miércoles, diciembre 26, 2012

WOODS - "Bend Beyond" (Woodsist)

Cada cierto tiempo hay una banda así. Lo fueron en su momento los Beachwood Sparks en su saltarín y agreste álbum homónimo, y lo fueron los Vetiver  del pastoral road trip que era “To Find me Gone”. Fuego, Madera, vistas del mar a través de los pinos y todas las demás convenciones que a uno le pueden convencer un día sí y otro en absoluto pero que, bien formuladas, coagulan en una sensibilidad al tiempo recia y delicada que parece apuntar a algún punto de la psique colectiva. Por eso convence y cautiva a veces, supongo. Ahora les ha tocado el turno a WOODS con su “Bend Beyond”. Jóvenes y reconocidos, reflejados en las listas de mejores discos que la alta y baja music press del nuevo milenio factura como churros, lo cierto es que se han ganado a pulso su presencia en ellas con un disco notable que sin abandonar una cierta pulsión casera -un residuo de lo-fi que la modernidad parece exigir como sello sonoro de una supuesta independencia- arranca alto con las remarcables “Bend Beyond” y “Cali in a Cup” y se desliza luego grácilmente en un vuelo a media altura que es acompañante perfecto para tardes de esperanza. Quien tenga de esas para gastar, lo agradecerá sin duda.

Curiosamente, trabajan desde Nueva York (y afueras), por mucho que su artesanía traslade a la línea marina y al cielo irisado de una California hipotética. Son magias -blancas o negras- de la música misma que un sonido tramado entre la lluvia transporte a uno a ese momento en el que ésta escampa y la luz se cuela, gloriosa, entre el nubarrón: que la costa este lo lleve a uno intacto hasta la oeste cuando, en todo caso, no se conoce ni la una ni la otra. Situables musicalmente, por ascendencia, en el mismo viejo cajón donde cría polvo el sueño hippy, el fantasma ahogado de Randy California, el Young de “Zuma”, Love, los Byrds y otros tantos espectros de navidades pasadas que se nos antojan, inevitablemente, más felices (salvas las distancias que procedan), una escucha atenta permitirá percibir, sin embargo, que el evocado por WOODS es un paraíso (perdido) por el que transitan de segunda mano, un poco como el niño que, en cama después de la sesión televisiva de la tarde, sueña con la arena y el mar aunque fuera caiga una nevada de pánico.
Si se deja correr unas cuantas veces, el disco se carga más aún de razón, sin desvanecerse, permitiéndole a uno viajes laterales e iluminando madrigueras inéditas; mostrando que hay más enjundia en sus desarrollos de guitarra –algo desmañados, como de cristal roto- de la esperada y que incluso en su fase media, la más obvia y deslucida (del tema cinco al ocho, incluidos) hay un trabajo más que serio.

Me gusta, lo reconozco, esta psicodelia modesta de raigambre rock (no folk o country, por mucho que algo haya), esa capa de pintura suavemente ácida, de caramelo raro, ese matiz gelatinoso de crisálida por el que se cuela hasta nosotros una luz alterada, a veces superficial, otras subacuática. Todo en ellos tiene que ver con eso, con la luz, ya que su narrativa escrita no es especialmente notable y dado el hecho incontrovertible de que, comparados con sus referentes, lo de WOODS (y lo de los Sparks o los Vetiver o tantos otros de la excelente manada de revisión sesentera) es música encubiertamente conservadora. El hijo del viejo guerrero: mimético en las formas pero incapaz de pelear. “No es difícil decir que no es fácil/Buscar modos diferentes de hacer que las cosas sigan igual”, dicen en "It Aint Easy", como leyéndome la mente. Pero eso es un problema del que hablaremos cuando pase el invierno. Para el transito de horas oscuras son útiles, y así lo hacemos saber.// LUIS BOULLOSA 

lunes, diciembre 24, 2012

HAPPY CHRISTMAS MY (OR YOUR) ARSE




It seems like a freeze out
It seems like a freize
Stumbling I fell down
And prayed on my knees
The ice wagon's coming
To pick up the stiffs
Had a chat with an old one
He was gone in a jiff
And Santa and his reindeer
Jumped over the moon
So hush little child
Santa's coming here soon

Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby
Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby

I hope you grow up angry
Just like your dear old dad
I hope you grow up brave and strong
Not like me - all weak and sad
You said "Daddy, daddy,
You're stinking of booze"
I kissed him and said, "Kid,
I was born to lose.
But you have a future
And a big one to say
And I hope you'll remember
All the love that I gave."

Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby
Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby

Heres to all the little kids
Who haven't got no clothes
Heres to all the little kids
Who haven't got no homes
It's Christmas time in Palastine
It's Christmas in Beirut
They're scrapping 'round for rice
Not for tutti fruits
And the Christmas lights, they blew up
Now the 'lecky's all gone dead
I look like a coal miner
And I've a pain inside my head

Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby
Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby

Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby
Tura lura luray
Tura lura lie
Tura lura luray
It's a Christmas lullaby

martes, diciembre 18, 2012

CHE S’INTRAVEDE L’INFINITO



Mis intenciones para hoy eran levantarme temprano y trabajar, pero una vez más fueron inútiles. Me mantuvieron despierto los pensamientos y la propia nocturnidad, una cosa mía no sé si física o vocacional, y aquí me quedé, escuchando una y otra vez a Franco Battiato mientras recorre el futuro en moto junto a Carmen Consoli, dos halcones callejeros sufís de gélida sexualidad new age. Lloraría si supiese llorar -que decía alguien- escuchando al viejo Franco, un tipo que me hizo mejor la infancia con esa música sensible, cachonda y cósmica que fue una de las pocas que pude compartir con mi padre.

Cuando por fin me fui a la cama el sueño, además, se negó a llegar, y cuando conseguí dormirme al fin tuve un largo, largo sueño convulso cortesía quizá, de las acelgas con patatas (deliciosas) con las que me había atracado un par de horas antes o de la visión de “Pi” (darren Aronofsky, 1998, la ponían en la tele), o vaya usted a saber de qué o de quién. Imaginaba seguir despierto: Soñé que el diablo estaba en la habitación y era el que me impedía dormir  tuve que expulsarlo (de mi costado) rezando como un loco oraciones que ya recordaba mal. Soñé que era un asesino que protegía a una mujer y que viajaba de las autopistas de occidente hasta el oriente lejano, a través de cañones fantásticos. Soñé que sobrevolaba una Europa que era esta y otra al tiempo, un mapa a escala del Mediterráneo desde el que veía arder, lejano, Sudán y, cercana, Tierra Santa, mientras, bajo un discurso de Bin Laden (voz en off), huía de vuelta a casa con varias piedras sagradas en la mano que resultaron ser, al cabo, rebanadas de pan bimbo. Soñé que hablaba con el mismo Battiato, paseando por el campo reconstruido de una Sicilia que se parecía demasiado a Galicia y que después regresaba finalmente a mi propia isla atlántica. Un sueño de regreso, establecimiento y circularidad, bellísimo y que escribo ahora mal y a toda prisa porque ya se me borra. Ya alguien lo va borrando tras de mí.
¿Es el medio el mensaje? A veces, probablemente lo es. Vuelvo, recién despertado, a la misma canción de la noche. Escuchen esa voz grave, tabaquista, recién levantada ella también de un sueño brusco y compartido, pastosa por la noche que esperaba al día, visionaria, con la que la Consoli dice “Che s’intravede l’infinito”. En ella se entrevé, en efecto, algo que no es de este mundo, ni de mis indigestiones, siquiera, ni de mis sueños afiebrados, ni del diario tráfago que nos espera, al otro lado del cristal.// LUIS BOULLOSA

viernes, diciembre 07, 2012

SWANS - La práctica espiritual más violenta del mundo

Un texto sobre los SWANS que Luis Boullosa publica hoy en El Confidencial y en el que ha conseguido no citar ni una vez a la adorable Jarboe (en la imagen, a la izda.)...

Cuando vi a Michael Gira en directo por primera vez, en Bruselas, a principios de siglo, quedé más impresionado por su telonero que por él. El duendecillo ácido Devendra Banhart era, al cabo, una presencia asombrosa y fresca entonces, luz nueva girando sobre sí misma como un torbellino. Gira era, en cambio –pensaba uno- tan sólo un viejo brujo más: Imponía respeto, sin duda, y era notable su capacidad para hipnotizar con la monocorde grisedumbre de sus temas y un dominio apenas aproximativo de su instrumento (una guitarra acústica), pero probablemente todo lo que me quedó de él tras esa noche que pasé fascinado por la exhibición de su pupilo fue una sensación extraña de amenaza y el estúpido orgullo de poder decir “Yo he visto al tipo que creó a los Swans, la banda más violenta de la historia”. Sí, ese era el tópico, para quienes no habíamos llegado a conocerlos en vida. Y sí, aquel era el hombre que había tallado en ruido puro obras maestras del sótano y la cloaca existencial en forma de LPs, como “Filth” (podredumbre) o “Cop” (‘madero’) y restallantes declaraciones de filo metafísico como “The Great Anihilator” (el gran aniquilador). El ogro cruel y ambiguo que se había definido en brutalidades como “Rapìng a slave” (violar a un esclavo):

¿Por qué estar avergonzado del odio?
No hay nada malo en arder
Trabajo duro por cada cosa que poseo
Todo lo que poseo me asfixia mientras duermo


O en “Money is flesh” (El dinero es carne), en plena obsesión por las dinámicas del poder, la obediencia y el control:

El dinero es carne en tu mano
El dinero es carne en tu mano
Cuando pagas eres un sirviente.
Te lo mereces
Te lo mereces
Es fácil sacar dinero de tu carne
La carne es fácil de conseguir cuando trabajas por dinero


En todo caso, pensaba yo en Bruselas, en 2003, Gira había ardido. Su pasado era convulso, oscuro y fulgurante, pero su presente parecía tan sólo el de una respetable leyenda underground. Una más.


Justicia poética

Casi una década después de aquello he de reconocer mis variados errores: los discos actuales del (ya no) tan joven Banhart han dejado de importarme por completo (aunque sigo atesorando sus primeras maravillas) y, mientras tanto, Gira (59 años, aparenta diez menos, los pactos, ya se sabe) ha vuelto a reagrupar a esos Swans a los que se cansó de negar porque, ha declarado, “deseaba tener de nuevo la experiencia de las cascadas irresistibles de sonido que te destruye el cuerpo”. Y, no sólo eso: parece haber logrado convertirlos en lo que nunca fueron: el llameante hype de la temporada independiente. Absurdo y genial. Tiene sentido porque lo merecen su leyenda sus conciertos y su reciente y brutal disco “The Seer”, y porque funciona como extraña, dilatada revancha para toda una generación de habitantes de las sombras. La rata de biblioteca underground -ese animal más común de lo que parece- puede hoy explayarse, decir, “oh, yeah”, repachingarse en su sofá, ponerse un whisky y brindar, apoyado en su colección de discos de noise neoyorquino por ese momento de justicia poética extrema que está a punto de suceder en su ciudad: crítica y público a los pies del demonio de dos caras, garitos llenos a merced del inclemente martillear de una banda perfecta en su exceso, genuflexos ante una ola de sonido sobre la que el brujo oscuro riza el rizo, dispuesto a poner la guinda final en forma de bonita carcajada en la cara de la nada.

