miércoles, marzo 05, 2008

NORMAN MAILER - "El Castillo en el Bosque" (Anagrama)


"El ego es propenso a la misma debilidad que exhiben las erecciones cuando no se sabe seguro lo que viene después". Una de esas frases de Mailer, todo certeza y brutalidad, que son ejemplo de su prosa, convulsa, masculina, penetrante y feroz cuando lograba serlo. Demoledora en su pegada y guiada por una permanente, sanísima intención de tocarle los cojones a todo Dios. En todo caso, o es que él sabía lo que venía después de la muerte -que le llegó a unos lúcidos 84, poco después de terminar esta novela, mientras trabajaba en su continuación- , o es que su priapismo, al menos el mental, desafiaba a todas las reglas de la edad. Porque en esta paja mental de 500 páginas largas que es "El Castillo..", el viejo lobo se muestra otra vez en todo su esplendor de provocador vocacional, orgulloso hasta el final de su capacidad para enervar al personal circundante apuntando, con la misma juguetona malicia de un niño demasiado listo para su edad, a las llagas más evidentes y peor suturadas de nuestro pasado reciente. Un regocijo infantil y vanidoso, el suyo, que era al tiempo virtud cardinal y uno de sus puntos flacos cuando la envergadura puramente literaria no se sostenía por si isma. Descuiden, porque aquí se sostiene de sobra. Colosal esfuerzo de senectud dedicado, supuestamente, a novelar la infancia y juventud de Adolf Hitler a partir de datos biográficos confirmados, la realidad del texto, más compleja, más extraña, decepcionará quizá a los que realmente esperen una historia sobre la figura más siniestramente capital del diglo XX. Aquí lo que está es una parábola -más o menos simplista pero hipnotizante, tallada a hostia limpia sobrela roca viva de la historia- sobre la eterna lucha entre el bien y el mal. Y de paso, pero no menos importante, la narración desbocadamente costumbrista de una época, personificada más en los progenitores del futuro monstruo que en "Adi" en persona. Una lucha reflejada en la brutal fricción de opuestos. El apetito sexual pantagruélico del padre contra la beatería rallana con lo místico de la madre. La ambición desmedida y mal calculada, tan patéticamente humana, frente a la polvorienta, corta, fugaz realidad de la vida; todo ello en el baroco marco de un mundo aparentemente petreo, el de finales del XIX y la apertura del siglo pasado, que estaba (lo sabemos nosotros, no los personajes) a pocos años de colapsar en un cataclismo sin precedentes. Brillante en su inmersión en la chusquera y chapotenate realidad cotidiana, una sórdida y salchichera sucesión de polvos a escondidas, hijos no queridos y detalles escatológicos, así como en el grotesco y feista trazo de algunos secundarios (el "brujo" apicultor babosamente homosexual que es Der Alte), sus gloriosos momentos de humor negro que se difuminan otras veces en fragmentos deshilachados o repetitivos. "Float like a butterfly, Sting like a bee", era el lema de su amigo Muhammad Alí, pero Mailer siempre fue un poco menos bailarín que dinamitero. Empeñado como sucesivas generaciones de literatos en el hallazgo de una Gran Novela Americana que jamás encontró, nos ha regalado a cambio numerosas voladuras más o menos (des)controladas de mitos, tabús y pudores de todo tipo. Y se ha ido por la puerta del bar, con esta amarga pero disfrutable carcajada dedicada al mundo.

PELEA DE GALLOS
ENTREVISTA

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sólo he leído las cincuenta primeras páginas, pero hasta ahí concido con tu crítica. Promete, promete.