jueves, marzo 10, 2011

CANCIONES PARA PERROS EN PELIGRO (I)

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(Una selección semanal de canciones dedicada especialmente a Birdie, Santa Patrona de los Canes Fugitivos)

Grupo - GIANT SAND
Tema - “Shiver”
Disco - Chore of Enchantment (Everlasting, 2000)


Quizá hice una reseña de “Chore of Enchantment” en otra vida y para algún fanzine que he olvidado ya. A buen seguro estaría llena de entusiasmo y de metáforas. Menos metáforas ahora, espero. El entusiasmo persiste, sin embargo, disfrazado de otras cosas para más planas no ser detectado por las fuerzas de seguridad del Dogo. Personaje misterioso, Howe Gelb, el alma de Giant Sand, que aquí funcionaba aún con la segunda (?) y más exitosa encarnación de la banda (Burns y Convertino eran un muy versatil, casi perfecto background para sus iridiscentes cuelgues y sus picados noise, antes de abandonar e inmolarse en el altar del dólar con los intrascendentes Calexico). Aún lo es. Misterioso incluso ahora que apaña chapuzas aflamencadas con Raimundo Amador (?!), revisa en directo directos de Johnny Cash (difícilmente se me ocurriría alguien menos adecuado para la labor, más opuesto al viejo oso) y permite que Raquel Winchester se pasee de refilón al fondo de sus videos (???!). Misterioso, sí, pese a que, en la línea de otros americanos muy americanos incomprendidos por los americanos, se haya retirado a vivir en la Europa civilizada (norte), colocando una pica artística en España, donde comprar restos de serie a precio de Picasso es ya hace mucho una consolidada tradición.

Hubo otros tiempos. Durante muchos años los Giant Sand fueron el epicentro de un culto casi secreto, dejando por el camino trabajos tan fracturados como magistrales. Yo, particularmente, no podré olvidar jamás el impacto del poliédrico y visceral Long Stem Rant (89), el pico creativo, quizá, de aquella época en que el angelito se encerraba en estudio sin tener las canciones terminadas (a veces, supongo, ni siquiera empezadas) y jugaba a permitir que EL ERROR fuera un componente más de la banda. Traqueteantes ramalazos de genio autista, canciones que parecían más la doma de un potro salvaje en medio de la noche, arrebatos ruidistas, poemas aleatorios, reflexiones de carretera, polución mental y tormenta de lejano sustrato Neil Young y temas tan aplastantes y dañinos como una insolación. Atípicos, radicales y únicos. Atípico, radical y único, él, capaz de mezclar una bagatela tradicional con un harapiento acceso de furia rock y obtener una tortilla emocional del carajo.

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En justicia, pese a que aquello es pasado, hay que reconocer que su producción de los últimos años sigue siendo más que digna (el disco de recogido gospel 'Sno Angel Like You (Thrill Jockey, 2006), por ejemplo, merece su altarcito, sobresaliente en su íncolume belleza de cristal helado que lentamente se derrite en voces negras). De muerto no tiene nada, Gelb, aunque sí de zorro viejo, acosado y algo confuso con la vida, quizá (son opiniones...). Hoy me fijo, sin embargo, en el raro momento de ecuanimidad -todo sea por los perros-, de “Chore of Enchantment”, ese exacto punto medio en el que la vieja bestia del desierto de Tucson consigue de pronto, quizá por primera vez en su carrera, un destilado sereno cuya presencia se puede paladear en la boca sin necesidad de que nos abrase la garganta después. Tan sereno como peligroso, se podría decir, en su equilibrio entre la la fisura y el clasicismo: un paso más en esa dirección lo puede convertir a uno en carne standard, tan blanca, fofa y digerible como cualquiera y, al contrario, uno hacia atrás renegaría de unos picos de belleza inusitados que aquí se obtienen y sería, al cabo, una abdicación.

Hacer un álbum casi perfecto, muchos deben saberlo, tiene un precio demasiado alto. Y es que así es el que nos ocupa, casi perfecto: uno de esos momentos de absoluta gracia que preceden a la nevada, suave ladera de la decadencia. Un disco poroso, con grietas en la roca por donde se cuela a puñados la luz del atardecer; casi un guiño a las viejas escolleras de ruido trazadas a barreno limpio. Un trabajo con un “cante” impagable -casi susurrado pero mandando en la mezcla, bien arriba, con el resultado de que parece que el bueno de Howe nos susurrara al oído en vez de cantar- y unas guitarras quizá no tan americanas y que valen su peso en oro español. Difícil, en su fertilísimo sustrato, quedarse con un tema; doloroso elegir entre la queda intensidad pseudogospel de “Astonished” (¡qué hermosa canción de amor!), la percusiva insolación de “Punishing Sun”, el acercamiento crepuscular y embarrado de “Dirty From the Rain” (quizá mi favorita, hoy) o la contenida violencia personal de “No Reply”, sin tener en cuenta a un puñado de piezas que con el tiempo se revelan no tan menores. Sin embargo, para hacer justicia al sentido del álbum, a esa labor de visagra y punto de equilibrio en toda una carrera, me decido por la más obvia en su redondez, “Shiver”, un hit inmediato que ejemplifica ese punto medio entre la vieja cicatriz y el duramente ganado clasicismo del que hablábamos. Mi corazón sigue con el viejo perro de la pradera que se atrincheraba en el desierto para grabar discos con guitarras de saldo y la mente en pekín, pero, al cesar lo que es del cesar, “Shiver” -todo el disco, en realidad- posee esa rarísima capacidad de provocar un chispazo agridulce, un escalofrío extrañamente cálido, el restallar de un nervio de madurez tensado por el tiempo, en resumen LA EMOCIÓN, que pocos, muy pocos -ninguno así- son capaces de conseguir.//LUIS BOULLOSA.

(Adjunto "Paved Road to Berlin", del citado Long Stem Rant, para posibles comparaciones, y otra foto más para demostrar que Gelb, además, es uno de los tipos más guapos de la historia del Rock&Roll -sí, ya lo se, siempre tuve un gusto raro para los hombres)



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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y entonces fue cuándo sucedió. Tras un salto mortal de necesidad, media Maragota atravesó el cristal de la pecera, dejando al resto de carpas aullando a la luna.

PAT dijo...

Tierna(y por ello preocupante)lectura del último trabajo de Gelb. Deliciosos párrafos y que sepas que comparto desde la locura, la percepción de la belleza de este hombre... Rarita que es una...