O al menos eso es lo que intentan los Swans, encaramados sobre unas ‘tendencias’ “independientes” que –imprevisibles ellas- llevan unos años decantándose por la música densa, la psicodelia circular de raíz kraut y otras cosas raras que deberían venir con diccionario. Bandas, todas ellas (en España podríamos citar, sin rompernos mucho la cabeza, a los excelentes Lüger) que se apuntalan siempre en directos sólidos y epatantes. Y epatantes, cierto, eran los cisnes cuando los vi en vivo en Oporto hace dos años, recién reunificados y presentando su irregular “My Father Will Guide Me Up A Rope In the Sky”. “Sólo puede hacer usted fotos en la primera canción”, me dijo una azafata del exquisita Casa de la Música de la ciudad portuguesa, “pero no se preocupe: dura 17 minutos”. Y así fue. Excesivo e impresionante. Un compendio muy bien graduado –y ejecutado con pericia de perros viejos- de lo aprendido en el camino: de sus épocas asesinas, sus momentos de contemplación y su inherente circularidad. Quedaba, sin embargo, ese resto inconcreto, esa impresión de que el éxtasis no siempre se conseguía del todo. De que todo el mundo tiraba hacia él con demasiada intención: Gira, atípico, iletrado director de orquesta, espástico pelele de sí mismo, parecía rozar todo el rato un trance colectivo que se quedó en los labios, como un recuerdo del que se duda.

Una amiga los vio hace tres semanas en Glasgow, y parece ser que dos años de rodaje les han permitido viajar de lo sólido a lo transportador. Y no es la primera persona que me lo jura: “No sabría decirte qué canciones tocaron antes o después, yo sólo cerré los ojos y viajé. Fue intenso. La gente que estuvo, decía que era el concierto con el sonido más alto en el que había estado, y yo me tuve que ir de la primera fila porque pensaba que me iban a estallar los oídos… guitarrazos, intensidad, trance… Hay parones, luego guitarrazo que te destroza el oído, luego melodía, silencio, destrucción de sonido… Duró una hora y media más o menos, pero yo perdí la noción del tiempo. No sé cuántas canciones tocaron porque se enlazaban unas con otras, era un viaje Un conocido que trabaja en conciertos le dijo que después de ése ninguno le iba a parecer bueno. La sensación fue alucinante. A mí me colocó, literalmente, durante unos días y cuando salí de la sala, todavía retumbaba…”


Etapa Oscura, Ángeles de Luz

En esta irónica instantánea, impensable hace cinco años, en la que los Swans avanzan triunfales hacia su ciudad de usted, poca gente parece recordar el trabajo desarrollado por Gira en los anteriores tres lustros de semi-oscuridad. Labor notabilísima al mando de Young God Records, descubriendo y fogueando a algunos talentos mayores (el citado Banhart, el grupo Akron/Family, a los que usó como banda), protegiendo a algún veterano (Lisa Germano) y proponiendo siempre alternativas curiosas (Wooden Wand, Mi And Lau). En lo artístico, fue entonces cuando Gira se convirtió en un verdadero contador de historias en el sentido clásico del término. Ya no un mero invocador de fuerzas internas o demonios comunes, un onomatopéyico orfebre, un titán del ruido: No. Un narrador de verdad, un artesano de malsanos retablos que recuerdan, sí, a los de su admirado Jeronimous Bosch, y de helados esperpentos que le acercan a su no menos admirado Francis Bacon. Pictórico él, su ambigüedad y su esencial violencia están más presentes que nunca, pero, paradojas de la vida, suenan aquí acrisoladas: una cristalina y unificadora gracia atraviesa a los ángeles de la luz haciéndolos un todo. Y si bien es cierto que las canciones de Gira son siempre una o dos, permutadas con distintos nombre y significados, esa gracia basta para sanarlas.

Fue antes del citado concierto de Oporto cuando pude conversar con el hombre que da miedo. Gente educada, demasiado quizá, dotado para una simpatía gélida que guía con unos ojos de azul cristal que no ríen nunca, aunque él suelte una carcajada. Daba algo de miedo, sí, pero estuvo bien. No ha matado a nadie, que yo sepa.

“Lo primero es sentarte ahí, tú solo”, me decía hablando del proceso de escritura de las canciones”, e ir poniendo las palabras una detrás de otra, pero a veces, de pronto, hay algo se abre en la parte trasera de tu mente… algo que no sabrías definir. Es lo que siempre estoy esperando, pero sólo sucede en ocasiones. En el escenario, con la música, establecemos una situación que potencialmente tiene un final muy abierto, y la idea es la de perder tu cuerpo y perder tu mente en el sonido y que en un momento el sonido posea por la fuerza, tome el control y nos conduzca, más que al revés…”.

Luego me habló de Joseph, que es quien toma el mando cuando el trance creativo se produce: “La parte trasera de mi cabeza se abre y… es como un vómito…Yo le llamo a este individuo Joseph. Se sienta en mis hombros y mete sus manos dentro de mi cabeza. Es como un… hermano demónico”. Así lo explica, también, en “Joseph Song”, integrada en el soberbio “We Are Him”, quizá el punto culminante, incluso en lo iconográfico, de su cancionero angélico:

El escribe esas palabras sobre tu piel
Tú apartas la cara de él
Siempre hay cosas que no se pueden decir
Pero Joseph tiene la llave que las abre.


Él deja esas canciones en tu lengua
pero es hora de pagar por lo que has hecho
tus dispersos agujeros en deudas pendientes
todas catalogadas
en la cabeza de Joseph.


Tu hermano está borracho aquí, a tu lado
esperando tu aliento de vida
pero ¿cómo puedes cantar aquello que sabes falso?
Nunca borrarás la boca de Joseph de tu cara

Un primer arañazo se interna en este polvoriento escenario de madera
Una historia de nuestros mejores años desperdiciados
No hay donde escapar de la verdad de Joseph
Sus manos están en torno a tu cuello, pero te alimentan
¡Así el río ate una soga a tus pies
Y se lleve tu cuerpo y tu mente a alta mar!
Y entonces, agradece al cielo con sus colores, desde abajo, bajo
el fango universal donde Joseph crece.


No es despreciable esa idea del fango universal para saber qué es lo que intentan los Swans. Un retorno al magma, una comunión que implique de verdad, lo físico. Quizá por eso el volumen excesivo, cruel. Quizá por eso el mantra pseudo religioso.

“Mi música es mi práctica espiritual”, ha dicho Gira. “Y creo que es lo mismo que meditar… cuando va bien eres capaz de llegar a un estado en el que puedes expresarte y simultáneamente perderte dentro de otra cosa distinta, y ambos os disolvéis dentro de algo que está al tiempo dentro y fuera de ti. Eso es lo que intentan las religiones, y lo que la gente quiere, por eso quieren religión”. Interesante, viniendo de alguien a quien uno imagina perfectamente atravesando la vida al son de aquella inolvidable apertura de Miller en trópico de Capricornio: “Tenía tan poca necesidad de Dios como él de mí, y con frecuencia me decía que, si Dios existiera, iría a su encuentro tranquilamente y le escupiría en la cara”.

En todo caso, no se lo pierdan. Swans tocan hoy en Madrid en El Matadero (¿dónde sino? y mañana el nueve de diciembre en el Teatro Central de Sevilla. Quizá el año que viene toque adorar a Antony And The Johnsons, o algo peor.

Y si prefieren empezar por el principio, con los LPs, recuerden esto: los discos de 45 revoluciones de Black Flag pueden ser escuchados a 33 y funcionan. A los Swans les pasa al revés, sus discos de 33 se pueden poner a 45 sin que la cosa se desmande. Durante un tiempo, yo lo hice de ese modo.

Luego decidí que ya estaba preparado, ralenticé el giro y me zambullí.

sábado, diciembre 01, 2012

THE NOTHING BUTTS

Asoma la pata la Navidad: nuestro líder espiritual, Cowboy Iscariot, se ha retirado al ala oeste del Rancho Kaput, cual tímida, introspectiva réplica de David Koresh; Gato Palug fue visto por última vez en Pattaya beach, ciudad de vacaciones, en dura negociación con una dulce señorita, y varios colaboradores más han montado un fumadero de opio en el sótano. La música brilla por su ausencia, el ruido ha desaparecido y tenemos el silencio necesario para observar el rodar glorioso del otoño (excepto cuando las Hienas Telepáticas ensayan en el granero). Sin embargo, hay noticias de las que hay que hacerse eco inevitablemente: THE NOTHING BUTTS pasan a integrar desde ya nuestra lista esencial de supergrupos oscuros. Bajo el liderazgo del viejo lobo Spencer P. Jones (Beasts of Bourbon) están David Baker (Scientists, Beasts of Bourbon, Hodoo Gurus), Gareth Lidiard (The Drones) y su Fioona Kistchin (The Drones), y la cosa suena más que prometedora en los dos temas que hemos podido escuchar AQUÍ y ALLÁ. Los supergrupos, en general, no molan mucho: han sido una castaña desde los putos CREAM. Sin embargo, cuando están compuestos por gente que lo merecería todo y ha conseguido menos de la mitad, estrellas opacas, dioses disfrazados de mendigo, todo cambia. Aquí, como sugerencia, otros dos ejemplos de la misma exuberancia oculta: ENABLERS y FORASTERO.
 

martes, noviembre 20, 2012

FAKE WEATHER




Hoy me he levantado a las ocho de la mañana, debo estar enfermo. ¡Arranquen bien el día con los greatest hits de la inigualable Conchín Fernández!!! ("la semana termina de nuevo con sol y con mucho calorrrrrrr...")

lunes, noviembre 19, 2012

Viejas crónicas - THE EVENS (Madrid)

(Una crónica de hace unos años y que creó alguna polémica -tormentas en un vaso de agua-. Fue publicada en el Ruta 66 cuando yo aún escribía en tan legendaria cabecera).

