (I) - EDGAR ALLAN POE

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AQUÍ a más resolución. Garabato cortesía de LUIS BOULLOSA & GOG Artifacts Ltd. Lapiz y pilot 0.5 sobre papel.

viernes, diciembre 16, 2011

DOG IS LIFE

Aunque mi favorito sigue siendo el naranjito este...







Y una buena reseña de su último dico.

Un león (siempre es invierno)

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(Escrito a las dos de la tarde en mi casa de Madrid y apenas editado. Me perdonarán ustedes los errores, repeticiones y trabalenguas; al cabo, hablamos de The Fall, que es en parte errores, repeticiones y trabalenguas. Me he quedado con cosas en el tintero, así que prometo segunda parte.//LUIS BOULLOSA)

La figura de Mark E. Smith ha sido glosada ampliamente por la prensa más y menos underground, siempre con un cierto gusto por retratar los fracturados ángulos de una personalidad aparentemente enfermiza, violenta, cambiante y, en definitiva, insoportable para casi todos los que le han acompañado a lo largo de los años en su banda, los inefables THE FALL. Cierto es que, después de relamerse un rato con los restos del hombre, con la penuria física a la que él mismo se ha reducido en apenas dos décadas, los exabruptos, las broncas y el desastre, no les quedaba otra que soltar alguna que otra alabanza al hecho, incontrovertible, de que su banda –es decir SU talento, aunque sea unido al de otros- es uno de los escasísimos casos de grupo de Rock que ha logrado mantenerse más de treinta años en carretera sin bajar la guardia, sosteniendo una sobrehumana tensión creativa y llegando al hoy, que siempre es medio ayer, haciendo las cosas con insobornable maestría. The Fall siguen facturando discos como rosquillas con el añadido de que sus últimos trabajos son, sencillamente, mejores que nunca. Nada hay que tenga que envidiar, por ejemplo, “Reformation Post TLC” (2007) a, sigamos “This Nation’s Saving Grace” (1985), uno de sus supuestas piedras angulares (y van...), o a uno de mis favoritos personales, el huesudo y opaco "Bend sinister" (1986). Más resabiados, más chungos y más belicosos, Mark y quien toque (los miembros de la banda van y vienen a un ritmo ya legendario) son el perro viejo que no ha perdido reflejos pese al pelaje tiñoso y el mal aliento y cuya mordedura se va a infectar, sí o sí.

La figura de Brix, su ex mujer (en la foto ambos a mediados de los ochenta) permanece sin embargo en la sombra. Leo una entrevista larga con Smith en la que viene a concluir que no desea hablar de ella porque lo que tendría que decir es, en definitiva, terrible. Y sobre sus palabras sobrevuela el fantasma de otra idea: la de que hablar de ello sería, además, enormemente doloroso. Y ya sabemos todos como es: Sólo duele así hablar de alguien a quien odias porque, además, lo quieres. Las imágenes son a veces reveladoras, por impostadas, posadas y preparadas que sean. En la que encabeza este breve desvarío aparecen los dos en su apogeo. Ella, bellísima, él, que guapo nunca fue, dotado sin embargo con esa pétrea jeta de desafío juvenil, turbia, equívoca, sardónica, infantil, que por momentos se puede confundir también con algún tipo de belleza. Con la jeta de ardilla sartriana mirando de cara al peligro. Eran la encarnación –una de las mejores que conozco- de un tópico más de la cultura, el de la bella y la bestia. El soberbio e invencible creador de ruido existencialista y... Ahí está el problema, ¿Y quién? El papel de Brix en The Fall jamás quedará, probablemente del todo claro. Musa sin duda, pero ¿cuál fue su peso en el proceso creativo y el desarrollo de la banda?

