Salomé Sagüillo, fotógrafa y pintora de origen bilbaíno lleva años dejando constancia con estilo y sobriedad de la mutable escena musical madrileña y de las mejores bandas extranjeras que han pasado por la capital. Algún día, cuando miremos atrás con dudas, podremos confiar en sus instantáneas para confirmar que sí, sucedió y que sí, estuvimos allí (o no). Actualmente (hasta el 9 de octubre) expone sus cuadros e instalaciones en Madrid en
Espacio 8 (c/Santa Ana, 8). Hablamos con ella de la necesidad de documentar según que cosas, la evolución del panorama underground en el foro, el origen mismo de la obra de arte y otras cuestiones clásicas, durante una larga conversación cuya segunda parte, apuntada a bolígrafo, está todavía por descifrar. Pueden acceder a su excelente trabajo en
SU WEB. Disfrútenlo.
KAPUT- (pregunta inaudible)
Salomé- Con las fotos la idea que tengo a largo plazo es un poco esa. Con todo el material que estoy sacando igual en diez años o en quince años, ya con perspectiva y viendo como ha evolucionado todo, se podría hacer una recopilación de fotos, explicando en que consistía cada grupo, cómo fueron evolucionado, etc… Llevo seis o siete años sacando fotos y en ese tiempo, que tampoco es mucho, ya he visto una evolución en movimientos…Por ejemplo, cuando empecé había muchísimo post rock, el noise estaba allí como fluyendo; hubo un pico altísimo de esos dos movimientos y ahora está prácticamente parado (el post rock no tanto). Hace un par de años concierto al que ibas, concierto en el que podías encontrarte algo de noise, y en cambio ahora estoy viendo que se vuelve al rock, más a lo clásico, y a un folk español (porque hubo folk americano pero ahora se vuelve a retomar raíces españolas). Aunque sea como una visión socio-musical ya es interesante. Yo empecé a sacar fotos porque iba a un montón de conciertos y tenía la cámara, y era guay, porque tenía dos cosas que me encantaban: escuchar música y la posibilidad de sacar fotos, y ahí vi un ‘gap’ porque eran grupos chiquitines… ahora vas a cualquier concierto y te encuentras a veinte personas con cámaras digitales y móviles sacando fotos, pero en aquel momento no había tanto, así que muchas veces los grupos te decían “oye mira que no tengo material, me das las fotos, me das tal…”, y ves que hay grupos que en aquel momento eran embrionarios y que luego han crecido… no son ‘mainstream’ ni mucho menos pero ya tienen su público; son por lo menos localmente reconocidos. Y entonces ves una evolución que tú has ido documentando gráficamente, además de la perspectiva creativa que tú le puedas aplicar. Yo he crecido a nivel fotográfico en este tiempo y pienso que dentro de unos años puede ser interesante transmitir qué es lo que hubo en la primera década del siglo XXI…
K-Hay entonces un acierta intención documental a largo plazo…
S- Cuando empecé no, era una cosa mucho más de aquí te pillo aquí te mato, pero viendo el disco duro que tengo y viendo un poco donde me muevo, lo que conozco, lo que sé, la evolución que he visto, con quien me relaciono… tengo un montón de información, y creo que puede ser interesante: esto es un tipo de cultura, un tipo de cultura que no llega a todo el mundo, pero es cultura, y yo creo que debe tener su hueco… Para mi lo que hago tiene un valor documental y obviamente artístico porque al final doy mi enfoque de lo que veo, de lo que siento escuchando determinadas cosas.
K- ¿Crees que se documentan bien estas cosas, la vida de las bandas, por ejemplo? Yo he militado en grupos durante años y al dejarlo me he dado cuenta de que teníamos cuatro fotos y poco más. En Estados Unidos ya en los ochenta se documentaba bastante, incluso en un ambiente punk…
S- Yo creo que se deberían documentar mejor, pero es verdad que a veces los grupos están tan metidos que… Al final cuando van a hacer un concierto -yo los veo- están como locos, vamos a hacer la prueba de sonido, ven, vete, nosequé, nosecuanto,… y lo que les interesa realmente es estar ahí, en lo suyo, en hacer el concierto. Pero luego es verdad que hay mucha gente, como los de LA PLAYA DE MADRID, que se preocupa por documentarlo. Hay muchos compañeros de fotografía o yo misma que también estamos un poco ahí, pero es cierto que lo que es el ‘background’, o los ensayos, o el “nos vamos de gira”, no se ve mucho todavía. Yo creo que un grupo que lo hizo muy bien fueron Psilicon Flesh, que tienen un video estupendo. Se fueron de gira y grabaron todo lo que hacían en la furgoneta, llegar a un sitio… estaban en una gasolinera y se ponían a hacer el tonto… Tiene sus videos, sus fotos, sus grabaciones: tienes la posibilidad de acercarte a ellos en ese momento, en ese contexto, que los ves ahí con esos pelos de los noventa, casi Nirvana si te descuidas, y te puede meter mucho más allá de lo que es la música, meterte un poco en el concepto de cómo se vivía, de las cosas que podían decir. Es una manera de acercarse mucho más íntimamente, más allá de lo musical, a una banda, Te metes también en la época. En ese sentido sí creo que no se documenta como se debería documentar.
