jueves, diciembre 30, 2010

DISTANCIA, AISLAMIENTO Y COMO HACER BAILAR A LAS CHICAS - Entrevista con KILL DEVIL HILLS

(Entrevista realizada por LUIS BOULLOSA y publicada originalmente en la revista RUTA 66 en enero de 2011)

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Aviso para adoradores de medianías con sello “americana” y defensores de la teoría de que ya no hay grandes discos y todo lo que nos queda es recrearlos a escala para nuestras ficciones masturbatorias: por Australia no os hacen ni puto caso. Al menos no los Kill Devil Hills. Tres trabajos dan fe de ello. El primero (Heathen Songs, Bang 2004) fue un toque de atención en clave de western crepuscular y country malsano incendiado en bourbon. El segundo (The Drought, Bang, 06), una obra maestra poco apreciada aún, guiada por el innato, bronco talento para la emoción a flor de piel de Brendon Humphries. Con el tercero –todavía creciendo a cada escucha- lo dejaron clarito definitivamente: mucho sentimiento, pero pocas hostias. Cuando bajan el pistón alcanzan con holgura ese punto de emoción confesional que Springsteen lleva tratando de reencontrar más de veinte años. Cuando pisan a fondo oscilan entre los hits inmediatos de glorioso rock encabritado (“Nasty Bussiness”, “It´s Easy When You Don´t Know How”) y esas canciones tensas, hondas y de largo recorrido que se hacen más y más grandes a cada escucha (“When The Wolf Comes”, “The Drought”). Esta entrevista comenzó de manera medio ortodoxa, con Brendon Humphries (voz, guitarra, compositor principal) y Alex (violín, guitarras) acompañados por James Cruickshank (telonero, ex The Cruel Sea, pensador independiente, estrella de los patios traseros del rock y el tío que mejor controla una loop station que me he echado a la cara). Tras un rato de charla, comparecieron el bajista y el mayúsculo guitarrista que es Steve Joines, cuya clara intención de trasegar Jack Daniels a voz en cuello permitió que la entrevista se fuese a tomar por el culo y derivase noche arriba hasta atracar en el bar de cabecera de un servidor. La hermanante borrachera se repetiría unos días después, tras un bolo en la Boite de Madrid al que acudieron poco más de veinte personas, aunque dentro de unos años -al tiempo- la mitad del país jurará que estuvo allí. Documenta, pues, tan sólo el arranque de dos noches de caos alcohólico y excelencia artística que obviamente, no caben en el limitado formato pregunta/respuesta al que a veces nos vemos abocados. One for the road.

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(Ruido de fondo en el bar) (pregunta ininteligible)

James Cruickshank - Es difícil y caro llegar hasta aquí, pero una vez que has llegado, girar es más barato que hacerlo por Australia. Los promotores te llevan a sus casas, te dan alojamiento y te alimentan. Eso no pasa ni de coña allí. Vienes a Europa y te sientes parte de una comunidad artística, mientras en Australia te sientes casi como un desempleado por el hecho de ser músico. En Australia la cultura musical tiene que ver con el hecho de beber e ir a los bares. La gente quiere escuchar algo de música, pero quiere hacerlo MIENTRAS BEBE. Así que tienes que hacerlo a mucho volumen para que se oiga y lo entiendan, y por eso, creo, se ha producido tanto buen rock&roll.

Brendon Humphries - En Australia es difícil ganar dinero fuera del mainstream porque sencillamente no hay gente suficiente. En cierto modo es necesario irt a Europa y a América.

J. C.- Puedes dar dos shows en Sydney y dos en Melbourne y ya habrás metido a toda la gente de allí que pueda estar interesada por tu trabajo, mientras que por ejemplo en Berlín podrías hacer veinte conciertos y en cada pequeño pub encontrarte a alguna gente interesada.

Alex Archer- Y las distancias aquí son más pequeñas. El otro día estuvimos en un pequeño pueblo francés del siglo doce, en una colina, y estaba bien ver como la gente del pueblo se acercaba a ver de que iba lo nuestro. En Australia la cosa va así: tocas, te pagan poco. Y después tú te pagas la cena y te buscas el alojamiento. Para mí, este es el verdadero paraíso para venir a tocar.

