lunes, enero 24, 2011

ENTREGÁNDOLE EL HÍGADO A LOS PERROS (I)

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Entregándole el hígado a los perros

(Divagaciones de Luis Boullosa tras la escucha del nuevo disco de los SWANS, cuya reseña caerá pronto por aquí, más o menos en cuanto logremos superar la empanada metafísica que nos invade hoy)

Quizá –lo dudo- algún día a Michael Gira se le otorgue el lugar que merece, cerca de las pesadillas de El Bosco o de Goya, bastantes cabezas por delante de Sade, que era un pelma y un pésimo escritor, en un oscuro cenáculo un poco al margen de las cosas, que probablemente frecuenten Passolini, Gilles de Rais y otras almas igualmente necesitadas de dolor. No estará allí, por ejemplo (aunque le hubiese gustado horrores), Nick Cave, porque su ego supera a su ansia y en él hasta el cántico religioso es entonado a mayor gloria del yo. Por eso lo entendemos mejor, probablemente. Y por eso nos cuesta comprender esa abierta flor de podredumbre, como una llaga, que es el trabajo de Gira, o sea, él.

Pertenece a esa casta de artistas en perpetuo trance de visión, que no hacen lo que hacen porque lo deseen, sino porque no les queda otro remedio. Aquellos cuya creación es una inmolación constante y una exposición pública de las propias vísceras “(…)clavándome los dedos/en el centro del hígado hacia adentro/abriéndolo como un pan/y repartiéndoselo a los perros", decía ajustadamente Fernando Alfaro en "Mis huesos son para tí". Es difícil a veces comprender el sentido de esos exabruptos que, en el mejor de los casos, consideramos poesía hermética. Quizá el camino debería empezar entendiendo que no se trata de codificaciones metafóricas de una idea, sino de transcripciones literales de un hecho. Del hecho de ser, supongo, y de existir.

Así, el creador sabe que eso ES él, aunque difícilmente podría explicar con exactitud qué quiso decir. O por qué quiso decir lo que dijo, siendo esto, a menudo, una aparente atrocidad... Sajar una herida y dejar que corra el pus. Uno no tiene la culpa de poseer esa herida. Tampoco tiene la culpa de que le fascine el río de pus que mana de ella. Uno no tiene la culpa de nada y sin embargo el dolor es intenso y no es raro que ese tipo de fenómeno termine por adoptar formulaciones pararreligiosas. Al cabo hablamos con el pobre alfabeto que hemos aprendido. Así es en casi todos los creadores “torturados” (que acertada aunque obvia expresión), sean ciertos o impostores. En España es sencillo verlo en Corcobado y sobre todo en el citado Fernando Alfaro.

“El ángel inseminador inseminó a María/Su negra espada de fuego le alumbró la cara”. Le recordé esa frase del disco "78" a algún idiota nostálgico que me contaba que, en cuanto a sexo y Rock&Roll, ya no había en España transgresión ni choque. Como si esas cosas pudiesen desaparecer del nido de víboras del alma con semejante facilidad. "Pero" –me dirán-, "es que es fácil y a menudo necesario mirar hacia otro lado". Cierto. El hombre común EXIJE que las epifanías sean “de su época”, es decir, comprensibles emocionalmente, y que se puedan encontrar en la fnac (vinilo o digipack). Sí, es fácil y a menudo necesario abastenerse de leer libros más allá de Ken Follet; necesario hablar con frases hechas, santificar las fiestas en las que te measte un día, casarse por la iglesia porque la abuela se enfadaría y porque es taaaaan bonito, conceder que hay una porción de cosas aberrantes que son también inevitables, y que no se pueden cambiar, y que el vicio de comprender y el defecto de carácter de intentarlo siquiera, son imperdonables vulgaridades. No están bien. Repórtese (“comprendiendo, comprendiendo, iré a parar al manicomio”, que decía Stephen King).

Condenado está, pues, Michael Gira, a este círculo del infierno en vida que le es propio a los de su clase. Y en el que a poco que nos descuidemos, por cierto, acabaremos nosotros también.

El artista que se autoinmola, todas las mañanas.
Imposible de entender siquiera a medias, creo, si uno no tiene en sí mismo algo de eso.
Y tener algo de eso es jodido.
Ser médium es un trabajo espiritualmente agotador y socialmente execrado, y ni siquiera es un trabajo que te haya sido dado rechazar.
Y luego necesitarías toneladas de amor para llenar el hueco, el vacío, el nido permanente de horror vacui en la boca del estómago.

Y ya no sabes si hay tanto en el mundo.

O si queda alguien lo suficientemente loco para entregártelo a ti.


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Y aquí, sus BONITOS DIBUJOS

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