Sí que hay grupos en los que hay alguien más metido en el cine, o que llaman a un amigo y lo llevan, pero no es lo habitual. Y es verdad, así como autocrítica, que una foto te da el momento pero no el concepto global. Yo creo que son complementarios -el video, la cámara, el sonido-, porque al final los músicos son sonido además de la imagen que tú puedas captar y lo que con ello puedas llegar a transmitir.
K- En todo caso, la fotografía puede ser muy completa a nivel documental…
S- Sí. Además la fotografía musical tiene muchísimo registro, porque estás cogiendo la luz, el movimiento… al final es como hacer una danza con el grupo, porque, sobre todo cuando los has visto varias veces, sabes como se mueven, en que momento se paran, como, orgánicamente, cada uno tiene su manera de fluir físicamente con la música, y entonces muchas veces es como… “ahora cojo, ahora no porque se va a mover un montón y me va a salir movida”, o lo que sea... Luego, dependiendo del garito, sabes también la luz que vas a tener: “este va a tener la roja y me va a matar…”. Y es verdad que juegas con eso. Juegas con grupos que se mueven mucho y lo logras transmitir, juegas con grupos que son mucho más quietos y eso se refleja, y yo trato de transmitir con los colores: hay grupos que son muy vivos… Yo pinto, así que tiendo bastante a dramatizar.: los blancos y los negros los dramatizo, los colores los saturo. Me tira eso, es mi forma de expresarme…
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Guitar Wolf, Bloody Japs |
K- Se hace una interpretación personal…
S- Todos lo hacemos, lo ves también en los compañeros. Hay fotos que veo y ya se quien las ha hecho o al menos eso creo: las hecho Mariano, Las ha hecho Alfredo, las ha hecho Pumba… Cada uno tiene su lenguaje personal, sus ángulos, sus objetivos. Yo por ejemplo, tiendo a ser bastante respetuosa y a ponerme en los laterales, porque entiendo que quien ha pagado un concierto lo quiere ver…Raramente me pongo como público sin cámara, y a veces cuando lo hago pienso “parad ya” (esos veinte, más cámaras y móviles) porque hay un momento en que no veo nada, así que mi tendencia es bastante de ángulo, también me da más juego porque puedo coger a más gente y porque los perfiles me interesan más que los frentes; y también por respeto a quien paga por oír y por ver. Al final tu eres… no quieres ser un impedimento ni un obstáculo, ni para el grupo –que también les puedes molestar- ni para la gente… Tampoco uso el flash prácticamente porque rompes la atmosfera, para mi gusto la mata totalmente. Si yo fuera un músico y tuviese flashazos continuos me cagaría en la madre del fotógrafo (risas)
K- El uso de las luces en algunos locales de conciertos me parece interesante para quien fotografía. ¿Ayuda o complica?
S- Puede ser muy fácil o complicadísimo. Hay sitios que realmente te pones unas luces tremendas, en caracol por ejemplo, hay luces que dan mucho juego, un montón de colores… pero hay sitios que son un hándicap absoluto, porque no sabes ni que hacer, todo obscuro o rojo (risas)
K- ¿Varía el estilo según el tipo de fotografía, o cambia? ¿Hay una relación entre el estilo particular
en la fotografía y el de la pintura?
S- ¿Hay una misma línea aunque uno cambie de tema? Cuando hago fotos más personales,
que no las prodigo mucho, pero las tengo, suelen ser mucho más intimistas y quizás más emocional y conceptual, aunque no cambio tanto el tratamiento del color porque es algo que tengo ahí marcado a fuego. También es cierto que en los conciertos también trato de buscar ese intimismo muchas veces… la cara o el momento que puede definir a esa persona. Pero habitualmente estás condicionado por otras cosas, porque haya luz o no, por la velocidad, porque de repente se te cruza alguien en medio y lo pierdes… El tema de los ángulos es bastante similar, me gustan más lo laterales.