B. H.- Además, Australia es un sitio tremendamente conservador en muchos aspectos. Quizá tu puedas pensar que tu país es conservador, pero comparado con aquello es tremendamente liberal.

Sin embargo, han surgido bandas enormes en Australia, y sigue siendo así…


J.C.- Es cierto que ese sustrato a veces puede ayudar al nacimiento de grandes bandas. Por ejemplo, los Saints eran de Brisbane, y ese era un lugar terrible para vivir en los setenta. Probablemente te necesita un sitio así de chungo para componer “Stranded” y ese tipo de material. Pero luego necesitas largarte para poder desarrollarlo.

B.H .- Curiosamente, las bandas australianas que son más populares aquí no lo son en australia. Los Triffids, por ejemplo, tienen un buen número de seguidores en Bélgica. O Nick Cave… probablemente no llegó a ser realmente conocido en Australia hasta que cantó con Kylie Minogue, que está en el corazón de la cultura pop australiana y es un icono allá.

A. - En Australia desarrollar un asunto creativo que sea original es complicado. La gente busca la popularidad a toda costay eso lo vuelve todo muy conservador. Si no entienden algo, se alejan de ello, y eso te mata creativamente, porque lo que necesitas es lo contrario, que te animen, que te empujen.

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¿Cómo creéis que afecta a vuestra música al entorno físico, geográfico y cultural en el que vivís?

J. C. - Con The Cruel Sea hacíamos esa música de desierto tropical y estaba super orgulloso de que los australianos estuviésemos siendo capaces de llevar nuestra música a ultramar. Quizá no sonara en la radio… pero si gustaba en Europa eso nos permitía tener un sentido sentido de lugar, porque Australia es un país muy joven, no tenemos la enorme herencia cultural y musical de siglos que puede haber en España, por ejemplo, sólo algo de folclore irlandés… y un montón de chicos blancos con el blues de la escuela privada (risas).

B. H. - Bueno, en Australia hay que conducir largas distancias, hay mucho espacio, creo que la particularidad de nuestra música tiene algo que ver con experimentar esa sensación de espacio abierto que hay allí.

A. – Creo que los australianos escriben, en una enorme parte, música para australianos; no creo que esperen o dejen de esperar tener éxito en otros mercados, como el americano. El aislamiento… Yo crecí cerca de Seattle durante aquel ridículo rollo del Grunge… ¿Todos se preguntaban ¿Qué demonios está pasando allá arriba? No digo que haya una fórmula, pero sí que cierto tipo de aislamiento termina por convertirse en estilo; de lo contrario, tampoco existirían los distintos idiomas y dialectos… llega un momento en que escribes música desde tu propio medioambiente y para la gente de ese medioambiente. El aislamiento juega un gran papel ahí, y después de años y años y años cada zona ha desarrollado una cultura particular.

Me interesa que me hableis de el modo en que componeis y sobre dos canciones del nuevo álbum que son algo diferentes: “Cockfighter” y “Words from Robin to Batman”.

B. H.- La banda la empezamos yo, Joines y Gibson, fue una suerte que nos encontrásemos. Una noche, Gibson escribió “Drinkin´ too much”, que es nuestra canción más famosa en Australia, y tuvo mucho éxito entre l
El tipo de gente que llamamos “Bogans”, que no son exactamente hooligans pero que si están relacionados con esa cultura del beber en exceso. En todo caso, pese a que no estamos conectados con ese rollo ni lo apreciamos demasiado, la canción sirvió de entrada para mucha gente, la gente hizo versiones de ella y, al final, fue lo que nos permitió girar por el país. Con el tiempo, pese a que los tres escribamos, resultó que el que lo hacía con mayor constancia era yo. Tiendo a luchar por mis ideas y constantemente llego: “Aquí está la canción”. No escribimos mucho juntos, así que venimos con la estructura en bruto y las letras.

A.- Y luego nosotros lo jodemos todo (risas)

B. H.- Y luego ellos lo joden todo y ese es el punto de partida. En todo caso, la formación ha cambiado y con ello ha cambiado también un poco la aproximación a los temas. No hacemos muchas jams, sólo de vez en cuando.

