martes, octubre 28, 2008
WIRE - "Object 47" (Pink Flag)
“¿Qué pasó con tu plan, aquel que ambos empezamos?/¿Eres un perdedor?/¿Acabado? ¿intrascendente?”. Bruce Gilbert (en la imagen) ha dejado Wire y las primeras palabras de “One Of Us”, que abre el nuevo disco, parecen dedicadas a él sin demasiada piedad. Siguen Colin Newman, Graham Lewis y Robert Grey, y acaso escuece la parte de talento que se ha llevado a otro lugar, porque “Object 47” se define, tristemente, por ese mismo primer tema: letras interesantes (sin exageraciones) y música mayormente prescindible si se la compara con la leyenda de la banda. Y es que decir que un trabajo de Wire es algo así como un cruce entre New Order y Six By Seven pero en malo es un insulto, lo sé. Pero es un insulto fiel a la verdad. No es que sea un desastre total, claro, pero se queda en funcional muestra de como un trío de veteranos puede facturar nueve correctas canciones de pop pesado para salir del paso cuando la inspiración real se ausenta del edificio. O sea, un maduro ejercicio de enroque contra la decadencia creativa que resulta, como siempre, inútil. Sin excesiva alma (hay que rascar en busca de ocasionales guitarras de valía), demasiado contenido, demasiado pulcro en sus sonido anclado a los graves, sin pasión alguna en las voces... sólo “Perspex Icon”, “Patient Flees” y “All Fours”, que si abrasa entre las manos, se salvan de la quema, quedando como hito negativo ese “Four Long Years” donde tocan un irritante fondo de pop sintético. Si viniesen de una tradición de lechuguinos y sibaritas, quizá todo eso sería un valor, esa mesura ausente; pero perteneciendo al rock visceral, ala inquieta, y con sus precedentes, es este un paso en falso de los que pueden llevar a más de uno a prescindir de ellos para los restos. Poco se puede hacer con el disco, en fin, más que tratar de escucharlo olvidando por completo quién lo ha facturado. Así, termina por ser un decente remedo de lo que decenas de bandas han venido haciendo con la mortaja de los Joy Division desde hace más de 20 años. Demasiado tiempo en el alhambre, suponemos, y alguna vez tenían que caer. Pero el silencio era mejor// Luis Boullosa
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