Como todo el mundo sabe, si hay una holocausto nuclear sobrevivirán sólo las ratas, las cucarachas y los jevis. Esta afirmación no es despreciativa, sino todo lo contrario. Cuando era chavalín –al menos a sí lo recuerdo yo- en mi pueblo había muchos rockers y muchos punkis (y muchos, muchos más yonquis, pero esa es otra historia). Dos o tres años después, cuando empecé a salir por ahí a emborracharme, quedaban tres rockers (reconvertido alguno en simple fascista) y un punk. De ellos, los que tenían algún interés por la música se dejaban caer por… ¡el bar de los jevis! Y amigo, lo cierto es que ese fue el primer lugar donde escuché a Leño, a Hendrix o a Janis Joplin, aparte de la metralla cornuda de turno. Barco escuela. El jevi metal es un barco escuela: es necesario para empezar a hacerte un hombre, pero conviene abandonarlo pronto so pena de acabar siendo una nenaza, calcificado en una pose prescrita y luciendo unas pintas deleznables de fiesta de disfraces. De las épocas de cocinillas previas al cenobio, conservamos sin embargo querencias, recuerdos y verdades que nadie nos puede arrebatar. He aquí la lista de mis bandas de metal (o cerca del metal) favoritas de todos los tiempos y una explicación del porqué de sus reinados.
NAPALM DEATH: El primer disco de los Napalm que escuché (lo
conservo) me lo compré por trescientas pesetas en la cubeta de saldos de un BOB’s
(equivalente al actual VIP’S). Fue en Madrid, puede que el mismo día que me
agencié mi primer ejemplar del Ruta 66 (número 68, Dylan en Portada, ya han
corrido 20 años). Eran una Peel Sessions (DEP) que me cambiaron la vida y demostraron
que mi afirmación habitual de que determinadas músicas necesitan de instrucción
previa para ser comprendidas es una fantochada y falla a menudo: los entendí.
Sigo siendo fan a día de hoy aunque considero que sus dos primeros álbumes (con
el inefable Mick Harris a la dañina bataca) siguen siendo su cúspide absoluta:
una especie de síntesis core que explota e implota a un tiempo, reveladora,
ascética, oscura y luminosa. Los vi por primera vez en directo hace algo más de
un año, también en Madrid y en situación atípica: Barney Greenway (voces) había
colapsado en el bolo anterior y estaba hospitalizado, así que tocaron en
formato trío y a micro abierto (pasaron a hacer sus pinitos vocalistas de
bandas locales y algún espontáneo). Aún así, sonaron agrestes y demoledores,
más punk, en el fondo, que jevi, demostrando que cuando uno tiene voluntad de
hierro “para” no es una orden que se acate con facilidad. Leyendas.
MORBID ANGEL: Lo primero suyo que oí fue la descuartizante “Chapel
of Ghouls”, en un recopilatorio en vinilo del sello Earache que me pillé de
saldo en el Club de Amigos del Disco (Madrid). Me bastó para amarlos de
inmediato. Luego los vi dos veces en directo, creo que las dos en la extinta
sala Katedral, y aquello eran palabras mayores. Me gustan las bandas
hipertécnicas que suenan sin embargo asilvestradas. Los Morbid eran de esos y
pese a su burricie y salvajismo, tenían un toque de jevi clásico que no llegaba
a ser hortera, lo cual es un milagro. Dioses olvidados.
BLACK SABBATH: Mis dos primeros discos de Jevi metal fueron
el recopilatorio “Hot & Heavy”, de Scorpions y “Blackest Sabbath”, otro
recopilatorio, que recorría lo más granado de los Sabbath, dando fe de todas
sus épocas y sus distintos vocalistas. Este aún lo puedo escuchar sin sentir vergüenza
ajena (el caso es que sospecho que el otro también, manda huevos). Aunque,
inevitablemente, la era Ozzy es la mejor, recuerdo que “Sign of the southern
cross”, con el enanete cornudo Ronnie James Dio, me la ponía bastante dura a
mis tiernos y épicos 15 añitos. Anda que no molaba.
IMMORTAL: Infraghouls de la edad glaciar, coleguillas de
farra –tienen toda la pinta- de aquel Merlín de John Borman que habitaba en
cavernas frigoríficas, deberían tener un cameo urgente en Ice Age, en odínica misión
para recuperar la bellota de los cojones. Suenan infernalmente como el culo (como
debe ser, en su caso) y son la sublimación temprana de un género –el Black metal-
que luego ha dado en repetirse primero hasta la náusea y después hasta el
chiste facilón. Si no me repugnaran los Kiss diría que estos son mis Kiss de la
ultratumba. Black is black (I want my baby back)
SEPULTURA: Brasileños, bautizados en honor a un tema de Motörhead
(“Killed By Death”, creo recordar) y durante muchos años mi banda de metal
favorita. Implacables reyes del ultra-trash desde el “Beneath The remains”
hasta el “Chaos A.D”, pasando por el mega-clásico “Arise”, todavía retumbaban
poderosos e integros en tropicalizado “Roots”, último álbum con el zampabollos
de Max Cavalera como frontman. Mi favorito personal (hoy) es el citado “Chaos
AD”, quizá su álbum más punk y menos heavy y donde, creo recordar, había una
colaboración del cretino de Biafra (en la epatante “Biotech is Godzilla”) y una
versión de New Model Army. Tienen también un video en directo grabado en
Barcelona (“Under Siege”) y su versión de “Orgasmatrón” de los de Lemmy aún
resuena en mi recuerdo en una lejana noche de farra del 92 en Burela, ciudad
portuaria del norte de Galicia en donde, en aquellos tiempos, sólo había jevis
y marineros (y era de presumir que algunos compartían ambas parafilias).