Los mitos. Ah... los mitos!. Y que te voy a contar de los mitos que no quieren ser mitos. Eso ya es la leche. El pontífice máximo del hardcore intelectual (dicen), Ian McKaye, y su compañera de aventura, Amy Fariña (The Warmers), aparecieron por la ciudad y el Moby Dick se petó de un público con la media en los treinta y respetuoso hasta la nausea (excepto unos idiotas del fondo que se dedicaron a deshuevarse todo el rato y amargarnos el pase. Nunca llueve a gusto de todos). Lo que siguió fue una demostración de que, aparte del creador prodigioso e indiscutible que ha comandado a Fugazi y Minor Threat, McKaye podría haber sido (y quizá es) un excelente maestro del estilo El Club de los Poetas muertos, es decir, un pesado: Interminables parrafadas profesorales entre canción y canción sobre la ética, el compromiso, la rebeldía, el trabajo en común artista-público y lo malo que es Bush (que al final no está haciendo nada que no se haya hecho toda la puta vida, pero en fin) en un discurso a veces certero pero demasiado esquemático y naive a estas alturas, aunque a nadie le apetezca, ya se sabe, ser el primero en indicar que el rey está desnudo. En lo musical... pues bien, si, pero tampoco para tirar cohetes. La siempre interesante guitarra del McKaye y los ritmos de su compañera para ir desgranando a media voz un material menor, bonito, peleón si se quiere, con algún momento entre cómico y emocionante como cuando hizo silbar a toda la sala para acompañar el arranque de una canción. Miniaturas apreciables que ganarían sin tanta palabrería y que son bien apuntaladas por la hermosa voz y la batería minimal de Fariña. Si el amigo se pusiese una peluca hubiesen pasado como un grupo decente e imaginativo de Riot Grrrls de las de antaño. Nos lo tomaremos como el necesario divertimento que ayuda a coger fuerzas para lograr nuevas obras mayores. Como tal, fue más que digno, aunque, ya digo, lo hubiese preferido sin el Spoken Word. La verdad, hace un puñado de años que me enteré de que que el Punk no consiste en llevar cresta sino en bla, bla, bla y blaaaa. //LUIS BOULLOSA 

domingo, noviembre 18, 2012

En las cuencas de tus ojos - JORGE MONLONGO


A JORGE MONLONGO, excelso ilustrador, lo conocemos desde hace lo que parece una vida –en concreto desde 1997, cuando hacía los carteles de aquella banda  llamada Daddy Works in Porno-. Su carrera posterior ha sido sólida y ascendente, y en el camino condescendió a realizar alguna de las mejores portadas de KAPUT (cuando salíamos en papel). No  se lo pierdan, es un amigo y un artista.

Recomendaciones - TORA! TORA! TORA!

Alguien -quizá alguno de los ubicuos espectros de la Anglogalician Cup- me había hablado bien de los pontevedreses TORA! TORA! TORA! , así que rebusqué por ahí hasta encontrarlos. Grata sorpresa: un primer EP interesante y más garajero ("Alfabeto Eléctrico") y un segundo, "Santa Muerte", más que notable, en el que abandonan el inglés y templan su impulso en un punzante ejemplo de angst joydivisionario. Tienen, en hieráticos hits como “Marcha Fúnebre”, ese fuego frío procesional y claustrofóbico, esa tierra rasa de guitarras distorsionadas que los emparenta al tiempo con los de Manchester y con bandas oscuras y esenciales de aquí, como Décima Víctima o los Surfin Bichos más borrascosos (quizá también con los Parálisis menos obvios, sobre todo en "Crematorio"). Pronto reseña y, sí se puede, entrevista. Mientras, escúchenlos AQUÍ.

viernes, noviembre 16, 2012

CUANDO FUIMOS RUSOS BLANCOS (una entrevista con Chechu Biriukov)

Una entrevista con el mítico CHECHU BIRIUKOV para JOT DOWN en la que ha colaborado nuestro supuesto amigo Luis Boullosa  aportando sus discutibles conocimientos sobre basket (muchas horas gastadas en pachangas, básicamente...)

jueves, noviembre 01, 2012

PENGUIN CAFE ORCHESTRA - "Concert Program" (94)




Creo firmemente que –tomando como dada la curiosidad- el mejor motor de búsqueda es la casualidad. Mi madre decía siempre: “no leo más rusos. Los leí todos cuando era joven”. Y así era, probablemente, porque la suya es una eficaz mecánica cartesiana de tierra quemada; la mía, en cambio, la del vagabundo que encuentra cosas: después de años de vagabundeo y de encuentros uno va relacionando esas cosas, creando una red de experiencia tremendamente imperfecta (nunca me he leído a todos los rusos ni nunca lo haré, soy un colador) pero que tiene una ventaja esencial: las relaciones establecidas, A VECES, son propias y no dictadas; los momentos de reconocimiento de uno mismo en las canciones o las palabras, o en las conexiones intuidas, tienen un sabor a descubrimiento personal y único, no repetible. Luego, comprobar en alguna lectura al azar que alguien llegó a conclusiones similares no importa lo más mínimo, no resta sabor a ese hallazgo; si acaso, le añade un regusto de buena compañía.

Le cojo prestados a mi compañero de piso un par de discos. Él no está, yo trato de arreglar un router que falla y los veo allí. El primero es un mediocre directo de Nacha Pop de finales de los ochenta y el segundo “Concert program” de la Penguin Cafe Orchestra, un concierto grabado en estudio el 23 de julio del 94. Tenía una deuda nunca saldada con la Orquesta del Café Pingüino. “Tienes que escucharlos”. “Claro, los escucharé”. Y ahí se habían quedado, una de tantas bandas cuyo nombre conoces de sobra y de la que has leído algún artículo aquí y alguna referencia allá. Y luego, un día, aquí están, en tu mano, como un regalo para llenar el día. Hace sol en Madrid y los escuchas por primera vez, limpio de todo. Y ciertamente, oída así, su música suena a límpido renacimiento vital, una especie de casquete polar en pleno deshielo por entre cuyos algodones se pueden entrever, abajo, parajes de belleza tan domada como, por ello, incomparable: campos y casas, y en las casas gente que vive allí, aún un poco lejos, aún un poco rara para ti, aún no del todo al alcance de la mano, como una promesa cercana de lo que podrías ser. Mecánicos, juguetones y repetitivos, quizá cercanos por momentos a ese barroco inglés que tanto amo y tan poco conozco, haciendo delicados malabares, en otros, con músicas tradicionales o regias, me resultan, en todo caso, balsámicos tras una temporada de oscuridad. O quizá son ellos el fin de esa temporada, el grácil vuelo planeador hacia otro sitio que te suena de algo. Quizá de sueños. Me recuerdan también a las orquestaciones de Nick Drake –y seguro que quien sepa podrá apuntar a conexiones más ciertas-, a esa evanescente precisión cortesía de Robert Kirby, aunque indudablemente más laxas, más naturales y menos –nada- necesitadas de una voz.

Me sorprende, pues, confirmando la exactitud y pautada exuberancia de su música –una especie de libertad de regla y cartabón-, encontrarme con que la historia de la fundación del colectivo es lejanamente cercana a mi propia primera impresión. Transcribo, simplemente, de su página web:

“Un día a principios de 1970, El compositor inglés SimonJeffes estaba en el sur de Francia. Sufría una horrible intoxicación alimentaria. Tuvo una serie de sueños afiebrados en los que aparecía una distópica visión del futuro cercano, en la que todo era gris y hormigón.

La gente vivía en grandes bloques grises y uno podía ver a través de las ventanas. En una habitación una pareja estaba haciendo el amor sin ruido alguno y sin amor alguno. En otra alguien estaba sentado mirando fijamente a una pantalla, pero llevaba puestos unos auriculares y la habitación estaba en total silencio. En la esquina superior de cada habitación una cámara observaba todo lo que sucedía como un ojo malévolo.

Aquel  mundo estaba deshumanizado y oprimía el corazón… pero uno podía rechazarlo y mirar más allá. Si mirabas carretera abajo a una cierta distancia podías ver un edificio destartalado de cuyas puertas rebosaban hacia la noche el ruido la luz y la música caótica. Era el Café Pingüino. Dentro había un bar Okonomiyaki con largas mesas donde todo el mundo se sentaba junto. Había serrín en el suelo y cuando te sentías cansado los vasos se hacían a sí mismos menos pesados para ayudarte. Al fondo había siempre una banda tocando música. Sin saber dónde, uno siempre sentía que había escuchado aquella música antes. Era la Orquesta del Café Pingüino.

Al despertarse, las palabras de un poema vinieron a él: ‘Soy el propietario del café Pingüino. Te diré cosas al azar…’”.

Hay algo de sueño en dedicar el resto de tu vida a componer la música de un sueño. Y sin embargo, pocas cosas me pueden parecer más cercanas a la realidad .

Llega la noche. La gente apura sus últimas cañas ahí fuera, luego vendrán las copas.

Hoy es día de fiesta y yo he elegido el disco adecuado.

Cercano, cercano a la escurridiza y saltarina felicidad.

lunes, octubre 22, 2012

Entrevista con GOG Y LAS HIENAS TELEPÁTICAS


 
SONIC WAVE MAGAZINE publica hoy una interesante entrevista con nuestra banda favorita de carroñeros mentales a cargo del siempre inquieto Maese Manuel Beteta. GOG Y LAS HIENAS TELEPÁTICAS explican AQUÍ el porqué de sus afrentas al buen gusto, su infeccioso disco "GLOAT" y sus problemas con la bebida y la autoridad. GOG IS LOVE!.

domingo, octubre 21, 2012

LOS LLAMADOS PERDIDOS - "Somos Gente"





Ya en su momento sonaba a otra cosa y a otra época, así que ahora que han pasado diez años, definitivamente pertenece a un espacio distinto y atemporal. El tiempo ha tratado bien, apartándolo de sí, a “Somos gente”, el primer disco de LOS LLAMADOS PERDIDOS, conservado como una crisálida en ambar, armado hoy con la misma agridulce familiaridad que nos desarmó entonces e igual de desconocido todavía. Conservo un ejemplar de la artesanal edición, uno de los verdes, y ahora que he vuelto a retomar contacto con habitual con Mato Armada (voz y guitarra) y Sonia Barba (batería y voz) lo he recuperado y lo escucho a menudo, fascinado por la simplicidad con la que son capaces de ir desde la sombra de Los Ronaldos hasta el ala izquierda de la Velvet Underground pasando grácilmente, de puntillas, por el pasadizo encharcado donde duerme el hermano indigente de David Lynch. 

Pop cantado en español, límpido, alienado en su justo punto, fue arreglado con natural sabiduría por Justo Bagüeste y producido por éste y por Javier Almendral en los estudios Blue Box en 2002, la época en la que todos parábamos en el mismo bar de Madrid, El Alivio. Son esa producción y esos arreglos los que elevan con aérea nitidez aquel pop gloriosamente deshilachado sin que las canciones dejen de verse a la perfección. Difícil resistirse, por mucho que uno las tenga más que oídas, al irónico y cristalino encanto de “Cuando estoy contigo”, el velvetismo naif de “Andy”, la contenida visceralidad de “No más Valium” o la ralentizada, onírica insolación de “Soy un Gato” (mi tema favorito sin duda, a día de hoy). Como pespunte final tenían esa pizpireta y perfecta reverencia a Chris Isaak (“Jugaste conmigo” - “Wicked Game”) y el simpático desbarre de “Intento Sugus” que no aparece en el Bandcamp. Difícil, también, no reconocer la calidad y la capacidad comunicativa de unas letras que flotan con naturalidad en esa fina línea que separa lo cotidiano de lo extraño, la paz de la alteración, nuestro mundo de ese que permanece justo al lado, tras la puerta, y que también es nuestro. 

Me alegra haber colaborado con aquel proyecto, aunque fuese de manera totalmente lateral (les presté mi bajo, creo recordar, y la foto de la contra es mía, en la piscina del viejo Jules, cuando éramos jóvenes). Armada lo llamaba “música normal”. Música extraordinaria en su honestidad y en su plateado encanto, me parece a mí. Una obrita maestra olvidada, un milagro doméstico y al alcance de quien quiera llegar hasta él. //LUIS BOULLOSA

AUSENCIA DE FOTOGRAFÍAS


(Le hemos pedido a GATO PALUG que nos escriba algo desde su voluntario exilio en El Salnés, pero sólo hemos obtenido esta sarta de incongruencias garabateada en diez minutos y la foto en la que aparece con sus dos amigos más recientes -los únicos que tiene-. Incluimos el texto para dar fe de lo nocivo que siempre ha resultado el exceso de pensamiento en soledad. Esperamos que se recupere y vuelva a ser pronto el motherfucker robatumbas a quien todos queríamos tanto).
 