K- La mirada directa es complicada
S- Sí, y me parece más pobre también, con un ángulo puedes recoger mucho más… También, para la gente que no está acostumbrada a ser fotografiada, el retrato de frente es muy complicado, es muy agresivo, es muy incómodo. Casi prefiero que estén hablando, que estén moviéndose, y cuando he robado por ahí fotos de gente por la calle, sería casi como un concepto “popular”. Por ejemplo de un anciano andando. En Berlín hice una foto que me llamó mucho la atención: un anciano gateando… estaba borracho y estaba gateando, y había un par de niños que estaban mirándole asombrados, porque de repente se encontraban un hombre mayor, con su barba y tal, a gatas. Luego me doy cuenta, haciendo un repaso, de que he cogido un montón de fotos de niños y de ancianos, o de elementos inertes, texturas, no se porqué. Igual es porque inconscientemente veo una conexión, al final, entre la vejez y la infancia, que son dos mundos desatados y que están muy libres en el fondo. Yo creo que uno cuando llega a viejo se libera de un montón de cosas, de presiones sociales, de presiones personales; ya has vivido todo lo vivible y, si no has perdido la cabeza en medio, creo que ya pasas un poco de todo… y cuando eres niño es lo mismo: no tienes tantas presiones sociales ni personales y todo está menos encorsetado. Lo he visto al revisarlo, no ha sido nada consciente… Y te lo puedo decir porque ahora me he hecho una web, que está ahí, embrionaria y entonces al revisarlo me he dado cuenta… En cuanto a mi pintura, salvo que el color me encanta y que me gusta que sea todo muy colorista y muy llamativo, no tiene nada que ver, ni en la temática ni a nivel de encuadre. No, no tiene nada que ver. En la pintura saco mi mundo más emocional y reflexivo, mucho más soterrado y personal, por decirlo de alguna manera, por eso creo que me da mucho más pudor. La fotografía la doy si me la piden, tranquilamente, sin problema. Con la pintura o las instalaciones siempre he sido mucho más mía y tengo pudor estúpido, no se porqué, hasta de mostrarlo. Ahora estoy tratando de sacármelo de encima. Es verdad que forma parte de mi mundo interior que al final es un poco extrapolable al mundo general, a lo que yo siento, las emociones que yo tengo… Los pensamientos que yo tengo obviamente se conectan con el resto del planeta, no son nada especiales, son humanos y punto pelota pero son míos. La fotografía de conciertos es más descriptiva mientras en la pintura muchas veces juego con la metáfora, me gusta escudar ideas o sentimientos detrás de elementos naturales como metáfora, me gusta jugar con la ironía…
K- ¿Cómo juegas con la ironía?
S- Por ejemplo, lo último que acabo de hacer, por cosas que me han pasado, cosas que he visto y que me han contado, es una caja: aprovechando una caja de vinos he hecho una pequeña instalación. La idea que había tenido era hacerlo en un entorno natural pero era complicado así que he pintado un bosque, he usado barro para hacer un tronco, y de una de las ramas salen varias piernas femeninas y un mono pasando de pierna a pierna, que sería como “la relación”, puede ser de hombre a mujer o de mujer a hombre, da igual, pero el concepto de “relación liana”, ¿no? Y en vez de tratarlo de una forma dramática pues he decidido tratarlo así. O un cuadro (no tendría que decirlo porque megusta más dejarlo libre y que la gente perciba lo que le de la gana) que habla de los conflictos que se dan cuando hay varias personas en la vida amorosa de alguien, y es una cara de una chica con un par de monos como si fueran moños… es mejor verlo (risas)
K- Hay quien quiere contar algo concreto y luego busca el medio y quien quiere contar algo que no tiene claro, en cuyo caso la obra misma se convierte en una exploración de qué es lo que se quiere decir, interrogante y mensaje al tiempo. El proceso de enterarte tu mismo de qué quieres decir puede ser tortuoso…