A.- El primer disco le gustó a mucha gente, ya sabes, canciones sobre beber, pistoleros, ese sonido salvaje… Luego llegó el segundo y muchos fans se desilusionaron… ¡Quérían la misma canción! Nosotros tenemos que crecer como músicos y como banda, y ellos querían que fuésemos como AC DC, que siguiésemos dándoles exactamente ese rollo que les había gustado. Esa es otra parte del problema.

Veo un punto común en tus letras. Los personajes suelen estar al borde de un cambio, aunque sea porque están al borde de un precipicio.

Escribo cuando algo… bueno, ya sabes, las putadas ocurren (risas). Luego tratas de entenderlo, y quizá las canciones sean eso, una manera de poder entenderlo. Lo que hace Steve (Joines) es mucho más duro y menos meditado. Yo estoy muy obsesionado con la escritura y la poesía. Muchas veces, de todos modos, estás leyendo algo y te sale una primera línea, y esa línea ya tiene su música. Y así sigues. Suelo empezar con la letra, raramente con la música. En “Cockfighter” lo que pasó es que siempre quise escribir una canción con ese título, llevaba diez años queriendo hacerlo y al final me salió ese montón de mierda, se la enseñé a la banda y me dijeron “tío, es horrible”. Pero soy insistente, a veces la táctica es cambiar algo en la instrumentación u otras cosas. En cuanto a “Words..:”, cuando la traje algunos dijeron “es una puta estupidez”, pero alguien más dijo “bueno, a mi me gusta”. Se requiere una cierta diplomacia para hacer pasar una canción por la puerta

A.- …es una cómica pero poética historia de amor entre dos hombres (risas)

H- Creo que al final todos hemos terminado estando muy orgullosos de esa canción. Potencialmente era una canción muy deprimente. Soy bastante consciente cuando escribo… “vale esta es otra canción desesperada sobre el amor que acaba mal o sobre la violencia…”, pero en este caso incluso el título cambia la intención original de la canción… fue una búsqueda… Es la primera o una de las primeras veces que trato un tema serio y duro desde un ángulo gracioso. Creo que ello consigue un cierto equilibrio.

J.C.- Eso es muy importante. Saber hacer que las cosas sean al tiempo tristes y graciosas, duras y tiernas… Sería una postura realmente amateur sobre el arte de escribir canciones el pensar que si no me pongo realmente serio sobre algo, nadie me tomará en serio…

Cuéntale eso a un chaval de dieciséis…

J.C.- Es verdad (risas), pero por eso me gusta el blues, el gran blues. Poque se puede bailar. Te pueden estar diciendo “mi chica me ha dejado y estoy totalmente jodido”… pero se puede bailar con ello (chasquea los dedos, risas). Creo lo siguiente: Si estás tocando en una banda y consigues hacer bailar a las chicas, tu ganas. (risas).

Steve Gibson.- ¿Teneis Jack Daniels?

jueves, diciembre 23, 2010

VIGO ROCK CITY!!!

Hace más de un año que surgió la idea de este artículo, y aproximadamente un año que finalmente se terminó de escribir. Nuestro compañero BASI, de Baiona, nos lo envió para la inclusión en un número de KAPUT en papel que entonces parecía inminente. Finalmente aquello se fue al traste, y el artículo, como otros tantos, quedó olvidado y sepultado por cuestiones de supervivencia más acuciantes. El KAPUT en papel volverá quizá algún día. Mientras, consideramos que, aunque tarde, sigue siendo interesante que el texto vea la luz y haga justicia a la actualidad de una de las ciudades más tradicionalmente rockeras del país (o a su "actualidad" de hace algún tiempo, al menos). Gracias a los implicados (redactor y fotógrafos) por su esfuerzo y nuestras disculpas por no haber sido capaces en su momento de llevar a término el proyecto. Rock&Roll!