Los grupos que toleraba se iban haciendo más reducidos en número. Aunque, mirando atrás, apenas recordaba alguna foto colectiva con su figura dentro, estaban los equipos de baloncesto en la infancia, porque sus quince y sus dieciséis -y probablemente los diecisiete y los dieciocho- habían sido infancia. Y estaba una foto de una fiesta en la universidad en la que sale sentado en el suelo y sin camisa rodeado por otros cuarenta o cincuenta borrachos. La tiene en algún sitio. Y poco más. Pero sí hubo un reino intermedio, un tiempo en el cual una cena o una excursión podían acabar con todos abrazándose la espalda frente a una cámara. Una cámara réflex, aún no era la época de las digitales. Luego eso se terminó, aunque él no sabría decir cuándo ni cómo vino el cambio. No hay un momento, acaso, aunque las películas digan siempre lo contrario y los libros digan siempre lo contrario, y las religiones, que son las películas y los libros, todos juntos, establezcan claramente que cada cambio de fase necesita su símbolo. Te caes del caballo, te bajas de la burra, apalizas a unos mercaderes. Dices un “No” sonoro y solemne y desesperado, que resuena a lo largo del desierto en el que sólo estás tú. Esas cosas. La realidad es distinta, así que quizá no hay un momento, pero él sabe bien que el contacto con los otros le resulta cada vez más angustioso, con esa nausea cercana, no demasiado violenta todavía, que acaba por teñirlo todo de un aroma a vómito. Ahora aún puede tocar con los amigos –casi todos amigos viejos, de hace años-, tres, cuatro, cinco a lo más, y ya le parecen sospechosamente muchos; y puede aún correrse alguna farra amistosa, pero las fotos ya no las soporta. Tampoco -porque, se dice, hay una suerte en cada desgracia- le solicitan que se integre en grupos muy a menudo. No hay fotos organizadas en la peregrinación anual de machos cabríos adictos a los medicamentos, y la logia de solitarios empedernidos es exigente en sus normas: las agrupaciones de más de dos están mal vistas, y está  rigurosamente prohibido dar fe de ellas. Se mira a si mismo; se mira las manos, que son lo que ve mientras escribe a solas en su casa y se pregunta que será lo próximo. Pronto, quizá, una pareja se le empiece a hacer extraña, si es que eso no ha sucedido ya; convertirá la tendencia a espantar a quien le quiere en hábito arraigado y finalmente sustituirá el hábito, tan cansado, eludiendo en primer contacto, evitando la ocasión. Y ya habrá quedado todo dicho. A veces siente ganas de actuar como hace tiempo y coger a alguien que acaba de conocer y hablarle a bocajarro, y decirle lo que piensa en ese momento. Verdades momentáneas. Pero sabe que mañana esas verdades ya no estarán, y se abstiene. Prueba a esperar, a ver cuantos se acercan. Y no se acerca ninguno: lo esperado. Quizá ha empezado a darles miedo a todos aquellos a quienes no da risa. O quizá ha empezado a levantar una vaga indiferencia general hacia su persona. Los héroes solitarios tienen su nicho casi siempre antes de los treinta, y sus depojos de batalla mercenaria después, algunas temporadas, pero esas temporadas ya se han alargado hacia el otoño. Ahora la gente demanda otras cosas, y tampoco él tolera ninguna de esas cosas demandadas; y en quien menos las tolera es en si mismo. Desvestido de cualquier atractivo, remitido por correo certificado a un reino ajeno, sin entender nada de un idioma que se le ha ido enrareciendo en el oído, va por ahí, aún sin moverse, dispuesto a vomitar en la acera todo lo que tiene dentro para descubrir, al final, que había apenas bilis, sangre y aire. Y siente un miedo vago pero presente casi a cada hora del día: él nunca fue un valiente. Cree saber, sin embargo que es tarde ya, también, para acobardarse. Ahora no serviría más que para provocar unas cuantas risas más, algún insulto, quizá, y la misma indiferencia general. Habrá que ir por la nada, entonces, con el orgullo medio intacto y la pose de siempre –se dice-, inventando, si acaso, un pasado que fue igualmente nada y haciendo tábula rasa de la vida. Al menos para ese trabajo vendrá bien la ausencia de fotografías.

sábado, octubre 20, 2012

LOST ARTWORK

Basura interestelar clase B. Tecnología post soviet. Destino desconocido. Imágenes y collages que no he usado por el momento y un cartel de un concierto que no se llegó a realizar.

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LA MUY recomendable HIPERCANDY, de quien ya hablamos en su momento AQUÍ, vuelve a pisar las tablas HOY con ese arranque de hiperrealismo enrarecidamente naif que es "Donde se reunen los camareros"... Echen un vistazo AQUÍ y ALLÁ y disfrúten.

lunes, octubre 15, 2012

GOG + JULES MARTÍN (en LA FAENA II)

Este e-mail está protegido contra robots de spam, necesita habilitar el Javascript de su navegador para poder verlo. Las Hienas, animales de palabra, regresan a Madrid para presentar su primer disco, "GLOAT", un manjar para paladares finos amantes de la carroña. JULES MARTÍN, fino orfebre de pop anglófilo, estético príncipe de la emoción multilingüe, abrirá el concierto en su reaparición después de varios años de exilio interior... GOG IS LOVE!!!

domingo, octubre 14, 2012

THE JESUS AND MARY CHAIN - "Darklands" (87)


Hace muchos años tuve un amigo que adoraba a los Jesus And Mary Chain (abundaban los fans, en aquellos tiempos) y siempre hablaba de un glorioso concierto suyo en Valencia:  45 minutos de sombras chinescas y feedback sin hola ni adiós que habían quedado grabados para siempre en su cabeza. He recordado sus palabras a menudo cuando me he encontrado con cualquier arrogante bandita inglesa de momentáneo cool de las que han abundado en los últimos 20 años: “Puedes hacer esto si eres los Jesus en su mejor momento, puto inglesito, si no, mejor ponte el mono americano de trabajo y da un concierto como dios manda”. Últimamente he escuchado unas cuantas veces el “Darklands”, el único disco de la banda que tengo aquí en el exilio. No es mi trabajo favorito de los escoceses –me gustan más “Psychocandy”, “Automatic”, quizá, y sin duda el infravalorado y retrospectivamente sobrebio “Honey’s Dead”-. Quizá sea por su linealidad, o por las baterías electrónicas, o por ese intento de acercarse a unas cumbres borrascosas que sólo por momentos logran alcanzar, o por una producción que les hace sonar un tanto plásticos, o por la falta de polución sonora, que desnuda demasiado su magro esqueleto. Es un disco frígido que podría haber sido exuberante, y hasta la desesperación de sus textos suena algo impostada. Y sin embargo su caligrafía, aún a media tinta, es, concedámoslo, impecable, y en su interior, escuchado con tiempo y con espacio, en esas horas o días en las que nadie te va a molestar ni a querer, hay canciones muy apreciables en su sencillez. Es una deriva de pop congelado y límpido que he aprendido, poco a poco, a disfrutar, y está ahí el fantasma de un Bowie deshidratado y asténico, vagando por paisajes sobre los que sopla silenciosa Emily Bronte. Páramo sintético, sí, con ocasionales momentos de borrascosa alegría instrumental (“Happy When It Rains”, “April Skies”). Tiene su encanto. Y me gustan sobre todo sus tres líneas de apertura que pronuncia William Reid: “Me voy a las tierras oscuras/para hablar en rima/ con mi caótica alma”*. Es una definición tan engolada como cierta, tan rimbombante como –por ello- precisa de lo que siente uno al retirarse parcialmente del ruido del mundo, cuando vuelve a pasar el tiempo en soledad como si fuera de nuevo el niño tímido, hipersensible y segregado de hace tantos años. Hay algo circular en esas vueltas atrás. Si estuviste en un lugar, vuelves a pasar por él al cabo de un tiempo, aunque a menudo ni siquiera te des cuenta. Pero si te das cuenta hay un agridulce placer ahí; uno que te trae la vejez a los labios, para que vayas sabiendo de qué va.
Hoy me había prometido hacer un post positivo, mera lista de cosas que me gustan para romper mi misantropía terminal de los últimos ratos en el blog y para recordármelas, de paso, a mi mismo, pero no se me ocurría gran cosa. He estado cuatro horas frente al televisor viendo pasar seriales patéticos con ice T haciendo de madero bueno y películas de una edad de piedra en la que Tony Manero violaba nenas en la trasera de su coche y el mundo me ha seguido pareciendo igual de ni guapo ni feo. Vacío, apenas. Así que me he vuelto a poner el disco y me ha ido algo mejor. Al menos envuelve el sentimiento con una dulce dejadez y sus colores van a juego con él; perfecto papel de regalo para tanta ausencia de sentido.
Han pasado 25 años desde la salida del “Darklands”; La vida de muchos que ya se consideran mayores a estas alturas. Dejemos correr otros 25 y es posible que el vino sea entonces soberbio. A buen seguro, en todo caso, raspará de manera distinta el paladar, después de nueve millones de días de lluvia más. //LUIS BOULLOSA
 
* "I'm going to the darklands/to talk in rhyme/with my chaotic soul"


viernes, octubre 12, 2012

MANIERISMOS (II) - Entre tus brazos de hierba


Hay algo bueno en la mitología del rock: no hay que derribarla, se cae sola. Al primer puñetazo, al primer leve toque, incluso, tu mano atraviesa el papel pintado del decorado; cartón piedra en el mejor de los casos. Otra cosa es lo que uno tarde en actuar de acuerdo con esa realidad. A veces es una vida completa. A mí en particular lo que hay detrás ha terminado por resultarme lo más interesante. La tramoya y el laberinto de camerinos y almacenes vale más que esa pobre obra en la que monos pintarrajeados de fulanas jugaban a fingirse machos cabríos y mecánicos en paro amagaban para la platea muecas de James Dean. Vale más el páramo, las traseras, el callejón, aunque sea porque descubrir la verdad tiene algo de gozosamente profano cuando la mentira lo es, aparentemente, todo. Vale más el descampado bajo el gris mortecino y ciudadano, donde las mujeres escasean y cruzan aprisa contra el fondo gris de tormenta y a los hombres les pesa la vida, como es inevitable. Vale más el cuarto de paredes rasas donde gastas la vida escribiendo y las tascas, toda la llanura desolada donde la amistad pervive por necesidad, porque si no existiera todo flotaría en un aire sin gravedad y se disgregaría para siempre. El verdadero Rock&Roll es una cara B de un disco del montón, con su par de temas aceptables y una tonelada de tiempo vacío que se emplea en esperar; un lapso a veces exasperante de excesos alcohólicos y momentos de iluminación pagados por diez veces lo que valen. Y sin embargo es mejor que los cortinajes y el papel dorado y toda la puta representación que, en torno a tí, sigue en marcha mientras tú estás ya en otro sitio. O quizá sea sólo mi tardía manía por la verdad, otra forma cualquiera de joderse la vida a la que somos propensos pocos y ni siquiera por gusto.

