sábado, mayo 21, 2011
DON'T BLOCK UP THE HALL (Motherfuckers)!!!
Me largo diez minutos a Galicia y sucede la “revolución” (entiendan las comillas como prefieran, da igual). A veces los tiempos se ríen de ti concediéndote tus viejos deseos de abúlico y de distanciado observador.
Mi amigo el Arcángel, recién cumplidos los cincuenta, dice que el momento de mayor excitación sexual que recuerda sucedió cuando, a los dieciocho años, en la cárcel de Marabata (Tánger), un alemán le regaló dos galletitas saladas.
Mi amigo H., en cambio, me cuenta que su fantasía sexual recurrente ahora, a los cuarenta y tantos, es “una buena guillotina en medio de la plaza”. Y los tiempos, otra vez los tiempos, le han dado pálida y metafóricamente la razón.
Se suscita una misérrima discusión en un foro interno de críticos de Rock&Roll (una casta integrada dentro de la de los esclavos que creen ser privilegiados, subdivisión quinceañeras de derechas, apartado ratas de biblioteca). Salvo honrosas excepciones, la cosa tiende a un escapismo (“este es nuestro rincón para evadirnos de la realidad, la música”) que siempre colabora con la opresión y a una especialización que elude el hecho de que una de las pocas armas del hombre (“libre”, digamos, otra vez con comillas) es la capacidad de relación y de integración de saberes diversos y dispersos. Los críticos de Rock&Roll necesitamos urgentemente nociones básicas de antropología y de genética, al menos. Para la mayoría de ellos vale (y es además necesario) hablar del contexto social en el nacimiento del blues o del soul, por ejemplo, y de los disturbios raciales de los sesenta o setenta como sustrato de un tipo de arte, pero cualquier abordaje de la actualidad les pone de punta los pocos pelos restantes en sus doctas cabecitas. Allá ellos. Mi amigo H. y yo coincidimos en algo obvio que formulo sin darme cuenta –pero que sin su influencia nunca hubiera pensado así-: en que "hay una brecha enorme entre la realidad social CREADA y la realidad social a ras de calle". Lo cierto es que los gobernantes (no hablo sólo de los políticos, pensar que gobiernan sólo ellos es claramente estúpido) han creado un universo ficcional en el que tenernos amansados, pero –subvalorándonos hasta para eso, no sé si con razón- lo han hecho con el puto culo.
Y ahora resulta que los “idiotas” se han plantado. Me encanta ver como ante ese levantamiento inesperado (¿Inesperado? ¿Qué se esperaba, entonces?) todos los perros de su amo (especialmente la despreciable orden de los juntaletras, televisivos o no) se ponen nerviosos y se retratan, tratando de barrer para casa y creando en el intento una patética nube de polvo de mentiras. Ahí están, mordiendo al aire, separados de la realidad por su propia cortina de humo y por el miedo a perder su mísero rancho de putas del poder. En esa hipotética guillotina de H. que adopto, todos ellos van teniendo su turno después de escupir sus últimos ruegos y difamaciones. Me dan más asco aún que la Policía, que ya es decir.
Curioso constatar por otro lado, que la mayor parte de las ideas de los acampados en sol y de muchos que no están allí (no por embrionariamente articuladas menos razonables; ellos, al cabo, no son los que las tendrían que articular, sino un hipotético gobierno COHERENTE y SENSIBLE), la mayor parte de esas ideas, digo, han sido usadas en un momento u otro por esos mismos perros para atacar al gobierno, o a la oposición, según el caso; para tratar de polarizar lo poco del voto que aún no lo estuviese. Ahora les asustan. Ahora que se las escupen a la cara y las entienden como algo más que mera retórica, se mueven en círculos con el rabo entre las piernas, y yo, aprovechando hasta que vuelvan a ser los cabrones de siempre, me río a gusto. Sólo por eso, ya hubiese valido la pena.
No dudo que toda la explosión de estos días se corromperá, probablemente en un futuro cercano, para darle la razón a quienes conocen la esencia cíclica de todo. A la espera de la violencia (si no fueran elecciones la cosa se habría disuelto a palos hace tiempo; ahora es ligeramente -y digo ligeramente- más complicado) y del soborno, ante los que el movimiento se retratará también, las provincias donde paso mis días contemplan la cosa con el papanatismo que les es ya estructural. Hay de todo, pero en las conversaciones de bar, donde está gran parte de la gente que debería entender esto y a la que le puede importar, lo que predomina es el viejo “que se pongan a trabajar como yo en lugar de hacer el hippy”. En gran parte, no conviene olvidarlo, este país sigue siendo el de “vivan las cadenas”. En gran parte la gente sigue viendo a un universitario como un señorito diletante y a un joven que pretende pensar como un insulto. Me lo decía un músico, un tipo preclaro, en una entrevista el otro día. “La mayor parte de la gente es buena pero un poco estúpida. Están demasiado ocupados pagando las facturas como para convertirse en pensadores. Yo soy igual, pero lo intento”. Lo cierto es que intentarlo no es tan difícil, aunque tienes que estar dispuesto a cargar, después, con las cosas que consigas pensar.