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Me recriminaba amablemente una amiga hace poco, un comentario que hice sobre las “niñas monas” en una crónica de un concierto de Lüger en este mismo blog. Decía así: “El público, por lo demás (es importante saber como es el público de uno para poder conocer las razones por las que lo abandonarán a uno y reírse de ellas sin rencores), fue el de Lüger HOY, es decir, una mezcla sutilmente variopinta: Mucho melómano puro -es decir, tipos normales o no normales que aman la música, que pueden entender por igual a los Ramones que a los Hawkwind y que permanecerán-, mucho enteradillo metido a "coolhunter" de sí mismo demasiado tarde –esos no permanecerán- y mucha niña mona que se repartirá, supongo entre las dos categorías anteriores con desgraciada preferencia por la segunda –mi sensibilidad estética, también conocida como instinto de apareamiento me impide distinguirlas del todo bien, como es lo digo-“. No me arrepiento de haberlo escrito porque creo que define una situación real y porque lo que uno piensa no es materia de arrepentimientos, sino de análisis, pero, al mismo tiempo, le concedo a mi amiga la razón. En efecto, las mujeres son a menudo tomadas en el mundo de la música (también en el mundo de la música, deberíamos decir) con poca seriedad y juzgadas con un prejuicio sexual/objetual que no se aplica a los hombres y que, curiosamente, proviene probablemente de una carencia y una inseguridad de estos. Pero que existe y jode. Y lo cierto es que convierte el camino de aquellas mujeres cuyas intenciones son serias, reales, apasionadas, puras, en definitiva, en un recorrido comparativamente más difícil que el de sus equivalentes masculinos. “Parece que siempre tenemos que estar demostrando algo”. Y en efecto, así es. Siempre tienen que estar demostrando que no son el factor desestabilizador de una economía masculina de la amistad que antes de su llegada se supone perfecta (nunca lo es). Siempre tienen que estar demostrando que por guapas que sean no están allí por guapas, ni por chupapollas, ni de atrezzo. Siempre tienen que estar demostrando que no son las mujeres del jefe, colocadas a dedo en un puesto administrativo pero vistoso. Siempre tienen que estar demostrando que piensan, sienten, crean, canalizan, son, en definitiva, una fuerza válida en sí mismas, independientemente de su sexo (aunque, coyunturalmente, distintas en determinadas sensibilidades por su causa). No es que los demás no tengamos que demostrar cosas, pero ciertamente la carga es tan lógica como absurda. Absurda por lo aberrante. Lógica, por que en el reino de tu opuesto -y el rock sigue siendo un mundo de hombres, cenutriamente “macho” a menudo- la excepción ocasional se convierte rápidamente en norma bajo el dictado de un permanente estado de sospecha. Esa es la realidad. Una trepa maligna (haylas) basta -una sóla- para levantar un estereotipo en el que el hombre ESTÁ DESEANDO CAER (a la inversa pasa también, en otros mundos). La pregunta es ¿Por qué estamos deseando caer en ese estereotipo? No tengo una respuesta clara, quizá porque la vida cara a cara, a la misma altura, se nos antoja más difícil, en lo que tiene de reconocimiento de emociones y realidades que han sido históricamente inhibidas por nuestra casta. Porque nos es más sencilla la desigualdad: Dominio o adoración (y un patético intento de combinarlos). Por miedo e incapacidad estructural y heredada para pasar, aunque sea en los momentos necesarios para la creación, por encima de esas normas marcadas a fuego que nos dividen a hombres y mujeres en predadores y presas de una manera peculiar: ambos somos ambas cosas, aunque ninguno de los dos articula ninguna de ellas de la misma manera.

Para empezar mi contra-adiestramiento, mi desprogramación, trato de mirar a esa foto de una manera nueva, o más limpia, o más real, no sé. primero veo, sin duda, lo que todos verían según LA VIEJA Y OBSOLETA LEY: una mujer guapa, casi demasiado guapa, con un hombre normal que, dicen, tiene talento (“¿Por qué?” Oigo preguntarse a muchos idiotas “¿Pues por el talento”, oigo responder a otros tantos, todos, en definitiva convencidos de que la belleza no sólo es sino que DEBE SER un elemento de venta y negociación). Veo, después, una época, ese look ochentero entre lo chic y lo improvisado que dice también cosas de ambos. Veo, después, ese fondo de invierno, que –por ser vos quien sois, Mark E. Smith- parece casi una referencia irónica a las borrascosas cumbres de la vida, su vida, nuestra vida. Veo... Veo dos personas que conviven, en esa difícil cuerda que algunos nos empeñamos en hacer más difícil aún, estirándola a capricho propio. Veo el amor (en la segunda foto el amigo Smith, el azote de los filisteos, la bestia del páramo, tiene hasta cierta cara de tonto enamorado que le está borrando la ironía). Está bien el amor, pienso. Pena que tenga esa molesta inclinación a terminarse con o sin previo aviso y a dejarte a sus primos en casa. Porque veo el amor, sí, con su amigo el odio afilando el grano de la foto. El amor, riéndose en la cara de la muerte como un chaval despreocupado, encantado de su propia belleza y poseedor de su particular erial trasero de cosas por concluir; confiado en la invencibilidad de sus criaturas.

Y me dan pena. –tratándoles ya como si fueran personajes, porque nada, al cabo, sabe nadie de nadie-. Me da pena Mark E., al que aún le duele hasta hablar de Brix. Y me da pena Brix, que con sus modas y sus trapos, a los que ahora se dedica, difícilmente podrá cubrir, en la oscuridad de los días solitarios, el aura de esa época. Es decir, me doy pena yo mismo, aunque no mucha. Me recuerdan a aquella película, “El León en invierno” en la que Catherine Hepburn y Peter O'Toole encarnan con descarnada perfección esa dualidad terrible por la cual, en algunos momentos de la vida, lo que más desearías es poder establecer algun puente, algún debil entramado de cañas y palabras, que permitiese que lo que te alimenta y te destruye pudiese estar, sin daño, por un momento, de nuevo aquí.

