miércoles, febrero 01, 2012

BRANDAUER - "Antiguas ilusiones/Nuevas decepciones"

Photobucket

Casi un crimen por omisión que una banda del calibre de Brandauer no haya tenido apenas repercusión con su primer disco, colofón en formato trío de una carrera larga, como me confiesa tomando un café Gabriel Brandariz, guitarra, voz y líder del asunto: “Llevo componiendo canciones desde los nueve años o así”, dice, con esa especie de agridulce gesto amable de quien sabe que hace y seguirá haciendo lo único que no puede evitar, pese a que la vida se lo confine a las estrechas paredes del “hobby” (esa odiosa palabra) y a nadie parezca importarle un carajo. Craso error, querido público, porque el resultado de estos veintitantos años de trabajo personal es el primer testamento de un compositor de primera magnitud, una supernova de pop rock en castellano elevado a tres pies del duro suelo ciudadano por un alud de guitarras de alta tensión y ADN Bob Mould y una capacidad melódica de las que raramente se ven por el barrio. Mérito y lastre del disco, dirán algunos, esa evidente deriva Hüsker Dü/Sugar (también Dinosaur Jr., Superchunk, etc). Mérito sin lastre, sin embargo, puro, opaco genio, el haber trabajado esa ambiciosa herencia sin caer en el plagio y haberla pasado a nuestro idioma sin que pierda fibra, con aplomo, cincelando diez temas que van de lo sólido a lo emocionante y lo revelador y que son, al cabo, Brandauer y sólo Brandauer, igual que el hijo es sólo él por mucho que haya heredado la nariz torcida, el gran corazón y la mala hostia del padre.

Poca ironía –casi es un alivio- en los arranques confesionales sobre la dificultad de existir empantanado en la amplia gama de grises de la vida misma que Brandariz nos pone en la cara con moderado gesto. Rareza, esa terminal sinceridad que consigna en unas letras -ambiguas sólo a primera escucha- que hablan de cosas tan comunes que a menudo bordean el himno encubierto, autosaboteado por la modestia y la inteligencia que, en esto, ya se sabe, son casi siempre un lastre. “Prefiero seguir con Dudas”, “Cosas que no pueden cambiar” o “¿Crees que eso no significa nada?”, favoritos personales, dianas instantáneas de orfebrería noventera, hubieran corrido mejor suerte, quizá, hace quince años, cuando el canon del “indie” comercial español que hoy dilapidan cuatro monos engreídos estaba aún acuñándose. Planetas y demás. O quizá no, tampoco importa ya. Dentro o fuera de tiempo, al margen de la corriente o arrastrado por ella, un discazo es un discazo y un creador es un creador. Yo, como reseñista vago y tardío, lo tengo sencillo: tengo el disco hace meses, ya manoseado por el uso, y cuando me lo vuelvo a poner para pasar la cosa a papel, lo hago sin ese fastidio habitual de lo ya oído. Lo hago con enorme placer, en la mañana del uno de febrero, solo en mi casa, en medio de la nada del bosque gallego. Y dejo que suene mientras salgo a ver la niebla de las ocho y media y a fumarme un pitillo. “Esta mentira en la que quieres creer/ya lo entiendo/es más sencilla que cualquier verdad” dicer Branzariz a mi espalda. Y ya no sé si habla de sí mismo, de ellos o de mí, del mí que hay dentro. He ahí, caballeros, el éxito. Lo crean o no.// LUIS BOULLOSA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

yo ya te dije que era super fan? les llevé al festival que organicé sin haberles visto en directo (de hecho fue su primer concierto creo), sólo con escuchar las canciones de gabi con muere buscemi.

a ver si le pego un toque un día.

Cowboy Iscariot dijo...

Cuando quieras. Sí, me lo dijiste. Grandes ignorados uy un disco soberbio...