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Que Vigo siempre ha sido un buen caldo de cultivo para el rock es bien sabido por todos. Siempre ha habido un idilio entre la ciudad del olivo y el Rock n’ Roll, y pensándolo bien, tiene muchas similitudes con otras ciudades que vieron nacer a grandes bandas. Salvando las enormes distancias, al igual que Birminghan, Detroit o Seattle, Vigo es una urbe de carácter claramente industrial, caótica, lluviosa y tradicionalmente de izquierdas, componentes que por algún estúpido motivo suelen dar lugar a prosperas escenas musicales.

La explosión de la “movida” de los 80, forjada a imagen y semejanza de la madrileña, se llevo el nombre y la gloria gracias al nacimiento de bandas emblemáticas como Siniestro Total, Aerolíneas Federales o Golpes Bajos (aunque sinceramente solo me gustan los primeros y cosas de los segundos, porque la etapa de Brian Ferry vigués de Coppini nunca me acabo de convencer). Después, la escena, lejos de dormirse en los laureles, volvió a reinventarse y a revitalizarse a principios de los 90 gracias a la apertura de clubs de Rock n’ Roll que con el paso del tiempo se han convertidos en míticos como La Iguana Club, Amordiscos, La Torre, Taberna Galáctica, Pedramola, Ras, o Código de Barras, en los cuales empezaron a traer a la ciudad, por primera vez con regularidad, a artistas de talla internacional (era increíble ver en pueblos limítrofes carteles de Ramones, Chesterfield Kings, Cynics o Nofx, para nosotros eso ocurría en otro planeta). Si a eso le sumamos la apertura de diversos estudios de grabación como Areamaster, Élite o Fusión, la respuesta no se hizo esperar y montones de chavales quisieron coger sus guitarras y formar un grupo de rock, porque después de mucho tiempo había un circuito de conciertos (festivales inolvidables como Freixo, Revoltallo o el Félix Rock ¡con Exploited tocando al lado de campos de patatas!!!), gente con quien compartirlo y muchas, muchas mas facilidades.

Y ya en el nuevo siglo las cosas no han hecho mas que mejorar. A pesar del empeño del Concello en limitar cada vez mas y mas las actividades nocturnas y de ocio, nuevas salas como La Fábrica de Chocolate (que cuenta con una productora propia), Sala Mondo, Sala Breogán (con estudio propio), o la sala A!, han tomado el relevo, si cabe con mas ímpetu, colocando a Vigo como una seria alternativa a las grandes capitales en el circuito de conciertos estatal.

Este articulo no pretende ser un informe exhaustivo de la escena musical viguesa, sino enumerar a una serie de bandas, unas mas cercanas y otras menos que actualmente ponen su granito de arena para ayudar a que el Rock n’ Roll siga gozando de buena salud. Por respeto y por galones, empezaremos hablando de dos de las bandas mas veteranas de la ciudad como son los High Sierras y Foggy Mental Breakdown.

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Los High Sierras llevan en la brecha como tal desde el año 2001, aunque todos sus miembros cuentan con un amplio bagaje en bandas anteriores como Merry Melodies, Doctor Five o los propios Foggy (muy destacables, también, Creole Kings, proyecto paralelo de Jacobo, bajista y cantante del combo donde saca a relucir su lado mas 50´s, haciendo con mucho desparpajo versiones de El Rey). Cuentan con dos reseñas discográficas editadas por City Light Records, un EP homónimo (2003) y “Fortune and Venture”(2006). De las bandas aquí citadas es la que mas carretera ha mamado, y han traspasado las fronteras gallegas en infinidad de ocasiones, compartiendo cartel con bandas del calibre de Bellrays, Violent Femmes, Danko Jones, The Jeevas, Supergrass, The Meows o Soundtrack of Our Lives. Su abanico de influencias es enorme, algunas obvias como las de Flamming Groovies, Sonic’s Rendevous Band, Stooges o Humble Pie, pero haciendo honor a su nombre (sacado del clásico protagonizado por Humphrey Bogart y Ida Lupino) y según sus propias palabras, su principal fuente de inspiración viene de los rifles, forajidos, perdedores y venganzas: “Haz lo que quieras y coge lo que puedas…”.