Teorizo: conocemos las mentiras esenciales casi desde niños, pero persistimos en no verlas, porque así la vida es más fácil. Pecado de cobardía, primera y necesaria piedra del orden social. A la larga, ayudamos a transmitir esas mentiras, con miedo de que esas criaturas a las que nos ha dado por poner en el mundo se dañen al contacto con lo cierto. Colaboracionistas.

Sabemos, por ejemplo –algunos- que no nos satisfará el matrimonio ni la doméstica parsimonia de la vida civil, pero nos es más fácil afrontar cuatro o cinco décadas de aburrimiento que llevarle la contraria a esa mujer que un día nos hizo caso y que soporta sin pestañear los defectos por los cuales fuimos escarnecidos en la infancia.

Tampoco queremos, por ejemplo –algunos- tener hijos, pero se nos da miedo levantar la voz. Todo nuestro intestino, convertido en el cuerpo mismo, recela de la aventura y la rebelión y nos empuja a esa calma espermática, plana y sin sabor.

Jamás nos tragamos el mito de “nacidos para correr” ni ninguno de los otros, pero lo utilizamos mientras nos quedaban bien el tupé y las botas, y ahora, panza en ristre, seguimos usándolo para los chascarrillos de bar, como pálido icono de un tiempo pasado de divertida y permitida inmadurez. Y sostenemos, razonables, modestamente orgullosos, la teoría de nuestros abuelos, en la que nos educaron, tras un breve lapso de disidencia nuestros padres: Hay un tiempo para todo.

La no observancia de ese tiempo será castigada de manera tan sutil como eficaz. Y el castigo es probablemente esta progresiva falta de interés de los otros, esta propia y creciente soledad, esta ausencia de interlocutor, esta sospecha lenta pero segura de una locura parcial; el ostracismo, en fin, en medio de ciudades atestadas.

Me preguntan en una entrevista que qué es lo mejor y lo peor de estar en una banda de Rock, y esto es lo mejor y lo peor: que el mito no existe y que el librepensamiento lleva, en primera instancia, al menos, a una bendita y maldita, paradógica soledad de dos cabezas.

¿Cómo actuar en consecuencia, sin embargo? ¿Cómo recorrer ese subsuelo en lugar de tratar de recomponer el estúpido decorado que, nos habían dicho, era la vida?

He pensado largamente, pero sólo se me ha ocurrido apagar la televisión. Quizá sea útil. Si es arte no está en televisión, exceptuando la dinamita ya mojada por el paso de demasiadas décadas de fallo educativo. Después no estaría mal quemar todos mis discos de Bruce Springsteen. Quizá dejar de comprar periódicos, excepto como ejercicio de sarcasmo provincial. Pero no serían más que principios tímidos, tan obtusos como la trampa misma que se trata de evitar.

¿Sirve de algo hacer música (o, para el caso, escribir, pintar, pensar, gritar)?

 Sirve, supongo, para atarnos a una realidad personal cuyos límites cada día se desdibujan más al contacto con los zombis. Para saber que estamos y que somos, y, aproximativamente, dónde estamos y qué somos.

¿Nos volveremos locos, papá?

Probablemente sí, hijo mío. De puro cuerdos, estamos condenados.

¿Y cómo mantendremos la alegría? Regreso. Retorno. Hemos demolido el cartón y hemos conservado sólo la piedra, la trastienda, lo que pisamos cada día, la gloriosa falta de luz y de dinero, las escasas conversaciones sagaces e iluminadoras, la simple naturalidad de los hombres que hacen música, la literatura libre raramente escuchada, las cosas hechas por la necesidad misma de ser, sin más.

Regreso. Lo sabíamos todo cuando empezamos a caminar. Los últimos veinte años han sido sólo quitar capas de mierda y óxido para poder tocar de nuevo esas certezas.

Y me gustaría, me gustaría tanto ser más valiente –pienso- para decir no a las pequeñas imposiciones, que son las más jodidas. A ti que más te da. Pero qué te cuesta, hombre. La ensangrentada llanura rasa de cafés fríos, bodas y bautizos.

¿Y cómo mantendremos la alegría, después de haber contestado a ciertas cosas?

No lo sé.

Escribí un poema mediocre hace tiempo que siempre me hizo gracia. Decía así (me cito de memoria):
 

Las mujeres preguntan a su ginecólogo: “¿Tragar semen engorda?"

Y los hombres pagan sus buenas monedas por las

futuras tumbas de cemento.

Pero yo me como los chuletones a pares

y estoy reconciliado con la tierra:

Acógeme, como una madre,

entre tus brazos de hierba.

 
Me gustaría poder decirlo en alto ahora, con la misma convicción que cuando lo escribí, esa que acaso nunca tuve. //LUIS BOULLOSA
 
 

jueves, octubre 04, 2012

MANIERISMOS (I) – Seamos escépticos

Seamos escépticos. Nos lo podemos permitir, nadie nos mira. Seamos dionisíacos e idiotas sin movernos demasiado de la silla que hemos ocupado en esta tasca desde donde se ve caer la ciudad hacia el mar de chatarra. En el lado opuesto está el mar de verdad, pero hay también un muro. Seamos felices, alarguemos para ello la estancia aquí, pidamos otra y otra más, sin demasiada prisa, aunque sin calma alguna, aparte del embotamiento, el picor, la nausea leve. Deseemos estar en Tanger o en Lisboa. Recordemos, después de un rato, que estamos en Tanger o en Lisboa. Riamos solos. Miremos a nuestra acompañante que regresa con tabaco (dos paquetes) con un cariño momentáneo y atlántico. ¿Quién sino ella tiene los cojones de aguantar a alguien como nosotros? Seamos felices, sí, lejos de la obligación, el pacto social, la servidumbre de paso, el ojo triturador de la nave nodriza, el futbol y los gimnasios. Mirémonos largamente, sin abrir la boca, en los espejos sucios de la pensión del Norte, calle del Norte, Barrio Alto. O en otros espejos, en otras pensiones, pero en todo caso después, mucho después, porque antes hay que beber, contemplar los desconchones de las casas, escuchar sin entender el partido que retransmite una radio cercana, fumar sin parar, tirar algún vaso sin que nada pase, observarse los dedos manchados de tinto, desear a esta o aquella mujer que ahora está a cientos de kilómetros, saborear la ausencia de la música, convertida en un chirrido de bicicletas y en voces de madre que llaman y en voces de niños que corren. Todo está sucio y aquí me siento libre. Tengo mil duros y aquí me siento libre. Entiendo a todo el mundo porque todos me dan lo mismo por igual. Puedo abrazarlos si hace falta, pero preferiría no hacerlo, la verdad. Seamos escépticos, lacónicos y célebres. Y brindemos con nuestros amigos porque el mundo dure y sea, al menos ocasionalmente, así. //GATO PALUG


miércoles, octubre 03, 2012

NAPALM PARA DESAYUNAR - una entrevista con CHINGO MONGOL



Bestias pardas del punk visceral y heterodoxo, los CHINGO MONGOL llevan unos meses entregados a alterar neuronas (las propias y las ajenas) a base de caña de la buena, con pelotazos incendiarios de grueso calibre como "Burrito Ortega". Con base en la vetusta pontevedra y veteranos de numerosas formaciones previas, ellos son Guli Leiva (bajo y voz), Sifón (guitarra), Santi Pistolas (voz y batería) y El Jefe (voz y guitarra). Este sábado estarán en la sala Karma (Pontevedra) y el próximo día 12 aunarán esfuerzos con GOG Y LAS HIENAS TELÉPÁTICAS en la clásica sala La Iguana de VIGO. El mismo día toca Jello Biafra, pero el gordito no tiene nada que hacer ante semejante cartel de punk cafre y agreste Rock and Roll encabritado. Pistolas respondió con la rapidez del rayo a nuestra insaciable curiosidad. //Luis Boullosa

KAPUT- Todos venís de bandas previas y por lo que sé alguno de vosotros llevaba tiempo sin tocar antes de los Chingo. ¿Comenzó Chingo Mongol como una manera de mantenerse en marcha o como un proyecto concreto y orientado? ¿En qué se ha convertido?

CHINGO- Chingo Mongol nació como un proyecto desorientadísimo, solo teníamos claro que ciertos especímenes debían compartir un habitat común pero sin ningún tipo de conocimiento previo sobre convivencia en cautividad de dichas especias. El resultado fue bastante frustrante en un primer momento, pero conseguimos extraer el denominador común que todos presentaban, las ganas de dar cera y recuperar un sonido cabrón chingón que rara vez asoma el hocico. Actualmente creo que lo estamos consiguiendo.

K- Las bandas de las que provenís son de pelaje diverso. ¿Cuál es el punto en común entre todos? ¿El Rock and Roll a secas, quizá?

CH- Procedemos de bandas de estilos muy diversos y todos tenemos un largo historial en esto del "rock and roll", algunos habían militado ya en bandas de punk hace años y todos presentábamos una gran necesidad de volver a afilar las bayonetas. Ese es el punto en común, las ganas de fabricar chatarra a nivel industrial.

K- ¿Es difícil amalgamar las influencias diversas o, al contrario, es una riqueza para una banda que empieza…?

CH- Es difícil si no se tiene claro cual debe ser el sonido banda, como ya te he comentado en un principio nos costó encontrar aquello que nos había llevado a recluirnos en un cortello con guitarras afinadas en sabe Dios, batería, bajo y demás aperos de labranza. Pero una vez encontrado el camino mongol, las diferentes procedencias e influencias fueron aportando matices inesperados al asunto.

K- Os vi en vuestro primer concierto, creo, en la sala Karma y aunque se veía que estabais en proceso de cohesión, repartíais leña de la buena. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

CH- No ha cambiado nada en cuanto a la actitud y la agresividad, pero si después de empezar a rodar un poco los conceptos se van asentando, todos tenemos claro que queremos hacer, el como ya es un asunto más jodido, pero creo que hemos conseguido un tipo de sonido y un tipo de canciones 100% Chingo Mongol fruto de toda una compleja nomenclatura a la hora de componer, basada en puntito o no puntito, mongol o no mongol.

K- En aquel momento sonabais en un punto medio muy curioso que ni estaba exactamente en el metal ni exactamente en el punk pero podía satisfacer las exigencias de ambas parroquias… un poco lo de Motorhead en la época clásica… ¿Cómo definís lo que hacéis?

CH- Punk Mongol.

K- ¿De que van las letras? ¿Cuáles son vuestros intereses a ese respecto?

CH- Pues van de ocurrencias de borrachos, de noches solitarias en el rancho, de viejas estrellas de futbol en el ocaso de la cocaína, de mujeres malas...en realidad casi no hay letras. Creemos en los hits sin letra, confiamos en los estribillos rancheros y en las dotes políglotas de nuestros miembros al más puto estilo Cañita Brava.

K- “Burrito Ortega” es un temazo, por cierto… ¿Cuál es la importancia del humor en lo que hacé?

