Que Fat Possum es un sello cojonudo lo sabíamos. Que del noroeste de los estados unidos ha salido bastante de la música más agreste, desprejuiciada, intensa y libre de los últimos 30 años, hablando de rock, también. Y que Olympia (Washington) es un foco clásico de material independiente es otra obviedad para los iniciados, aunque por supuesto, una persona normal no tiene porqué saber ninguna de estas cosas. Tampoco creo que ninguna persona normal lea este blog, por otro lado. Como sea, y siendo franco, no sabía que los Milk Music llevaban consigo todas estas credenciales cuando me agencié su disco. Me llamó la atención su portada feista y dibujada, le pregunte a mi dealer, él me dijo “cojonudo” y yo me lo llevé. ¡Acierto en la cabeza! Estuve toda la tarde escuchando el disco en loop, jodiendo bien a los vecinos y es una puta joya. Pura viscera expresiva, puro corazón volcado a cuatro pistas como sólo los maestros saben hacer. O a lo mejor estoy enamorado.
Me dijo alguien: “rollo
Dinosaur Jr., Hüsker Dü y así”, y no lo niego del todo, porque algo de la ya
lejana era de SST hay en todo el conjunto y porque cosas como el arranque de
"Cruising With God" pudiese recordar lejanamente a los de Hart y Mould. Sin
embargo me tiré un rato pensando donde estaban en realidad y concluí que se
encontraban exactamente entre el rock arisco y expresionista de los Giant Sand
de los dos primeros discos ("Ballad of a Thin line man" y "Valley of Rain") y los Meat Puppets del momento en que empezaron, lentamente a atemperarse (“New Lease on Love”, “No,
Nothing, My Shelter” y “Dogchild”, al menos, validan, para mí, esta conexión). Menos
marcianos que ambas bandas, ciertamente pero igual de intensos, igual de exquisitamente
deshilachados, igual de aparentemente poco premeditados, igual de reales. Y
sepan una cosa, “real” es un enorme piropo que escribo justo después de un
paseo nocturno por Madrid, esta ciudad convertida en insufrible escaparate que
se reparten a dentelladas gañanes futboleros y hipsters de pacotilla, y que por mi podrían
arrasar a base de bombas nucleares en cuanto yo salga de ella la próxima vez.
Por último, es
indudable que, sin excesos, el fantasma de Neil Young esta ahí (casi se podría
preguntar ¿pero dónde no?) y que, en cierta dejadez decadente que va infectando
el disco hacia el final, y sobre todo en el último número, la doliente “The
Final Scene” se nota también el espectro de esa banda nunca del todo bien
ponderada que fueron los Big Star circa “Sister Lovers”.
Si son fans de esas
bandas y de esas épocas, no lo duden ni un segundo. Si no tienen ni idea de
quienes son pero les gusta el Rock&Roll americano sentido, encabritado, con
una cierta raíz punk pero con capacidad para el soterrado pop agridulce,
comandado por las guitarras y en el cual la expresividad esta (muy) por encima
del pulimento externo, tampoco lo duden.
¿Son importantes las letras, le preguntan a Coxen en una entrevista. “Sí”, responde, “extremadamente (…) Hay una gran falta de sinceridad en la música ahora y nosotros luchamos contra eso”. Con dos huevos.
Y aunque probablemente este disco no les cambie la vida entera, sino sólo la tarde o un par de semanas, óiganlo a volumen generoso, se lo ruego, hasta que el tejado salte por los aires, como se merecen los poquísimos seres restantes nacidos en libertad.// LUIS BOULLOSA
¿Son importantes las letras, le preguntan a Coxen en una entrevista. “Sí”, responde, “extremadamente (…) Hay una gran falta de sinceridad en la música ahora y nosotros luchamos contra eso”. Con dos huevos.
Y aunque probablemente este disco no les cambie la vida entera, sino sólo la tarde o un par de semanas, óiganlo a volumen generoso, se lo ruego, hasta que el tejado salte por los aires, como se merecen los poquísimos seres restantes nacidos en libertad.// LUIS BOULLOSA
4 comentarios:
Under the Milk Music
Cómeme la boca
Ya no se hace crítica musical como la de antes...antes de qué ?
Milk Music. Sí señor, acojonantes.
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