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Foggy Mental Breakdown a su vez han protagonizado uno de lo retornos mas esperados en la ciudad ya que esta banda, o mas bien, esta comuna de músicos itinerante, fue fundada a principios de los noventa y por ella han pasado cantidad innumerable de músicos de la zona: gente de Siniestro, Transilvanians, Dtour, Trem Fantasma o Not Kids Anymore. Sin embargo, pese a patearse prácticamente todos los rincones de la geografía galaica, solo consiguieron editar un EP en 1995. Auspiciados bajo el regazo de los Stones, Dylan, Dick Dale o 13 Floor Elevators, estos veteranos han decidido volver a la primera línea de fuego, anunciando la grabación de su primer LP “Bloody Songs Vol II” para presentarlo con una serie de directos que prometen ser muy emotivos.

Alumnos aventajados de estas dos bandas son grupos como Fishfuckers, The Soul Jacket o Vindaloo Rockets.

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Fishfuckers es una fantástica banda de Punk-Rock que empezó allá por el año 2000 bajo el nombre de Ragged Soul, aunque, tal y como los conocemos, empezaron realmente cuando Raquel entro en la banda en 2002, dotando a esta, de personalidad propia con esa voz tan femenina pero a la vez macarra, muy al estilo de The Muffs o Paybacks. Ese mismo año publican su primera maqueta que a pesar de no tener mucha repercusión les permitió darse a conocer e incluso llegan a telonear a Wayne Kramer. A partir de ahí todo fue sobre ruedas, nueva grabación e infinidad de bolos entre los que destacan los que compartieron con Supagroup en La Iguana Club, o su participación en Festival Rock This Town. Te gustaran si te molan Social Distorsion, Dickies, Black Halos pero tambien AC/DC o Motorhead.

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El reverso australiano lo encontramos en Vindaloo Rockets , tremendamente influenciados por el rock de las antípodas, formados en 2007 nunca han escondido su admiración por Radio Birdman, The Angels, Rose Tatoo, New Christs o The Saints y eso se nota claramente en sus canciones, tan solo cuentan con una demo y en estos momentos sufren un pequeño parón debido a la vuelta a los escenarios de la Foggy ya que Oscar tiene que compartir las labores vocales en ambas bandas, pero pronto regresaran con su primer disco serio bajo el brazo.

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En The Soul Jacket podríamos encontrar a nuestros propios Bellrays, beben de la misma manera de MC5, Zeppelin o Allman Brothers que de Sam Coocke, James Brown o las Temptations. Comenzaron como una banda de versiones en 2004, pero poco a poco fueron adquiriendo confianza para realizar sus propias composiciones y en 2008 graban su primer larga duración, homónimo. El principal atractivo de esta banda se encuentra en la portentosa voz de Tony que por momentos puede recordar al mismísimo Joe Cocker. Han compartido cartel con gente como los míticos Tito y Tarántula y participado en certámenes como el Jack Daniel´s Backstage Tour o el Festival de música de San Adrián de Navarra.

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En una honda mas cavernícola y psichobilly tenemos a Los Cadaveras, duo formado por dos clásicos de la escena viguesa como Indy Tumbita y Manu Passadena, que en anteriores etapas han sido parte de formaciones como Pussycats o Tumbitas, y que han unido sus fuerzas para dar luz a este proyecto que pretende sacar a flote los estados mas primarios del rock y en el cual el virtuosismo no tiene sitio, sus referencias: The Gories, The Legendary Stardust Cowboy, Pussy Galore, The Cramps o Kid Congo Powers.

Como una ciudad también es su periferia, es preciso citar a un par de bandas del área metropolitana de Vigo. La conexión y la dependencia de los pueblos cercanos con Vigo hacen que prácticamente formen un todo indivisible.

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Por un lado en Baiona tenemos a Rivermind, banda formada por músicos forjados en mil batallas y con diversas formaciones que abarcaban estilos dispares como el hardcore/punk, el metal, el funk o el power pop, nombres como Ninguno, Losteve, Small Coffins o Kuality le sonarán a cualquier aficionado a la música del Val Miñor. Con Rivermind han conseguido resurgir de sus cenizas y crear un proyecto muy prometedor que esta causando gratísimas sensaciones, mostrando su cara mas melódica y recordando a los primeros y vigorosos Pearl Jam o a los Screaming Trees de Mark Lanegan con canciones llenas de fuerza y emotividad (la sombra de los Deftones siempre estará ahí) que no hacen mas que incrementar las ganas de que pronto sean registradas en un estudio y las den a conocer en directo. Darán que hablar.