CH- El humor es una parte fundamental en nuestro día a día en cuanto a que nos ayuda a mantener la calma cuando a alguien se le olvida la doctrina del "puntito, o no puntito" y no liarnos a guantazos, pero Chingo Mongol no es una broma, no es un show humorístico, es violencia hecha por unos tipos graciosos.



K- ¿Habéis grabado algo o hay proyecto de hacer disco?

CH- Hemos grabado un video en directo en los estudios Muu! de Vigo para el proyecto Velvet Live! que saldrá este año y alguna maquetilla por nuestra cuenta, pero todavía no hay nada oficial. La verdad es tenemos ganas de entrar a grabar ya y sacar una chingoqueta en condiciones, pero todavía no hay proyecto de hacer un disco.

K- ¿Qué podemos esperar de un directo de los Chingo, a día de hoy?

CH- Punk mongol: agresivo, divertido y pegadizo.

K- ¿Cómo veis la escena musical en Pontevedra ahora mismo? ¿Y en Galicia? Yo he vuelto a la ciudad hace poco después de muchos años fuera y aunque algunas lacras perviven, sí hay cierto movimiento que hace 15 años, digamos, no estaba (o yo no veía)

CH- Pues la verdad es que hay mil movidas, cosas buenas, cosas malas, cosas sodomitas en el sentido más hiriente de la palabra, no lo se, es una pregunta de síntesis realmente complicada de ejecutar para un cerebro mongol.

K- ¿Cuál es en vuestra opinión, la función social de una banda de rock, si es que la tiene? ¿Se valora realmente el trabajo de los músicos de rock?

CH- El rock siempre ha sido un buen analgésico, siempre ha tenido esa cualidad de vía de escape, por lo menos para nosotros, no tenemos la intención de hacer nada trascendental, pero si dejar claro que hay ciertas cosas que existen, existieron y existirán en mayor o menor medida, pese a quién le pese.

K- Bandas que están en vuestro panteón de imprescindibles y que sean una influencia en vuestro sonido…

CH- Como ya hemos comentado las influencias son muy diversas, ciertas características de nuestro sonido vienen de lugares extraños de nuestras discotecas de los que ni siquiera somos conscientes, pero como va de punk el rollo te diría: Espasmódicos, La Banda Trapera, Vómito, Parálisis Permanente, Panadería Bollería Nuestra Señora del Carmen, Ratos de Porao, S.O.D, Nuclear Assault, Deicide...Tralla de la que engorila!!

K- Bandas de Pontevedra que no nos deberíamos perder y porqué…

LOBISHOME, surf punk loco y fresco.
UNICORNIBOT, locurón.
CHINGOMONGOL, cera.
FLIP CORALE Y LOS MACABROS, el mejor Motorfolk
PEDRITO DIABLO Y LOS CADÁVERAS, clase intrumental.
GOG Y LAS HIENAS TELEPÁTICAS, para ponerte las pilas.

K- ¿Qué salas de la provincia recomendaríais para tocar?

CH- La Sala Karma (Pontevedra), La Iguana (Vigo) y Salasón (Cangas do Morrazo)

K- Dime cinco canciones para una mañana de resaca y cinco para una noche de juerga que recomienden los Chingo Mongol.

CH- Los Chingo nunca nos levantamos de buen humor por lo que nos ponemos temas que nos devuelvan a un estado más pacífico, “Speak english or die” de S.O.D, “La regla” de La banda trapera del rio, “R´n´R” de Mötorhead, “Eres una puta” de Ilegales o “20 eyes” de Misfits me parecen de lo más adecuado para bajarte el ibuprofeno. Para una noche de juerga es más complicado, creo que el abanico se abre Y depende del pedo, pero seguro que algo que nos haga disfrutar toda la mierda que nos estemos hincando.

K- ¿Qué hay después de la muerte?

CH- Me gustaría que un buen guateque, pero como no es seguro... ¡mejor pegárselo en vida!

Entrevista con SALOMÉ SAGÜILLO (6-7-12)



Salomé Sagüillo, fotógrafa y pintora de origen bilbaíno lleva años dejando constancia con estilo y sobriedad de la mutable escena musical madrileña y de las mejores bandas extranjeras que han pasado por la capital. Algún día, cuando miremos atrás con dudas, podremos confiar en sus instantáneas para confirmar que sí, sucedió y que sí, estuvimos allí (o no). Actualmente (hasta el 9 de octubre) expone sus cuadros e instalaciones en Madrid en Espacio 8 (c/Santa Ana, 8). Hablamos con ella de la necesidad de documentar según que cosas, la evolución del panorama underground en el foro, el origen mismo de la obra de arte y otras cuestiones clásicas, durante una larga conversación cuya segunda parte, apuntada a bolígrafo, está todavía por descifrar. Pueden acceder a su excelente trabajo en SU WEB. Disfrútenlo.

KAPUT- (pregunta inaudible)

Salomé- Con las fotos la idea que tengo a largo plazo es un poco esa. Con todo el material que estoy sacando igual en diez años o en quince años, ya con perspectiva y viendo como ha evolucionado todo, se podría hacer una recopilación de fotos,  explicando en que consistía cada grupo, cómo fueron evolucionado, etc… Llevo seis o siete años sacando fotos y en ese tiempo, que tampoco es mucho, ya he visto una evolución en movimientos…Por ejemplo, cuando empecé había muchísimo post rock, el noise estaba allí como fluyendo; hubo un pico altísimo de esos dos movimientos y ahora está prácticamente parado (el post rock no tanto). Hace un par de años concierto al que ibas, concierto en el que podías encontrarte algo de noise, y en cambio ahora estoy viendo que se vuelve al rock, más a lo clásico, y a un folk español (porque hubo folk americano pero ahora se vuelve a retomar raíces españolas). Aunque sea como una visión socio-musical ya es interesante. Yo empecé a sacar fotos porque iba a un montón de conciertos y tenía la cámara, y era guay, porque tenía dos cosas que me encantaban: escuchar música y la posibilidad de sacar fotos, y ahí vi un ‘gap’ porque eran grupos chiquitines… ahora vas a cualquier concierto y te encuentras a veinte personas con cámaras digitales y móviles sacando fotos, pero en aquel momento no había tanto, así que muchas veces los grupos te decían “oye mira que no tengo material, me das las fotos, me das tal…”, y ves que hay grupos que en aquel momento eran embrionarios y que luego han crecido… no son ‘mainstream’ ni mucho menos pero ya tienen su público; son por lo menos localmente reconocidos. Y entonces ves  una evolución que tú has ido documentando gráficamente, además de la perspectiva creativa que tú le puedas aplicar. Yo he crecido a nivel fotográfico en este tiempo y pienso que dentro de unos años puede ser interesante transmitir qué es lo que hubo en la primera década del siglo XXI…

K-Hay entonces un acierta intención documental a largo plazo…

S- Cuando empecé no, era una cosa mucho más de aquí te pillo aquí te mato, pero viendo el disco duro que tengo y viendo un poco donde me muevo, lo que conozco, lo que sé, la evolución que he visto, con quien me relaciono… tengo un montón de información, y creo que puede ser interesante: esto es un tipo de cultura, un tipo de cultura que no llega a todo el mundo, pero es cultura, y yo creo que debe tener su hueco… Para mi lo que hago tiene un valor documental y obviamente artístico porque al final doy mi enfoque de lo que veo, de lo que siento escuchando determinadas cosas.

K- ¿Crees que se documentan bien estas cosas, la vida de las bandas, por ejemplo? Yo he militado en grupos durante años y al dejarlo me he dado cuenta de que teníamos cuatro fotos y poco más. En Estados Unidos ya en los ochenta se documentaba bastante, incluso en un ambiente punk…

S- Yo creo que se deberían documentar mejor, pero es verdad que a veces los grupos están tan metidos que… Al final cuando van a hacer un concierto -yo los veo- están como locos, vamos a hacer la prueba de sonido, ven, vete, nosequé, nosecuanto,… y lo que les interesa realmente es estar ahí, en lo suyo, en hacer el concierto. Pero luego es verdad que hay mucha gente, como los de LA PLAYA DE MADRID, que se preocupa por documentarlo. Hay muchos compañeros de fotografía o yo misma que también estamos un poco ahí, pero es cierto que lo que es el ‘background’, o los ensayos, o el “nos vamos de gira”, no se ve mucho todavía. Yo creo que un grupo que lo hizo muy bien fueron Psilicon Flesh, que tienen un video estupendo. Se fueron de gira y grabaron todo lo que hacían en la furgoneta, llegar a un sitio… estaban en una gasolinera y se ponían a hacer el tonto… Tiene sus videos, sus fotos, sus grabaciones: tienes la posibilidad de acercarte a ellos en ese momento, en ese contexto, que los ves ahí con esos pelos de los noventa, casi Nirvana si te descuidas, y te puede meter mucho más allá de lo que es la música, meterte un poco en el concepto de cómo se vivía, de las cosas que podían decir. Es una manera de acercarse mucho más íntimamente, más allá de lo musical, a una banda, Te metes también en la época. En ese sentido sí creo que no se documenta como se debería documentar.

Sí que hay grupos en los que hay alguien más metido en el cine, o que llaman a un amigo y lo llevan, pero no es lo habitual. Y es verdad, así como autocrítica, que una foto te da el momento pero no el concepto global. Yo creo que son complementarios -el video, la cámara, el sonido-, porque  al final los músicos son sonido además de la imagen que tú puedas captar y lo que con ello puedas llegar a transmitir.

K- En todo caso, la fotografía puede ser muy completa a nivel documental…

S- Sí. Además la fotografía musical tiene muchísimo registro, porque estás cogiendo la luz, el movimiento… al final es como hacer una danza con el grupo, porque, sobre todo cuando los has visto varias veces, sabes como se mueven, en que momento se paran, como, orgánicamente, cada uno tiene su manera de fluir físicamente con la música, y entonces muchas veces es como… “ahora cojo, ahora no porque se va a mover un montón y me va a salir movida”, o lo que sea... Luego, dependiendo del garito, sabes también la luz que vas a tener: “este va a tener la roja y me va a matar…”. Y es verdad que juegas con eso. Juegas con grupos que se mueven mucho y lo logras transmitir, juegas con grupos que son mucho más quietos y eso se refleja, y yo trato de transmitir con los colores: hay grupos que son muy vivos… Yo pinto, así que tiendo bastante a dramatizar.: los blancos y los negros los dramatizo, los colores los saturo. Me tira eso, es mi forma de expresarme…

Guitar Wolf, Bloody Japs

K- Se hace una interpretación personal…

S- Todos lo hacemos, lo ves también en los compañeros. Hay fotos que veo y ya se quien las ha hecho o al menos eso creo: las hecho Mariano, Las ha hecho Alfredo, las ha hecho Pumba… Cada uno tiene su lenguaje personal, sus ángulos, sus objetivos. Yo por ejemplo, tiendo a ser bastante respetuosa y a ponerme en los laterales, porque entiendo que quien ha pagado un concierto lo quiere ver…Raramente me pongo como público sin cámara, y a veces cuando lo hago pienso “parad ya” (esos veinte, más cámaras y móviles) porque hay un momento en que no veo nada, así que  mi tendencia es bastante de ángulo, también me da más juego porque puedo coger a más gente y porque los perfiles me interesan más que los frentes; y también por respeto a quien paga por oír y por ver. Al final tu eres… no quieres ser un impedimento ni un obstáculo, ni para el grupo –que también les puedes molestar- ni para la gente… Tampoco uso el flash prácticamente porque rompes la atmosfera, para mi gusto la mata totalmente. Si yo fuera un músico y tuviese flashazos continuos me cagaría en la madre del fotógrafo (risas)

K- El uso de las luces en algunos locales de conciertos me parece interesante para quien fotografía. ¿Ayuda o complica?

