Repetitivo, desarticulado, soterradamente pop y oscuramente luminoso, “Shit in the Garden”, el Segundo largo de
PINK REASON es una epifanía que muchos recuperarán con el tiempo,
asombrados de no haber estado allí cuando sucedió (aunque no lo confesarán, ya
se sabe que en el primer concierto de Ramones estuvo todo dios). Esta en él
todo lo que se les pide a los hypes underground y que tan raramente dan, además
de una saludable visión punk, un ojo innato para el hit de ultratumba y un
detallismo tan cacharrero como cautivador. Con dificultad, conseguimos
contactar con Kevin Failure, el genio de la lámpara, que contestó amablemente a las preguntas de KAPUT. Lejos de su convulsa
vida anterior, parece haberse equilibrado y la nueva encarnación de la PINK REASON es una banda en toda regla y no un vagabundo a la fuga que va dejando perlas tras de sí. La versión original en inglés de esta entrevista, perpetrada por LUIS BOULLOSA, ha sido publicada en PERFECT SOUND FOREVER, uno de los magazines musicales on-line más antiguos en activo, y puede ser leída AQUÍ (con una introducción distinta y acaso más reveladora). Disfruten, el autor afirma que es una de las mejores entrevistas vía mail que ha hecho jamás.
KAPUT- Has dicho que en
un tiempo estuviste obsesionado con transformar toda la mierda de tu vida en
oro, y que la música era el ritual mágico para eso. Suena como alquimia,
alquimia vital… ¿Puede la música curar y transformar las cosas? ¿Cómo? ¿Funcionó?
KEVIN FAILURE- Ciertamente,
la música ha tenido un papel transformador en mi propia vida. Yo fui un
descastado social desde el mismo momento en que entré en la escuela. Todas las
escuelas tienen un chaval como yo, al menos en los Estados Unidos, y yo era el
de la mía. Ya conoces el tipo, ese que es universalmente odiado a un tiempo por
alumnos y profesores. Ese chaval con el que todos se meten, incluido el maltratado
de la clase. Tuve muchos líos allí por “instigar problemas”. Así es como
justifican el castigar a alguien por ser la víctima de los abusos. Me pusieron
en clases para “necesidades especiales”, con niños que estaban mental o
emocionalmente discapacitados. Se me consideraba un estudiante “en riesgo”. En
riesgo de qué estaba yo exactamente nunca fue explicado. Así que dejé la
escuela a la edad de 15 años, y en la
época en que los chavales que hubieran sido mis compañeros de clase se estaban
graduando en el instituto yo ya tenía una condena por drogas que impedía que
pudiera conseguir un préstamo para estudiantes e ir a la universidad. Mi
familia estaba atenazada por la pobreza. No había gran oportunidad para que
alguien como yo tuviese un final feliz. Y no lo ha tenido mucha gente a la
que he conocido en esta vida, desafortunadamente.
Mientras crecía, la
música fue mi evasión ante la hostilidad y la violencia con la que hube de
encontrarme en el mundo. Durante la pubertad, me convertí yo mismo en músico y
empecé a usarla para canalizar mis emociones y experiencias convirtiéndolas en
algo tangible que pudiese usar como moneda. Era un chanchullo. Era un pase que
me permitía el acceso a la gente más mayor de la escena punk y a su comunidad.
En ocasiones, usé el hecho de ser músico para poder encontrar comida o cobijo.
Era duro, era una lucha, pero había un cierto sentido de orgullo en lo que
estaba haciendo, y eso era algo.
Finalmente, supongo que
cuando llegó el momento apropiado, me permitió un acceso aún mayor a mundos
exteriores a aquel que yo ya conocía. Eso me permitió viajar y conocer gente.
Conocí a mi mujer a través de la música. Me ha conseguido la mayor parte de los
curros que he tenido. Me ha llevado alrededor del mundo.
En estos tiempos, tengo
un lugar en este mundo. La vida no carece de problemas, pero mi posición ahora
es muy distinta de aquella en la cual nací. Ha sido la música la que me diferenciado
de mis coetáneos mientras crecía. La he usado para, esencialmente, construir la
vida que quería. Suelo estar ocupado, y a menudo estresado, y siempre habrá
problemas, pero la música me proveyó de libertad, independencia y algo que se
asemeja a la satisfacción.
K.- ¿Es todavía ese tu
objetivo o ya has transformado la mierda en oro? ¿Tiene todo ello algo que ver
con el título de tu disco “Shit in the garden” (Mierda en el jardín)?
K.F.- “Shit in the garden” era sobre la alquimia,
pero también sobre la fertilidad. No hay final, por lo que yo puedo ver, en
aquello que hago. Los tiempos y las circunstancias cambian, pero, como alguien
que ha viajado toda su vida, he aprendido a adaptarme a esas cosas.
