jueves, octubre 30, 2008

HUSH ARBORS - "Hush Arbors" (Ecstatic peace)


Siempre hay quien se empeña en extraer con forceps los colores de un mundo que persiste en ser gris. Y es del intento, no de la consecución, de donde sale la obra de arte más intrigante, que no la más perfecta. De eso parece hablar la portada del trabajo de los ingleses Hush Arbors (Keith Wood y Leon Dufficy, con diez años de brega a las espaldas), una especie de pírrica lucha contra el feísmo de los suburbios que trata de inyectar vida (el bosque verde ácido, ese volcán que humea ocre contra el cielo macilento) asumiendo al tiempo que hay pequeños secretos -los de siempre, eso sí- que encontrar en el corazón mismo del muermo cotidiano (el pub y la mujer tras la ventana que se adivinan al fondo de la composición). En primer plano, ese sempiterno hombre de gris que, por sorpresa, nos entrega esta modesta joya turbia e invernal. Una de esas que probablemente aún luzcan con opaco fulgor en nuestras manos cuando haya pasado el tiempo de las esmeraldas. No cambiarán la historia del folk psicodélico, los Arbors, eso está claro, pero son un disfrutable entremés envenenado que circula, gracias a Dios, lejos de lo melifluo y lo pastoral, enredado en la grisedumbre misma de los paisajes que revelan el interior o se reflejan en él. Brillan los pasacalles oscuros ("Gone"), igual que desfiles de carrozas pintadas por una metrópoli miserable y sucia donde saluda, al fondo, el desvaido fantasma de Syd Barret; brillan las pequeñas gemas de sol saliendo entre las nubes sobre la playa en sombra (magnífica "Sand", reminiscente de Bashti Bunyan) y las excelentes incrustaciones de guitarra ácida y plomiza que aportan ese tono amenazante de tierra yerma y bosque perpetuo. Y si en un par de ocasiones (las más ortodoxamente folkies, siempre de raigambre inglesa) hubiesen necesitado una voz más pura para salir del paso, se les perdona por la asumida modestia y el borrascoso empeño. Inesperados paisajistas emocionales, mirando a la cara al día de lluvia y a la piedra, lavada por los años.// Luis Boullosa

1 comentario:

Anónimo dijo...

y las excelentes incrustaciones de guitarra ácida y plomiza que aportan ese tono amenazante de tierra yerma y bosque perpetuo... puff