martes, marzo 13, 2012
STIR THE ASHES (and a glimpse of Terri Moeller)
¿Por qué nos fascinan algunas canciones? La pregunta permanecerá siempre sin respuesta, supongo, por mucho que todos la contesten y algunos lleven razón. ¿Qué tienen? ¿Es su maestría o todo lo contrario lo que nos atraviesa con esa luz de reconocimiento?. En el caso de “Stir The Ashes”, mi canción favorita de los Walkabouts, probablemente ambas cosas, además del momento que es siempre un cincuenta de la vida.
La escuché por primera vez en un lejano programa sobre Seattle y el grunge, quizá en el Metrópolis de la segunda cadena, cuando tenía 16 o 17. Recuerdo un vídeo borroso y áspero, y claro, como ahora estamos en 2012, según lo recuerdo tecleo tres palabras y ahí lo tengo: la realidad, sustituyendo para siempre aquel recuerdo; el instante mismo en el que lo almacenado durante dos décadas en la memoria sentimental desaparece por obra y gracia de la puta mierda de youtube.
Recuerdo también ir a verlos en el 98 o 99 a la sala El Sol, y gracias a Dios no parece haber vídeos de eso. Me gustaron, sin excesos. Entré hacia los camerinos y me encontré con la batería que se estaba fumando un porro. La felicité y le pedí un autógrafo para mi novia que estaba en cama enferma y era más fan que yo (en aquella época a los dos nos encantaba la versión que se hacían de "Loom of the land"). Fue amable, aunque parecía mirarme con cierta distanciada ironía que quizá era sólo cansancio. Vestía con un estilo barroso, entre granjera de cuento y bruja de Salem. Me firmó la entrada.
¿Quién era? Rebuscando compruebo que era Terri Moeller, la única mujer que ha pasado por la banda aparte de la lideresa Carla Torgerson, y que sostiene también las bandas Transmissionary Six y Terri Tarántula, en las que exhibe una voz de cristal cálido cercana a Tara Key y capaz de hacerle a uno otra brecha en las tripas, que es lo que usamos ahora en lugar de corazón. Corazón... Corazón... ¿dónde andará, el amiguete?. Parte, supongo, anclado en aquel “Stir de Ashes” del 92. Otra parte sigue aquí, con este “Zero Gravity", tan simple como precioso. Damas oscuras. Diosas de paso. Fue un placer. //LUIS BOULLOSA
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