K.- Se ha hablado mucho
de tus tiempos de chaval en Rusia y se te ha retratado como un vagabundo, yendo
de ciudad en ciudad. ¿Aún vives así?. Qué te trajo ese tipo de vida y como
influyó en tus letras y tu modo de componer?
K.F.- Ese estilo de
vida me trajo la música que hago. Hoy, tengo una mujer y un hijo. Pero eso
también es nuevo para mí. No puedo predecir qué traerá el futuro, pero seguro
que habrá movimiento. Mi mujer también tiene un corazón aventurero y ha estado
en unos cuantos sitios por su cuenta.
Creo que debería ser
obvio como en el pasado ese tipo de vida me llevó hasta las grabaciones caseras
de baja fidelidad. Y creo que la gente que escuche lo que estamos haciendo
ahora como banda podrá oír el hecho de que ahora tengo una vida más estable. Tengo
una banda a tiempo completo. Grabamos en un estudio. Puedo permitírmelo ya que
permanezco en un lugar el tiempo suficiente para ahorrar algo de dinero de mi
trabajo. Pink Reason lo consigue de la manera que pueda. Por cualquier medio
necesario, pero también por cualquier medio que esté a nuestro alcance
económico.
K.- El DIY (siglas de
Do It Yourself, hazlo tu mismo. N. del T.) suele ser dibujado como una elección
política, pero a menudo parece más un método de trabajo inevitable. ¿Te
gustaría tener mejor equipo y más dinero para grabar libremente?
K.F.- Desde luego.
Especialmente ahora que estoy relativamente estable y de algún modo fijo por un
tiempo. Es más fácil tener un buen equipo cuando no tienes que preocuparte de
cómo lo vas a meter en tu mochila. No me
importa mucho el fetichismo “lo-fi”. Venimos de la pobreza, y es por ello que
hemos grabado “lo-fi” en el pasado. Siempre habrá idiotas viviendo “a lo pobre”.
Son buitres de la cultura, que les den.
K.- Consideras que tu
música está cerca de la técnica de collage? ¿Cómo construyes las canciones y
cuál es la importancia de los accidentes en el proceso?
K.F.- Es siempre
diferente. A veces son como collages, fijo. A veces es solo la típica
construcción rock. Trato de no quedarme estancado en ningún modo particular de
hacer ninguna cosa. Hay elementos de improvisación incluidos en lo que hace la
banda, y los “accidentes” son bienvenidos a veces, pero soy muy critico con mi
trabajo y el de los músicos con los que toco. Intento no dirigir demasiado a la
gente con la que trabajo, pero sino estoy contento con como interpretan, no
trabajaré con ellos.
K.- ¿Consideras que tu
música es urbana, que la ciudad, como concepto, tiene una importancia en ella?
K.F.- A veces. Viví en
Brooklyn durante cuatro años mientras tocaba con Pink Reason. Mientras estaba
allí, el sonido de la banda estaba ciertamente influido por la ciudad misma.
Las experiencias y emociones sobre los que canto, sin embargo, no se limitan a
“la ciudad” y la banda se formó en la comunidad, bastante rural, de Superior,
Wisconsin, en la punta más al norte de aquel estado. Mucho del trabajo
primerizo de la banda se hizo en una granja lejos de cualquier cosa que se
pareciese a una ciudad, en el norte de Wisconsin. La verdad sea dicha,
preferiría vivir en el campo, aunque hay también sin duda muchas ventajas en
vivir en una ciudad.
K.- ¿Cuál es la
importancia de la repetición en tu música?
K.F.- A veces tiene un
papel muy importante. Especialmente al principio de la carrera de la banda yo
estaba haciendo intencionadamente música que fuese hipnótica. En este momento
diría que es menos importante, aunque mucha música utiliza la repetición. Los
ritmos, los riffs y los estribillos se repiten a través de la música que está
basada en el rock. Hay una fina línea entre
algo que te succiona a través de la repetición hipnótica y algo que simplemente
es aburrido. Supongo que el lugar en el que esa línea se encuentra para ti
depende de si te gustan o no las drogas.
K.- Aunque tu música y
la suya son diferentes, el nivel de caos de Pink Reason me record a Royal Trux,
una banda que me encanta. Con bandas así siempre me pregunto a mí mismo… ¿qué
parte de ese caos está bajo control?
K.F.- Supongo que
depende de cuando lo preguntes. Intento trabajar con gente que entiende lo que
es de buen gusto y lo que no, para no tener que trazarles límites, sean sonoros
o de comportamiento. Me gustaría pensar que hemos ganado más control con el
paso del tiempo. La primera vez que Pink
Reason tocamos con la formación actual, yo acabé sangrando hasta quedar
inconsciente mientras aullaba una oración para la audiencia. En aquel punto,
tenía poco control del caos.
K.- ¿Qué tipo de gente
va a tus conciertos?
