viernes, diciembre 17, 2010
Decapitar a un ruiseñor
En realidad con esta foto bastaría para expresar mi opinión sobre el amigo OZ (y de paso sobre su inclusión como cabeza de cartel en el próximo Azkena), pero por si acaso, adjunto, con ligeras correcciones, lo publicado recientemente en el Ruta 66. Se admiten insultos y réplicas. Prefiero los insultos.
Restos de Serie, sueños de cleenex, decían los Vox Animal en en un disco que no era Blood on the Tracks pero que hablaba de nosotros: de ti, de mí y de Ozzy, también. Ozzy, ese descenso a pulmón en el noble arte de la autocaricatura. ¿Qué hace uno cuando no le aguanta el tipo a su propio pasado?: se come un murciélago. ¿Cuando no tiene zarpa en medio de una gira?: una rayita de hormigas. ¿Cuando décadas de abuso le dejan la cuenta y el cerebro como un decorado de Blade Runner?: exhibir a su neurótico cancerbero (su mujer y manager Sharon, a la que se puede ver en la foto sobándose en el jacuzzi) y a sus hijos tarados al escarnio público a cambio de dinero. Porque neurosis tenemos de sobra, todos, pero dinero no. Ah, y entre medias, música, sí; una patética carrera siempre a la sombra de guitarristas que le compongan lo que el no puede y amparen su atonal y monotemático aullido de abuelita del Creepy. Randy Rhoads no estaba mal (tuvo una muerte muy Ozzy) y con él sacó lo poco digerible que ha hecho en solitario (Blizzard of Ozz y Diary of a Madman). Luego vino Zacarías y ahora tiene un griego. Pues vale. Yo siempre dije que a un holocausto nuclear sobrevivirían las ratas, las cucarachas y los heavys. El empeño de Ozzy en autoejecutarse y no lograrlo lo demuestra, pero podría abstenerse de alargar nuestra agonía con discos que nos hacen falta tanto como tener dientes en el culo (eso también sería muy Ozzy). Saber, en suma, que como émulo de Crusty el Payaso que es, no los necesita. La reseña de su último cacharro en el Ruta es también la crónica de defunción mental de toda una generación que empezó fumando porros como Dios manda y ha terminado consumiendo merchandise de los Kiss y viviendo de la nostalgia antes de cumplir los cuarenta. Cómprense un griego ustedes también. A ver que tal.// LUIS BOULLOSA
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