SLAYER: Cuando alguien dice la palabra nihilista, no se
porqué, pienso en ellos. Deben tener tan poco cerebro como notas les sobran, y
sin embargo, por alguna razón oculta, fueron grandes. Y “Decade of Agression”
sigue siendo uno de los mejores discos jevis en directo de la historia, si no
el mejor.
PANTERA: Número dos en mi lista de epifanías violentas: “Fuckin´Hostile”,
especie de inesperado fist fuckin’ adolescente contenido en el im-pres-cindi-ble
“Vulgar Display of Power”. El anterior, “Cowboys from Hell”, era ya bueno, y el
siguiente, el ultrabruto “Far Beyond Driven”, molaba bastante (con curiosa versión
de “Planet Caravan” incluida), pero jamás volvieron a ser capaces de repetir el
nivel de furia ciega y odio escupido al jeto con asesina precisión. Fueron la demostración
palmaria de porqué es grande el Rock&roll: porque un puñado paletos sureños
con dificultad para escribir sus nombres y encubierta querencia por el glam
pueden poner el mundo patas arriba gracias a sus cojones y a un momento de
gracia. Ah, y a la presencia de uno de los mejores frontmen de todos los
tiempos, ese Phil Anselmo que siempre seguirá siendo adorable, por mucho crack
que haya llegado a fumar. Recomiendo el visionado del video de un Monsters of
Rock en Moscú donde se lía parda durante su actuación. Aún no superados en lo
suyo.
HIGH ON FIRE: Hacen las portadas más feas del mercado, esas
que dibujaba tu compañero melenudo del instituto mientras duraba la clase de
matemáticas. Son más jevis que el viento y no lo ocultan, y sin embargo tienen
una baza ganadora: su naturalidad. Agrestes, empecinados, peliagudos, armados
hasta los dientes. Si tienes que elegir entre enfrentarte a un Nazgul o a Matt
pike, eliges un Nazgul. Nacieron tarde para hacer la banda sonora de “Conan el
barbaro”, pero da igual: te pones “Blessed Black Wings” y Conan eres tú mismo y
el mundo está bajo tu espada. Directo desmontante, amiguetes.
TODAY IS THE DAY: Una de las mentes más perturbadoras del
metal, Steve Austin. Quizá la más perturbadora. En el infierno hay un psiquiátrico
entero para él. Para que lo dirija, claro. “In the Eyes of God” es un disco de
otro mundo, y casi todo lo demás es sobresaliente, exceptuando quizá “Kiss The
Pig”, pero incluyendo el demencial y trastornado doble “Sadness Will Prevail”.
VOIVOD: Eran canadienses, pero se les perdona. Creo que de
puro malos eran cojonudos (igual que Celtic Frost, por decir alguien).
Experimentales para los standares del jevismo de su tiempo.
SUICIDAL TENDENCIES: Empezaron siendo hardcore, y esa es la época
que vale, pero como tocaban setecientas veces mejor que cualquier grupo de
hardcore que haya existido jamás, terminaron cometiendo el error habitual y
haciéndose jevis. Sin embargo, siempre les ha quedado algo de esa violencia
visceral y ese sarcasmo directo que les hizo grandes. Por no hablar de su pinta
de killer pachucos, su famoso “I shot reagan” en el arranque de “I shot the Devil”
o la mejor canción zumbadora de todos los tiempos “Trip at the Brain”. En su
momento, Dioses absolutos, y en su debacle metalera, todavía aprovechables. Que
Robert Trujillo haya acabado de mercenario en los patéticos Metallica confirma
que el mundo no es justo y que los punks deberían morir jóvenes para no poder
traicionarse a sí mismos (y de paso a todos los demás)
GODFLESH: Gélidos e industriales. Puro muro de granito
inglés, apocalíptico y urbano. Quizá al metal lo que Joy Division al rock,
aunque ni siquiera se les pueda considerar exactamente metal. Compruébalo tu
mismo, hazte ese favor.
IMPALED NAZARENE: Dejaron de interesarme cuando empecé a
vislumbrar que había algo de cierto en todo su chiste homófobo y filonazi
(nadie mantiene un chiste durante dos décadas si no tiene algo de verdad
personal). Lo de satánico me daba más igual, y me caen bien las cabras. “Suomi
Finland Perkele”, el primer disco que les escuché, sigue siendo sin embargo un álbum apoteósico y
regio en su procesional oscuridad, su furia militar y sus ocasionales pepinazos
Motörhead. “Ugra Karma”, el anterior, una cegadora aura de seta atómica y los
posteriores “Rapture” (afiladamente punk) y “Nihil” (afiladamente jevilón) dos
trabajos de aplastante pegada. “Do you want total war?”
BURZUM: Varg Vikernes, pensador paganista conocido también
por haber inventado el black metal y por su afición a quemar iglesias, asesinar
rivales artísticos a puñaladas, cumplir condena con entereza y regresar al
ruedo para reinventarse en tres discos mayúsculos, entre ellos el enternecedor “Fallen”,
que este cronista definió como “el primer disco de black metal primaveral”. “Hvis
Lyset tar Oss” y “Filosofem”, de sus inicios, son obras maestras absolutas de
turbio minimalismo y visceral repetición. Ámalo u ódialo, pero es un genio
igual.
2 comentarios:
Muy buen articulo. Más que nada, porque simpatizo con el 95% de los grupos que nombras.
Un saludo.
GRACIAS! ¿cuál es el cinco por ciento restante?
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