K.F.- De todo, desde jóvenes
y hermosas mujeres hasta viejos gordos. Tenemos estudiantes, yonquis,
coleccionistas de discos. Algunos abogados, algunos criminales. Algunos
maderos. Sí, hay al menos un par de maderos que son fans y vienen a todos
nuestros espectáculos cuando venimos al pueblo. Uno de mis fans en la ciudad en
la que vivo ahora apuñaló a alguien hace poco. Conocí a mi mujer en un bolo al que
la había traído por la fuerza un tipo que está metido en la brujería… También varía
de ciudad a ciudad: a veces son punks crust, otras, indie rockers. Supongo que
la distinta gente le gustarán cosas distintas de la banda, pero no creo que
tengas que ser un tipo concreto de persona para apreciar las canciones.
K.- ¿Cuál es la
formación actual?
K.F.- Yo toco la
guitarra y canto. Matt toca la guitarra solista, él es el líder de Psychedelic
Horseshit, también. Nuestro bajista, Shawn, estaba originalmente en TV Ghost y
nuestro batería, Rich, ha tocado la bataca con Horseshit y Eat Skull y es
también humorista.
K.- La primera vez que
escuché “Sixteen years” me quedé alucinado. Para mí, esa canción es como un
violento y moderno punto medio en un triángulo formado por el Lou Reed más
experimental, el trabajo en solitario de Michael Gira y, quizá, los Joy
Division… ¿te interesan esos artistas?
K.F.- Todos esos
artistas fueron influyentes para mí al final de mi adolescencia. Todavía me gustan
bastante todos ellos, aunque ya no escucho nada de ese material regularmente,
excepto quizá a la Velvet, sobre todo el material en directo. No hay ninguna gran
influencia que pueda definir el sonido de Pink Reason. Tomo mis influencias de
todos lados, siempre están cambiando. Últimamente me he sentido influido por
bandas como Hanoi Rocks, los primeros Skrewdriver, los Pagans/Dead Boys y otras
bandas de Rock&Roll crudo.
K.- Has girado por
Chile, que no parece un país habitual par alas bandas independientes
americanas. ¿Podrías hablarme de la experiencia y la escena de allí?
K.F.- Fue una
experiencia preciosa. La escena allí abajo es ¡totalmente psicodélica! Muy
buena gente trabajando junta para construir algo chulo. Los conciertos fueron
todos en bares o espacios que llevaba gente de la escena. Tipos de distintas
bandas se unían y alquilaban un apartamento que era usado como estudio y local
de ensayo, con camas para que de vez en cuando alguien sobara y una sala de
estar para las fiestas. Fue genial, aunque estoy seguro de que también hay
dificultades. Una cosa que realmente me impresionó es que la escena abarcaba
generaciones y disciplinas. Había artistas, hooligans futboleros, skaters, y en
las fiestas y los bolos te podías encontrar a alguien como Hugo, que diría que
andaba por los sesenta y pico y era la principal fuente de rock psicodélico en Chile, había abierto la
primera tienda de skate del país y era un absoluto hedonista y un hombre
salvaje… y lo podías encontrar conversando con Nico, de Vapourboat, una de las
bandas más interesantes de Santiago, y que sólo tenía quince años. Creo que la
juventud allí, al menos los que yo conocí, valoran grandemente todo lo que
tienen, porque los miembros más viejos de la escena pueden recordarles, y lo
hacen, con su música y su arte, que las cosas no siempre fueron así. Échale un
vistazo a Especial 35 (http://www.especial35.net/)
para investigar más a fondo y busca los discos en Pasta Base Records.
K.- ¿Puedes vivir de la
música?K.F.- No, tengo familia y la banda no hace dinero suficiente ni siquiera para arreglar nuestro equipo a menos que ahorremos todo lo que sacamos durante al menos un año. Es vagamente autosuficiente.
K.- ¿Qué significa para
ti la palabra “punk” hoy en día?
K.F.- Hay una cita
famosa de un juez del tribunal supremo sobre “la obscenidad” en la que dice “la
conozco cuando la veo”, y yo siento lo mismo con respecto al punk. Es más que
un estilo de música, es una actitud, es un estilo de vida. Te puedo decir unas
pocas cosas que no son punk. Venderle tu música a una marca de coches no es muy
punk. Conozco a punks que han hecho esto, y son sin duda punks, además de gente
excelente, pero hacer eso no es punk en absoluto. Trabajar para una compañía de seguros es otra cosa que no es punk. No
me importa que tu única otra opción sea ser un homeless. Lo he probado y no es
tan malo. Ciertamente, es mejor que trabajar para una compañía de seguros.
K.- ¿Qué hay después de
la muerte?
K.F.-Sólo hay una
manera de descubrirlo.
2 comentarios:
El penúltimo parrafo, tremendamente cierto. Quizá en todo esto sea mucho mas sencillo encontrar lo que no es punk que lo que es.
Demasiadas cosas no son punk... y conste que no soy un fundamentalista y que tengo un concepto amplio de lo que significa esa vieja palabreja, "punk" (aparte de, como apuntaba Burroughs "alguien que se deja penetrar en la cárcel")
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