S- Puede ser muy fácil o complicadísimo. Hay sitios que realmente te pones unas luces tremendas, en caracol por ejemplo, hay luces que dan mucho juego,  un montón de colores… pero hay sitios que son un hándicap absoluto, porque no sabes ni que hacer, todo obscuro o rojo (risas)

K- ¿Varía el estilo según el tipo de fotografía,  o cambia? ¿Hay una relación entre el estilo particular
en la fotografía y el de la pintura?

S- ¿Hay una misma línea aunque uno cambie de tema? Cuando hago fotos más personales,
que no las prodigo mucho, pero las tengo, suelen ser mucho más intimistas y quizás más emocional y conceptual, aunque no cambio tanto el tratamiento del color porque es algo que tengo ahí marcado a fuego. También es cierto que en los conciertos también trato de buscar ese intimismo muchas veces… la cara o el momento que puede definir a esa persona. Pero habitualmente estás condicionado por otras cosas, porque haya luz o no, por la velocidad, porque de repente se te cruza alguien en medio y lo pierdes… El tema de los ángulos es bastante similar, me gustan más lo laterales.

K- La mirada directa es complicada

S- Sí, y me parece más pobre también, con un ángulo puedes recoger mucho más… También, para la gente que no está acostumbrada a ser fotografiada, el retrato de frente es muy complicado, es muy agresivo, es muy incómodo. Casi prefiero que estén hablando, que estén moviéndose, y cuando he robado por ahí fotos de gente por la calle, sería casi como un concepto “popular”. Por ejemplo de un anciano andando. En Berlín hice una foto que me llamó mucho la atención: un anciano gateando… estaba borracho y estaba gateando, y había un par de niños que estaban mirándole asombrados, porque de repente se encontraban un hombre mayor, con su barba y tal, a gatas. Luego me doy cuenta, haciendo un repaso, de que he cogido un montón de fotos de niños y de ancianos, o de elementos inertes, texturas, no se porqué. Igual es porque inconscientemente veo una conexión, al final, entre la vejez y la infancia, que son dos mundos desatados y que están muy libres en el fondo. Yo creo que uno cuando llega a viejo se libera de un montón de cosas, de presiones sociales, de presiones personales; ya has vivido todo lo vivible y, si no has perdido la cabeza en medio, creo que ya pasas un poco de todo… y cuando eres niño es lo mismo: no tienes tantas presiones sociales ni personales y todo está menos encorsetado. Lo he visto al revisarlo,  no ha sido nada consciente… Y te lo puedo decir porque ahora me he hecho una web, que está ahí, embrionaria y entonces al revisarlo me he dado cuenta… En cuanto a mi pintura, salvo que el color me encanta y que me gusta que sea todo muy colorista y muy llamativo, no tiene nada que ver, ni en la temática ni a nivel de encuadre. No, no tiene nada que ver. En la pintura saco mi mundo más emocional y reflexivo, mucho más soterrado y personal, por decirlo de alguna manera, por eso creo que me da mucho más pudor. La fotografía la doy si me la piden, tranquilamente, sin problema. Con la pintura o las instalaciones siempre he sido mucho más mía y tengo pudor estúpido, no se porqué, hasta de mostrarlo. Ahora estoy tratando de sacármelo de encima. Es verdad que forma parte de mi mundo interior que al final es un poco extrapolable al mundo general, a lo que yo siento, las emociones que yo tengo… Los pensamientos que yo tengo obviamente se conectan con el resto del planeta, no son nada especiales, son humanos y punto pelota pero son míos. La fotografía de conciertos es más descriptiva mientras en la pintura muchas veces juego con la metáfora, me gusta escudar ideas o sentimientos detrás de elementos naturales como metáfora, me gusta jugar con la ironía…

K- ¿Cómo juegas con la ironía?

S- Por ejemplo, lo último que acabo de hacer, por cosas que me han pasado, cosas que he visto y que me han contado, es una caja: aprovechando una caja de vinos he hecho una pequeña instalación. La idea que había tenido era hacerlo en un entorno natural pero era complicado así que he pintado un bosque, he usado barro para hacer un tronco, y de una de las ramas salen varias piernas femeninas y un mono pasando de pierna a pierna, que sería como “la relación”, puede ser de hombre a mujer o de mujer a hombre, da igual, pero el concepto de “relación liana”, ¿no? Y en vez de tratarlo de una forma dramática pues he decidido tratarlo así. O un cuadro (no tendría que decirlo porque megusta más dejarlo libre y que la gente perciba lo que le de la gana) que habla de los conflictos que se dan cuando hay varias personas en la vida amorosa de alguien, y es una cara de una chica con un par de monos como si fueran moños… es mejor verlo (risas)

K- Hay quien quiere contar algo concreto y luego busca el medio y quien quiere contar algo que no tiene claro, en cuyo caso la obra misma se convierte en una exploración de qué es lo que se quiere decir, interrogante y mensaje al tiempo. El proceso de enterarte tu mismo de qué quieres decir puede ser tortuoso…

S- Me pasan las dos cosas. A veces tengo muy claro lo que quiero decir y como lo quiero decir y el material que quiero usar, y me hago mi boceto con la idea. Otras veces es casi como que la luna y el sol hagan eclipse (risas): tienes una idea vaga, empiezas a  tontear con materiales y con cosas, y la cosa va desarrollándose y al final cuando acabas está consolidado.Hay un nivel de significados no del todo inconscientes pero… este que te digo de los monos fue así: yo empecé con una cara y, no se sabía muy bien porqué, tenía que hacer unos monos y cuando lo acabé dije: “claro, tía, es esto” (risas). Lo tenía que sacar, y no era muy consciente, pero está allí. Por ejemplo el otro día estuve pensando y se me ocurrió una frase: “hay mejores maneras de conseguir hierro que lamer una barra oxidada”, ¿no? Hay mejores maneras de conseguir algo que hacerlo de la manera más tortuosa. Y a raíz de eso estoy pensando como puedo poner esa frase de forma plástica en algún lado… Te puedes tomar un hígado, tomarte unas píldoras de hierro o unas lentejas pero no, al final vas y lames una barra de hierro oxidado en el que te vas a dejar la lengua. Tengo la idea y ahora estoy buscando la forma de desarrollarla en la que me pueda sentir más cómoda. Lo bonito de esto es que es libre. Unas veces tienes una idea y buscas el camino, otras veces haces el camino y te busca la idea a ti… ¿no?, fluye contigo y con la forma de desarrollarlo. Yo creo que es muy interesante, es mi manera. Sé que hay gente que primero coge el concepto y luego busca el medio. Y hay gente que está en el medio y luego se lo inventa, porque también hay mucho de eso: “se me ha ocurrido esto, ahora le tengo que dar una explicación para cuando haga…”

K- Para la hoja de promo…

S- Efectivamente. Hay de todo. El arte también puede ser a veces algo vacío, o esteta, aunque yo prefiero que tenga significado porque me parece más interesante siempre… Ahora te he dicho un par de cosas, pero a mí no me gusta y trato de no decir jamás qué buscaba al hacer esto, o que quería transmitir o que sentía yo para hacerlo, o qué me habían contado que creía interesante… Prefiero que la gente se deje llevar por lo que ve, y que busque dentro de sí, qué les puede decir dentro de sus propias experiencias y vivencias. Si llega al mismo punto que yo, pues bien, y si no llega y llega a otro, pues más enriquecedor, ¿no? Una cosa que odio y que es muy de señora mayor son los bodegones... pero a ti te pueden gustar y no tiene por qué haber una cuestión metafísica detrás o una búsqueda de algo.  Igual plásticamente en sí tienen un  valor: que sea bello o que te guste o que transmita o que te remita a un momento de tu vida o a determinadas cosas. Por eso para mi es interesante no decir. Incluso hay cosas en las que ni pondría título…

K- ¿Reflexiona el espectador sobre esto más allá del “me gusta/no me gusta, es bonito/es feo”?

S- Si les parece bonito o feo, sí, la reflexión es otra historia. Son quienes están más acostumbrados al arte, o incluso los propios artistas, los que buscan la vuelta de tuerca. En  las galerías no tanto porque quizás siguen siendo espacios menos populares pero en los museos es habitual que la gente se pare y la conversación se quede en un me gusta, no me gusta, “¿te has fijado que hay una niña que no se qué?”… A mucha gente con eso le vale.

K- Ya has conseguido algo con que alguien se pare, supongo. Por ejemplo, con las letras de rock en inglés sucede que apenas a nadie le importan. Se lo decía el otro día a un letrista. “Debe ser la manera más ardua de conseguir el menor impacto”…

S- A mí con las letras, los letristas y las canciones… Yo prefiero que sean casi en inglés, porque así no las entiendo o me quedo con cuatro cosas. Y para mí al final la letra como viene de una voz forma parte de un instrumento, o sea la interpretación de esa letra es la que me transmite.


K- Es un instrumento, sin duda, pero está diciendo algo… y eso tampoco no se puede perder de vista…

S- Vale, me desdigo (risas) Totalmente de acuerdo, y a mí a veces me ha dado pena, y me he metido ahí en el traductor de internet para ver que decían y he pensado “que pena que esto no lo pueda captar en el momento en el que lo estoy escuchando”. Y otras veces ocurre al revés: “menos mal que no sabía de que iba la letra, porque vamos…” (risas). Para los que no cogemos al vuelo el inglés parte del mensaje está totalmente castrado: un tío te esta diciendo algo que puede ser interesante y que  forma parte de lo que necesita transmitirte y tu al final te estas quedando con la entonación o el volumen o la rabia que le mete, o la calma que le mete, y entonces te quedas con la mitad del mensaje… Es interesante el poder cogerlo en su momento, como quien coge un libro de poesía, y profundizar en eso, porque al final no deja de ser poesía… es poesía…

K- O narrativa

S- Sí…

K- ¿Qué fue primero, la pintura o la fotografía?

S- La pintura. La pintura siempre fue una pulsión que tuve ahí… De pequeña pintaba un montón, luego tienes esa época en la que dejas de pintar para escribir (risas), que creo que es una época por la que pasamos todos en la adolescencia, ¿no? Y te pones a escribir  –por lo menos en mi caso- poemas terroríficamente espantosos y luego alguna vez los pillas y dices, ¡que horror!, imitando todo lo imitable y dramatizando todo lo que puedas dramatizar (risas). Luego cuando empecé la carrera creo que tuve que leer tanto y escribir tanto que volví a la pintura… es algo que me tomo muy relajadamente.