Piensa también, mi amigo H. –yo no exactamente- que la historia es un tren en marcha del que uno no se pude bajar. Sea como sea, mientras la guillotina mental continúa funcionando a todo trapo, bien está (¡estupendamente bien!) que se canten a coro algunas verdades que muchos llevamos la vida mascullando para nosotros: Como que somos las esclavas sexuales –podemos parir, pero no decidir, eso seguro- de una pandilla de hijoputas y de mediocres (a menudo ambas cosas) que llevan años follándonos en nombre de mentiras gastadas en las que ellos no creyeron jamás. Como que en la cárcel estamos todos, pero las galletitas saladas no nos valen ya.
Una vez más, después de esta parrafada, me siento un rato frente a la televisión y (siento repetirme) me encanta ver a los sicarios de los que antes hablaba, alarmadísimos, descuadrados, iracundos. Piden programa y sujeción a los trámites democráticos. Se saltan, como siempre, la esencia. Se saltan ese slogan muy consecuente (¡por fin!) que lo encabeza todo y que dice: ¡DEMOCRACIA REAL YA! Es decir. “Nos hemos dado cuenta de que esto no es una democracia, sino una tiranía mal encubierta”. Si fuera una democracia REAL (no se si tal cosa ha existido alguna vez, pero es otra discusión), no creo que tuviesen problema alguno en atenerse a sus pautas.
Yo seguiría teniéndolo, pero es que he llegado más lejos (o quizá simplemente a un estado distinto). Vivo en lugares más solitarios y mis preocupaciones profundas –lo siento- son más metafísicas que sociales, y soy siempre indeciso en la acción por un convencimiento interior de que nada importa. Un poso. Pero, joder, la vida es algo más que ese poso, eso lo concedo aún. Y una verdad sigue siendo UNA VERDAD.
So don’t Block Up The Fucking Hall!
Fdo: GATO PALUG
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5 comentarios:
No sobra ni una puta palabra.
DON?T BLOCK UP THE HALL!
HIJOS DE PUTA!!!
Quizás los papanatas de provincias están en sus propias trincheras evitando la metralla, apretando los dientes, tapando los oídos y aguantando estoícamente - como bien pueden- el incesante goteo de información/ desinformación que, vía sms, les mantiene en vela hasta bien entrada la madrugada.
Librando batallas.
SEE U SOON BLOCKING THE HALL
No era mi intención ofender a nadie de provincias que sea un tipo coherente, preocupado o activo (es lo que yo soy ahora mismo, espero, y lo que he sido gran parte de mi vida). Pero la vida aquí, lejos del centro, tiene ventajas y desventajas. Sólo daba fé de una cierta tendencia (de una mayoría, no de todo el mundo) a dejar que las cosas pasen sin intervenir demasiado porque "no es asunto nuestro". No debería ser así, pero es. También es en madrid, lo que pasa es que entre sieste millones de habitantes gotean más activos.
Sin más. Un saludo.
(I WILL NEVER BLOCK UP ANY HALL -I hope-)
Iscariote, a mi tambien me llamaron la atención tus palabras por que coinciden plenamente con mi impresión.
Conociendo la linea que maneja el autor de este blog no son de extrañar sus palabras. CUestión de estilos a la hora de decir las cosas. Lo de papanatas no es mas que un recurso estilístico.
Desde mi exilio voluntario en la provincia y mas en concreto en la aldea se echa mucho de menos el mogollón y activismo de mi amada (para esto si) Madrid. Es jodidamente descorazonador llegar a la plaza de tu pequeña ciudad y que solo esté al 15% de ocupación, que la gente pase por ahí y ni se quede, etc.... Es verdad, y no pasa nada.
ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO Iscariote, parece que no fuera con ellos. Incluso oí alguna opinión que decía que esto no era mas que un movimiento españolista.... FFFFFFFF!
Si sirve de consuelo o disculpa podemos hablar de las miserias de los capitalinos, de su mala baba, y de su mala educación en el uno contra uno de cualquier momento cotidiano en contraposición al encanto de la gente de provincias, muchísimo mas amables.
En fin... seguiremos empujando hasta la puta muerte, tarde o temprano las plazas reventarán.
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