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miércoles, diciembre 14, 2011

domingo, diciembre 11, 2011

jueves, diciembre 08, 2011

(NOTA BREVE DE) UNA FIESTA


John Lee Hooker - No More Doggin from fotomuse on Vimeo.

Hice una fiesta. Bebimos desde las tres de la tarde hasta las cuatro de la mañana, así que la verdad es que recuerdo poco de la segunda mitad y de la pelea que la finiquitó. Pero si recuerdo que lo que realmente hizo bailar a la poca gente que todavía baila fue John Lee Hooker. El John Lee Hooker del 49/51, rasposo, vivo y chulesco aún, sacado de un disco que me compré por tres euros en Murcia y que recopila grabaciones primitivas. Sí, ese en el que hace cosas tan raras con la guitarra, contrapelado, casero, rítmicamente abrupto, y que tiene, sin embargo, parece ser, el alma con el grave denso como un escupitajo eléctrico; ese alma que le mueve el culo a la gente. Ese alma que suele yacer en el centro de los géneros de aluvión y necesidad como el blues. No así el resto de la música de la noche, excelente, pero que llovía sobre la pandilla de borrachos en lugar de propulsarlos hacia arriba. Más paisaje que latido, Más pensamiento que corazón, aunque todas esas cosas se puedan combinar, supongo. Sé que puse a los dinosaur Jr a demasiado volumen, que es como suenan bien (“Farm”, de lo mejor que han hecho nunca, aunque sea reciente), a Dylan, como no (“World Gone Wrong”, porque no en contré el insuperable “Good As i Been to You”) y también el inefable recopilatorio de caras B de Royal Trux. Y sabe Dios qué más. Pronto se acabaron de los canapés. Pronto hablamos de los romanos, de Klaus Kinski y del más allá de acá. Alguien ligó con una alemana llena de purpurina que parecía ella también salida de una peste de Herzog o un mal tripi de Altamont. Deshilachada gloria hippy y dopada, sí. Mientras, mi compañero hacía mojitos como quien reparte granadas de mano de espoleta retardada. Tardé tres días en recuperarme de la hecatombe y ahora me he recolocado el cerebro en su sitio dudo si he hecho bien, pero que importa ya. Por allí estuvieron, creo, Mr. Collins, Kim Warsen, El Señor de Los Aperitivos y esposa y, brevemente, el amigo Benitez, que se trajo a dos simpáticos colegas. Uno de ellos, me enteré, era el pintor Jorge Isla, que habló un par de veces del amor como disolución de las barreras (los límites?) interpersonales. Pese a ello parecía tenerle aprecio a ese pellejo suyo, como recién sacado de algún migrañoso canto de tripulación. Buen interlocutor. Podéis ver su muy interesante trabajo AQUÍ, aunque no es apto para depresivos crónicos o almas al borde del abismo: no parece haber en su trazo ni un atisbo de piedad o de esperanza. Tierra baldía pura, más o menos como la que quedaba en mi casa al día siguiente, al despertar. Hice una fiesta, en fin. Pero no te invité. Quizá fue eso lo único que saqué en limpio de ella, en realidad.

jueves, diciembre 01, 2011

FREAK POWER!!!

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Prsentación viernes dos a las ocho en la librería El argonauta, con Jaime Gonzalo y Antón de Discos/Libros Crudos. Una buena excusa para salir de la madriguera y respirar de nuevo el aire viciado de la ciudad.

He aquí a LA JUSTICIA

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HANGOVER MORNING & A BROKERN HEART (With Ben Salter)

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Una selección de canciones para mañanas de Resaca y para Corazones Rotos de la mano de nuestros artistas favoritos. El primero que se ha prestado al experimento ha sido Ben Salter. Aquí están sus dos listas (seis temas en el caso de la resaca). No he encontrado vídeo de “Piano Tune”, así que he puesto otra en su lugar y ya os la buscáis solitos. Feliz trago.

HANGOVER:

WHAT GOES ON - The Velvet Underground



GNOSSIENNES 1-7 - Erik Satie



PIANO TUNE - Bert Jansch & John Renbourn



WEDNESDAY NIGHT PRAYER MEETING - Charles Mingus



COME ON - The Jesus & Mary Chain



SUN COMING UP - Eric's Trip



BROKEN HEART:


SOMETIMES YOU JUST DON'T KNOW WHO YOUR FRIENDS ARE - Hits



BROKEN HEART – Spiritualized



CELLO CONCERTO - Edward Elgar



WALK INTO THE SEA – Low



CONGRATULATIONS - The Travelling Wilburys