K- ¿Recuerdas cuando pintaste por primera vez? ¿Guardas algo?

S- Yo pintaba un montón de pequeña, pero es que mi madre hizo limpieza… (risas) Tenía un montón de revistas, en plan Kerrang, Rockdelux, diarios, dibujos… y se mudaron y te puedes imaginar donde acabó todo, con ese desapego que tienen las madres que piensan “bah, ya ha crecido, para que queremos esto”. No tengo nada.Lo único que tengo es un dormitorio que me hice de barro (risas) cuando tenía ocho o nueve años. Me compré, o me compraron –supongo que yo, porque  era un poco rarita- barro y me hice un dormitorio. Como a mi no me compraban casa de muñecas, me hacía casa de muñecas con cajas de cartón de estas de vino y me hice un dormitorio, y es lo único que tengo así de creación infantil. Y empezar a pintar un poco más constante y más consciente, a los 21 años o una cosa así. A hacer fotos de manera habitual, cuando vine a Madrid, porque mi mundo en Bilbao estaba más centrado en la arqueología. Si que iba a bastantes conciertos -dentro de lo que era Bilbao entonces, porque creo que ahora está mucho más activo - pero no es precisamente una ciudad en la que puedas vivir la música como algo cotidiano. Tienes que estar en circuitos muy concretos, pero hasta donde yo se –ahora igual es diferente-. Allí todo estaba mucho más desarticulado y es mucho más pequeño, los conciertos son mucho más puntuales y yo iba a lo que iba pero tampoco estaba tan metida, no había tantas facilidades. Aquí di un poco el salto, empecé a ir a  muchos conciertos, coincidió con lo de la cámara, me metí en temas de promoción, con una promotora muy chiquitina, muy puntual, seis, siete cositas…

K- ¿Cuando empezaste ya tirabas con digital?

S- Era la que tenía a mano, y también por la inmediatez. Empecé haciendo un  montón y sin editarlas; al día siguiente las cascaba en el Myspace y ya está: 100 que sacaba, 100 que metía. Era de forma mucho más inmediata: “tenlas ya”. Ahora no, porque una se da cuenta de que hay que hacer las cosas bien: hay que seleccionar, hay que editar y hay que darlas directamente -en tu web, alguna vez en el Facebook-, pero no todas, no todo, porque no todo vale.

K- Si tienes cinco fotos que están muy bien de las cuales una es la hostia, ¿qué harías? ¿elegir la mejor o ponerlas todas?

S- Lo que suelen  hacer, y seguramente es lo adecaudo, es elegir la megafoto, porque nadie ve el resto. Igual has hecho 100 que no valen nada y has conseguido la megafoto y entonces todo el mundo dice “es un fotógrafo de la pera”… A mí, como todavía estoy en un paso anterior, no te puedes ni imaginar lo que me cuesta seleccionar. Sufro… sufro… pondría las cinco, y en la web igual pongo la mejor…  o daría las cinco. También pasa que como los grupos son varias personas y a veces son amigos o conocidos, digo “como voy a poner al cantante o como voy a poner al guitarra… el resto también estaban allí”. Yo no soy de una sola foto. Y además, te lo juro, invierto un montón de tiempo en decir “me quedo con diez”. Y luego en coger esas diez y decir “venga tía, a ver, cinco”…

K- La selección de obra en cualquier disciplina es curiosa porque te das cuenta de que le tienes cariño a determinadas obras por cuestiones diversas, no exclusivamente por la calidad…

S- Le hice unas fotos de promo a Alberto (Alberto Acinas /Albereto), nos fuimos a la feria de San isidro y salieron muy en la línea de Alberto -porque también hay que pillar un poco la línea de lo que es la gente-, y una de mis fotos preferidas es una que creo que técnicamente es de las peores de la sesión. Es él como saliendo de un árbol, tiene un árbol detrás, es oscura… pero tiene una atmósfera extraña, y yo le tengo un montón de cariño. No es la mejor foto -objetivamente lo sé- pero a mi me encanta. Entonces ese es el dilema… efectivamente no tiene el enfoque bien ni, la luz bien, pero la atmosfera que tiene me dice algo, entonces, bueno… también a veces vas buscando eso, así que la cuelo y ahí va (risas).

K- ¿Cómo ves la escena musical de Madrid ahora mismo?

S- Veo que hay mucho movimiento con poca gente, aunque igual tengo una visión parcial porque no lo conozco todo ni me muevo en todos los ambientes, pero sí creo que hay gente ultra prolífica, muy interesante, muy buena, que está metida en un montón de grupos y que hace cosas muy diferentes, pero digamos que es como un corpúsculo de gente atomizada; casi te podría decir nombres y apellidos. Luego…a veces me da la sensación de que falta movimiento, incluso gente más joven no conozco casi gente muy joven que haga música, y lo poco que conozco es muy poppy, muy vacío, muy…  Antes había mucha rabia y había mucho post-punk, y lo que viene o lo poco que yo he captado no me parece especialmente interesante. Quizás sea yo (risas)  Lo que realmente me fascina es ver  gente con esa enorme capacidad creativa, personas muy cohesionadas entre sí, y yo creo que tienen un concepto que no es consciente, pero que yo también tengo… un trasfondo anarquista, de colaboración, de ayuda -“yo tengo un grupo, yo te hago un video, una foto, tu me haces un nosequé”- que quizá no sea desinteresado porque el desinterés igual no existe, pero sí se hace con el interés de crear de forma común, de un mutuo enriquecimiento y de que las cosas salgan adelante y la conciencia de que al final el arte es una necesidad.

K- ¿Crees que es una necesidad?

S- Sí, creo que el arte es una necesidad. Es una necesidad personal y es una necesidad social. Es de las primeras necesidades –no en lo personal, sí en lo social- que se quitan en momentos de crisis, porque no es vital…

K- ¿Caería la sociedad sin el arte? ¿Lo necesita?

S- Se cae una parte de la sociedad, por desgracia no se cae la otra, porque mientras tenga sus realityshows y tenga su futbol, y sus… Igual nuestro concepto de arte es… hay gente que escucha a Bisbal o a Maldita Nerea, y para ellos es arte también, y necesitan eso. Para nosotros es algo muy lejano, yo creo. Entraríamos ya en “¿Qué es arte?” Vale… Pese a que yo no comparta gustos o ponga en entredicho hasta que punto es arte, o que tipo de arte o que valor tiene, creo que la gente sí necesita arte, creo que la gente sí lo consume aunque sea inconscientemente.

K- Y si se levantan un día y ya no pueden escuchar a Maldita Nerea, ni hay música ni pintura ni tiras cómicas… ¿se morirían?

S- No, no se morirían, por lo menos no todos.

K- Se moriría uno, lo enterrarían y harían una procesión: “murió por el arte”… o por su ausencia…

S- Se moriría probablemente el que necesita hacerlo, el que necesita expresar eso.

K- A menudo el público de las bandas underground se compone de otra gente que tiene bandas underground…

S- Pues por desgracia, es retroalimentación. “Yo hago y me consumes pero a la vez soy yo el que consumo”. Es lo más habitual ir a un concierto y encontrarte casi con la misma gente, y que además esa misma gente sean músicos o promotores, o fotógrafos, o estén metidos en artes en general. Al final por desgracia la sensibilidad en ese sentido está bastante circunscrita a un círculo de gente… Aunque está fenomenal que esa gente esté… No sé si el problema es que no se hace algo que interese al resto, que ese resto no se entera de que existe o que no les interesa realmente.

K- O que es un arte de minorías… No en esencia, quizá, pero para entender determinadas cosas musicales hace falta una educación desarrollada. ¿Cómo puede entender a Napalm Death el fan de Bisbal?

S- Es culpa suya porque no se quiere educar (risas). Hay un arte más hostil y hay un arte quizás más obvio o más fácil de digerir o que simplemente llega a más gente…

K- pero la capacidad de impacto natural no existe si sólo tienes capacidad de impacto sobre un grupo de gente previamente educado en determinadas cosas

S- Tienes un techo, un número de personas limitado.

K- ¿Es eso más libre en el campo visual? ¿Puede darse una comprensión más intuitiva y visceral?

S- No te creas, yo creo que hay mucho videoarte complicado. Mira, a mi con el noise me pasaba al principio que no sabía si todo me gustaba o todo me horrorizaba: “¿esto mola o no mola?” Y a fuerza de oír y oír y oír te das cuenta… de oír en concierto, porque yo no me pongo un disco de noise en mi casa ni loca… Estuve en un concierto de DeathRoes y pensé estos saben lo que hacen, esto mola. Luego ves a otra gente que está ahí haciendo “whaaaewhaaaaaa”, y… (risas). Es verdad que para determinada música hay que educarse. Que hay que acostumbrarse a ir a conciertos… Pero yo he visto al mismo grupo en el círculo de Bellas artes o en El Matadero, o en La Casa Encendida, que son como sitios con renombre y abolengo -y ya se sabe, si algo aparece en determinados medios es que hay que ir porque hay que estar ahí-y estaba HASTA ARRIBA, y todo el mundo flipado. Ese mismo grupo tocando en El Perro, en El Juglar, La Faena… ¡20 personas!, ¡el mismo grupo!… Entonces, más allá de que la gente se tenga que acostumbrar a la música, es que no hay costumbre de ir a determinados sitios: no hay costumbre de salir a un concierto un miércoles, un jueves; a la gente le duele pagar ocho euros, pero no le duele pagar treinta por ir a un sitio más reconocido, más guay, más de moda… No solamente es la música, sino también el estilo de vida y las costumbres, porque yo creo que la gente no llega a apreciar las cosas hasta que se ponen caras, o hasta que están en determinados sitios o hasta que aparece en determinadas publicaciones. Hay grupos que se mueven por lo subterráneo y a los que vemos 20 personas y de repente los coge un sello x y empiezan a aparecer en determinadas publicaciones y con lo mismo que hacían de repente son la bomba. Y era el mismo, lo tenías al lado de casa y podías ir a verlo por siete euros, ahora pagas 30, fenomenal,¿No?

K- Pero al que llega por la vía “mainstream” también le puede gustar de forma sincera, ¿o no?

S- Mientras se llegue está bien…Lo que me da pena es que a veces ves un entorno en el que la gente está muy implicada y hace cosas que valen muchísimo la pena, invierten mucho esfuerzo, mucho tiempo, dinero, hay mucha ilusión, y lo que se recibe no está a la altura. Y parece que solamente se les reconoce cuando llegan a ser mainstream. Aunque a mi personalmente me parece fenomenal que consigan llegar, claro aunque tampoco tiene porque llegar a todo el mundo (risas)

K- ¿En este país de más de 40 millones de habitantes hay alguno que viva de la fotografía de conciertos?

S- Yo no vivo y creo que no. A tiempo completo creo que no. Tengo algún colega que sé que hace muchas fotos de conciertos, pero la mayor parte de los que conozco  tiene un trabajo x o lo simultanea con hacer videos. Lo ideal sería ganarte la vida con eso, como ganártela con cualquier cosa que te fascine y en la que inviertas tiempo y esfuerzo…  Aunque por serte sincera cuando algo lo llevo al campo puramente laboral acaba perdiendo algo de gracia.