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Por último citar al grupo mas irreverente y divertido de todos: desde A Guarda, Los Abrasivos, y si antes decía que teníamos a nuestros Bellrays particulares, pues aquí tenemos a nuestros Turbonegro. Punk y rock n’ roll de alto voltaje con un ojo puesto en The Clash, Adolescents, No Means No o Black Flag, pero con una actitud desenfadada y lasciva. Con un disco a sus espaldas, estos grandes performers y mejores músicos tanto se apuntan tanto a marcarse un tema de los Hidromatics o el “Tommy Gun” de los Clash como el “Amante Bandido” de Miguel Bosé, así que creo que sobran las palabras: pocas bandas mas autenticas y glamurosas han salido de la frontera con Portugal, y ojo con sus letras, en castellano (¡que también hace falta, qué coño!) y muy buenas.

Pues esto ha sido todo, amigos, muchos se han quedado en el tintero, pero todos forman parte de la misma familia y tienen la misma importancia para seguir adelante. Rock on!!!

viernes, diciembre 17, 2010

Decapitar a un ruiseñor

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En realidad con esta foto bastaría para expresar mi opinión sobre el amigo OZ (y de paso sobre su inclusión como cabeza de cartel en el próximo Azkena), pero por si acaso, adjunto, con ligeras correcciones, lo publicado recientemente en el Ruta 66. Se admiten insultos y réplicas. Prefiero los insultos.

Restos de Serie, sueños de cleenex, decían los Vox Animal en en un disco que no era Blood on the Tracks pero que hablaba de nosotros: de ti, de mí y de Ozzy, también. Ozzy, ese descenso a pulmón en el noble arte de la autocaricatura. ¿Qué hace uno cuando no le aguanta el tipo a su propio pasado?: se come un murciélago. ¿Cuando no tiene zarpa en medio de una gira?: una rayita de hormigas. ¿Cuando décadas de abuso le dejan la cuenta y el cerebro como un decorado de Blade Runner?: exhibir a su neurótico cancerbero (su mujer y manager Sharon, a la que se puede ver en la foto sobándose en el jacuzzi) y a sus hijos tarados al escarnio público a cambio de dinero. Porque neurosis tenemos de sobra, todos, pero dinero no. Ah, y entre medias, música, sí; una patética carrera siempre a la sombra de guitarristas que le compongan lo que el no puede y amparen su atonal y monotemático aullido de abuelita del Creepy. Randy Rhoads no estaba mal (tuvo una muerte muy Ozzy) y con él sacó lo poco digerible que ha hecho en solitario (Blizzard of Ozz y Diary of a Madman). Luego vino Zacarías y ahora tiene un griego. Pues vale. Yo siempre dije que a un holocausto nuclear sobrevivirían las ratas, las cucarachas y los heavys. El empeño de Ozzy en autoejecutarse y no lograrlo lo demuestra, pero podría abstenerse de alargar nuestra agonía con discos que nos hacen falta tanto como tener dientes en el culo (eso también sería muy Ozzy). Saber, en suma, que como émulo de Crusty el Payaso que es, no los necesita. La reseña de su último cacharro en el Ruta es también la crónica de defunción mental de toda una generación que empezó fumando porros como Dios manda y ha terminado consumiendo merchandise de los Kiss y viviendo de la nostalgia antes de cumplir los cuarenta. Cómprense un griego ustedes también. A ver que tal.// LUIS BOULLOSA

miércoles, diciembre 08, 2010

DRIVE BY TRUCKERS – (Madrid, 24-11-10)

