jueves, noviembre 04, 2010

RAFAEL BERRIO – 1971 (Warner)



Mi heterónimo favorito de Pessoa vive en la playa de Gros, en San Sebastián. A veces hace discos excelentes de rock o de pop, como si apenas tuviese importancia. Otras, se despereza y llega aún mucho más lejos, concediendo obras maestras con la parsimonia de quien nada tuviese ya que ganar o perder, la diestra en el lugar del corazón y el farias en la boca, a medio consumir. Colecciones de canciones que, como esta, atraviesan las llamas con el paso sereno aunque doloroso de lo cierto. Es 1971 un viaje solemne hasta la entraña desde el primer tema, ese estremecedor “Como iba yo a saber” en el que la distancia empedernida del escéptico se entrega, maniatada, a la aplastante realidad del amor. No es el único que toca la fibra y arranca sus invisibles tendones para exponerlos a la luz. Para eso está además “Simulacro”, crepuscular reflexión de jinete herido cuya sobria potencia metafísica hiela el aliento. Para eso está “Este álbum”, familiar y por ello universal tempus fugit (¿o era ubi sunt?), quizá el más escalofriante que recuerdo en esta mañana de octubre, y desde hoy una de las canciones definitivas en lengua española. Para eso están otras siete incursiones donde se confunde con macerada inteligencia lo orgánico y lo espiritual: del polvo enamorado de “Las mujeres que amamos” a la cariñosa y descarnada sátira de “Mis amigos” , del conceptismo pop trufado de ironía tabernaria de “El amor es una cosa rara” a la emocionante sencillez de “Tu tienes a tu lado a un ángel”.

Muy adecuadamente, están envueltas las visiones de Berrio en músicas alejadas del standard rock (la guitarra, sólo cuando se precisa), ritmos sin adscripción definida que rasean el tango o el fado sin que la voz, preclara, ni el templado piano de Joserra Semperena, en estado de gracia, les permitan caer en la vulgaridad de un género; arreglos de cámara y de camarote, de catedral y de burdel, inspirados, frenados en su punto exacto de barroquismo, con la capacidad evocadora suficiente para transformar un frío apartamento de Madrid en una tasca de Corinto, Lisboa o Buenos aires. O en una tumba. O en cualquiera de esas camas olvidadas donde nacieron los sueños que nos sostienen aún.

Tiene Rafael Berrio -siempre la tuvo y los años la han ido templando hasta una precisión difícilmente humana- esa rarísima capacidad para que lo callejero suene noble y lo profundo sea común. Para que Omar Khayam, Pessoa y Baroja se paseen por sus palabras sin estorbar, porque están en realidad en el tuétano, no en la hermosa superficie. Para reproducir la complejidad de la vida levitando un paso por encima del mar de confusión. Es así como guía este barco donde uno reaprende más cosas de las que esperaba, como que la rima es prescindible a veces, cuando es necesario hacer notar su ausencia; donde uno recibe consejos sobre como morir y como no morir, y dudas sobre como vivir, y frágiles “salmos rescatados de la infancia”; donde uno escucha, sólo muy al fondo, los ecos de aquel poeta joven que liderara -aún en deuda con Dylan y Lou Reed- a los magníficos Amor a Traición, y comprende que un hombre son muchos hombres y que el truco está en no guardar a los peores para el final.

Sabemos que el arte raramente inventa y que a menudo consiste en contar lo que todos conocemos de sobra pero con la hondura y la nitidez que nos falta. Aún sabiéndolo, es hermoso asistir al momento, ver como el milagro se encarna en un disco aparentemente simple que vale por la carrera de muchos novelistas. Rafael lo ha vuelto a hacer; lo ha vuelto a hacer, el cabrón, mejor que nunca. Suena “1971” con ese tono quedo con el que los amigos viejos nos apoyan en la caída y con ese énfasis necesario con el que nos ayudan a renacer.

Y yo hacía muchos años que no lloraba con un álbum (de canciones).

Que sea para bien.


LUIS BOULLOSA

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy muy de acuerdo con tu comentario. Hacia mucho tiempo que no escuchaba un disco asi. Es increible. Brutal. Los grupos modernitos deberían aprender de rafael berrio.

Isra(el) E. Castillo dijo...

Me ha encantado tu comentario. Te dejo un concierto de Berrio. Supongo que ya lo conozcas.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/los-conciertos-de-radio-3/los-conciertos-de-radio-3-rafael-berrio/928813/

Anónimo dijo...

Ayer lo ví en el Colegio Mayor Lluís Vives de Valencia, y estuvo sublime. La belleza que pueden crear únicamente 3 músicos es insospechada.

recopetin dijo...

Brutal Berrio y brutal tu por el escrito y este pedazo de blog que es una puta rosa negra.
Quiero abrazar a Berrio (si se deja)