miércoles, agosto 05, 2009

THE STRANGE BOYS - wurlitzerballroom, Madrid (30-7-09)



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La queja es habitual: “Ya no hay bandas como las de antes”. La verdad es que sí las hay; hay decenas de bandas secretamente enormes pululando por ahí en tus mismas narices, colega. Apenas pasada la mayoría de edad legal, los Strange Boys, son una de ellas. Lo afirmaron con inapelable chulería en su excelente disco debut “...And girls club” (In The Red) y lo confirmaron el otro día en el Wurli, ante una nutrida parroquia de enterados & iniciados & despistados, tomando la tradición americana al asalto con alegre desparpajo infantil. Hora y media de garaje agreste y blues ácido, tenso, un ojo siempre puesto en aquel Dylan que reinventara la empanada eléctrica a mayor gloria del R&R. Todo ello, claro, dirigido y proyectado más allá de sus propios límites por la voz del jefecillo/geniecillo Ryan Sambol, esa especie de mutante hilo extraño que oscila entre el maullido de un gatito y la perorata del pato Lucas con una curda considerable. Algunos consideran que no sabe cantar, pero lo cierto es que sin él la banda se quedaría en un funcional y noble combo de rock de raíz y con él va mucho más allá, entrando en un territorio desconocido donde las normas, de pronto, ya no son las de siempre. Caracter, se llama; personalidad. Remataron el set con una excelente toma de “Lodi” de la Creedence y volvieron para dar una propina generosa, como banda americana que son, con varias versiones más (Everly Brothers y Dead Moon, creemos) y una final “Gloria“ empapada en coscorrones de tequila y fiesta general. Vitalistas y al tiempo profesionales, misteriosos también. Una de esas bandas que hacen que la vida sea sencillamente mejor. Paguen ustedes un pastón por ir a ver a los sobrevalorados Wilco. A mi me encontrarán con los Chicos Extraños. A ver quien es más snob.// Cowboy Iscariot

Y una versión algo más reducida que hice para el Ruta, que ha salido en el ejemplar de Septiembre 09.

Hay bandas como las de antes, igual de libres, honestas, independientes y brillantes. Es cuestión de dejar de llorar y tener las ganas y la energía de buscarlas, tampoco es tan difícil. Casi recién nacidos, apenas superada la mayoría de edad legal, los Strange Boys ya son una de ellas. Sobre las tablas del Wurlitzer los dejaron bien clarito, reviviendo con innata clase su excelente disco debut “...And girls club” (In The Red) y desatando un estallido de garaje agreste y blues ácido, tenso, un ojo en el fantasmal Dylan eléctrico de Highway 61 y el otro en una tradición americana que saquean con infantil y visionaria despreocupación. Guíaba, marcaba a fuego, la voz de Ryan Sambol, por llamar voz a esa salmodia entre gutural e histérica con la que el geniecillo baña todo lo que toca. Quienes afirman que no sabe cantar deberían entender que sin él la banda no pasaría de funcional y noble combo de rock de raíz. Con él (que por cierto escribe también las magníficas letras) pasan de la réplica al territorio incógnito de la pura creación. Remataron, ya entregado el público, rindiendo merecido tributo a Creedence, Everly Brothers, Dead Moon y Them, con una final “Gloria “ empapada ya en coscorrones de tequila y fiesta general. Cercanos y misteriosos a un tiempo, pese a su simplicidad. Paguen ustedes un pastón por ir a ver a los sobrevalorados Wilco, que a mi me encontrarán con los Chicos Extraños. A ver quien es más snob.//LUIS BOULLOSA

Foto - Jacqueline Fernandez

3 comentarios:

Terra dijo...

Bien ahí.
Cariños desde el sur.

Cowboy Iscariot dijo...

Bienvenidos sean, whoever you are...

Anónimo dijo...

Que los piratas lo acojan en su seno...