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Me aficioné a los Truckers en la temporada –puro western crepuscular- en la que viví en Murcia. Durante unos meses “Decoration Day” fue la banda sonora del polvoriento piso de protección oficial que me alquilaba bajo cuerda un picoleto. Hay discos para lugares y discos para situaciones y aquel, sin ser ninguna obra maestra, parecía ser perfecto para ambas cosas, entonces: para mi exilio mental, lejos de casa y amigos, y para mi ubicación en una barriada condenada a la desaparición –medio pueblo medio ya ciudad, emparedada entre limonares abandonados y urbanizaciones a medio construir-. Quizá yo mismo era un personaje de “Decoration Day”. Supongo que alguna vez lo pensé así. Me ha seguido pareciendo el mejor trabajo de los Truckers (“Dirty South” me gusta también, el resto declinan dignamente) porque caminaba en un justo punto entre lo rasposo y lo emocional que lo hacía adictivo: sin producciones excesivas, con una aspereza que ayudaba a transmitir su previsible mitología del sur bronco de una manera eficaz. Y eso es lo que la banda tiene para dar, por suerte o desgracia y por mucho que en desbocadas crónicas, a muchos se les llene la boca de comparaciones grandilocuentes: Honestidad, eficacia y algunos momentos contados de conexión emocional en los que rozan ligeramente la tripa de bandas mayores. No es poco.

Así, al menos lo demostraron en un agridulce bolo en la sala Heineken que tuvo tantas luces como sombras. En su haber queda que consiguieron que el garito sonase (y conseguir que la puta mierda de la Heineken suene -ya no bien o mal, sino que simplemente suene- es trabajo de maestros). Y queda también que su entrega es indiscutible, no ya por una cuestión de poses y arrebatos sino porque más de dos horas de show coherente y en crecimiento no están al alcance de todos. En el debe, por desgracia, el hecho de que la banda esté descompensada, cargado todo el peso sobre las tres guitarras (brillantes por momentos, con ocasionales incursiones de steel guitar) pero falta de fuste en todo lo demás, vease bajo (la ex de Isbell no da la talla en ningún momento), batería (el amiguete con pinta de roadie de Neurosis parece estar para pasar el rato) y teclista (o demasiado fumado esa noche o prescindible). Así las cosas, consiguieron sin embargo trabar un sonido denso y abigarrado, quizá una malla demasiado tupida, incluso, para aquellos a los que nos gusta que la música respire de cuando en cuando a base de silencios. “Con Isbell si lo hacían”, me dice un colega. Pero Isbell ya no está.

Todo ello desembocó en el hecho irrevocable: Faltaban canciones. Y es que, pese a quien pese, los Truckers tienen canciones buenas (bastantes) pero ninguna canción enorme, y les sobran, en cambio, un buen puñado de medianías que salvan con oficio pero que en un concierto tan largo pueden dar lugar a amplios ratos de sopor. Cuando ejecutaban sus mejores temas (Marry Me”, con la que abrieron, “Sink Hole”, “Women without whiskey”, “Where The Devil Don’t Stay” o “Lookout Mountain”) la cosa subía y la banda, jugando a favor de talento, alcanzaba una considerable presión. Cuando no lo era, todo se venía abajo, pese a la buena ejecución y a una entrega escénica que fue principalmente cosa de Hood. Les salvó una recta final en la que dejaron caer una gema de su próximo disco que presagia mejores tiempos (“Used to be a Cop”) y un “State Trooper” de cierre en el que las guitarras echaban humo y con la que saldaron sólo muy parcialmente, sus enormes deudas con Springsteen.

Una banda, en fin, tan competente como derivativa, cuya fijación con figuras demasiado grandes no hace sino dejar al descubierto sus carencias. Porque, no nos equivoquemos, no es que Hood y Cooley no sean The Band, Crazy Horse (aunque toquen mejor) o la Creedence. No es que sus composiciones no le lleguen al tacón de la bota a las de Young, Dylan o el citado Springsteen: es que incluso Steve Wynn, Jayhawks o Giant Sand, por citar a tres que se me ocurren sobre la marcha, les quedan aún muchas millas por delante. Honestos, sí. Cumplidores, sí. Queribles. Respetables. Pero de genio, mejor ni hablar. //GATO PALUG

Esta reseña fue escrita originalmente para la web musical RATED MUZIK, que recomendamos vivamente a todos nuestros inexistentes lectores y berserkers.

Used to Be a Cop - Go-Go Boots - Drive-By Truckers from Drive-By Truckers on Vimeo.