S- Me pasan las dos cosas. A veces tengo muy claro lo que quiero decir y como lo quiero decir y el material que quiero usar, y me hago mi boceto con la idea. Otras veces es casi como que la luna y el sol hagan eclipse (risas): tienes una idea vaga, empiezas a tontear con materiales y con cosas, y la cosa va desarrollándose y al final cuando acabas está consolidado.Hay un nivel de significados no del todo inconscientes pero… este que te digo de los monos fue así: yo empecé con una cara y, no se sabía muy bien porqué, tenía que hacer unos monos y cuando lo acabé dije: “claro, tía, es esto” (risas). Lo tenía que sacar, y no era muy consciente, pero está allí. Por ejemplo el otro día estuve pensando y se me ocurrió una frase: “hay mejores maneras de conseguir hierro que lamer una barra oxidada”, ¿no? Hay mejores maneras de conseguir algo que hacerlo de la manera más tortuosa. Y a raíz de eso estoy pensando como puedo poner esa frase de forma plástica en algún lado… Te puedes tomar un hígado, tomarte unas píldoras de hierro o unas lentejas pero no, al final vas y lames una barra de hierro oxidado en el que te vas a dejar la lengua. Tengo la idea y ahora estoy buscando la forma de desarrollarla en la que me pueda sentir más cómoda. Lo bonito de esto es que es libre. Unas veces tienes una idea y buscas el camino, otras veces haces el camino y te busca la idea a ti… ¿no?, fluye contigo y con la forma de desarrollarlo. Yo creo que es muy interesante, es mi manera. Sé que hay gente que primero coge el concepto y luego busca el medio. Y hay gente que está en el medio y luego se lo inventa, porque también hay mucho de eso: “se me ha ocurrido esto, ahora le tengo que dar una explicación para cuando haga…”
K- Para la hoja de promo…
S- Efectivamente. Hay de todo. El arte también puede ser a veces algo vacío, o esteta, aunque yo prefiero que tenga significado porque me parece más interesante siempre… Ahora te he dicho un par de cosas, pero a mí no me gusta y trato de no decir jamás qué buscaba al hacer esto, o que quería transmitir o que sentía yo para hacerlo, o qué me habían contado que creía interesante… Prefiero que la gente se deje llevar por lo que ve, y que busque dentro de sí, qué les puede decir dentro de sus propias experiencias y vivencias. Si llega al mismo punto que yo, pues bien, y si no llega y llega a otro, pues más enriquecedor, ¿no? Una cosa que odio y que es muy de señora mayor son los bodegones... pero a ti te pueden gustar y no tiene por qué haber una cuestión metafísica detrás o una búsqueda de algo. Igual plásticamente en sí tienen un valor: que sea bello o que te guste o que transmita o que te remita a un momento de tu vida o a determinadas cosas. Por eso para mi es interesante no decir. Incluso hay cosas en las que ni pondría título…
K- ¿Reflexiona el espectador sobre esto más allá del “me gusta/no me gusta, es bonito/es feo”?
S- Si les parece bonito o feo, sí, la reflexión es otra historia. Son quienes están más acostumbrados al arte, o incluso los propios artistas, los que buscan la vuelta de tuerca. En las galerías no tanto porque quizás siguen siendo espacios menos populares pero en los museos es habitual que la gente se pare y la conversación se quede en un me gusta, no me gusta, “¿te has fijado que hay una niña que no se qué?”… A mucha gente con eso le vale.
K- Ya has conseguido algo con que alguien se pare, supongo. Por ejemplo, con las letras de rock en inglés sucede que apenas a nadie le importan. Se lo decía el otro día a un letrista. “Debe ser la manera más ardua de conseguir el menor impacto”…
S- A mí con las letras, los letristas y las canciones… Yo prefiero que sean casi en inglés, porque así no las entiendo o me quedo con cuatro cosas. Y para mí al final la letra como viene de una voz forma parte de un instrumento, o sea la interpretación de esa letra es la que me transmite.
K- Es un instrumento, sin duda, pero está diciendo algo… y eso tampoco no se puede perder de vista…
S- Vale, me desdigo (risas) Totalmente de acuerdo, y a mí a veces me ha dado pena, y me he metido ahí en el traductor de internet para ver que decían y he pensado “que pena que esto no lo pueda captar en el momento en el que lo estoy escuchando”. Y otras veces ocurre al revés: “menos mal que no sabía de que iba la letra, porque vamos…” (risas). Para los que no cogemos al vuelo el inglés parte del mensaje está totalmente castrado: un tío te esta diciendo algo que puede ser interesante y que forma parte de lo que necesita transmitirte y tu al final te estas quedando con la entonación o el volumen o la rabia que le mete, o la calma que le mete, y entonces te quedas con la mitad del mensaje… Es interesante el poder cogerlo en su momento, como quien coge un libro de poesía, y profundizar en eso, porque al final no deja de ser poesía… es poesía…
K- O narrativa
S- Sí…
K- ¿Qué fue primero, la pintura o la fotografía?
S- La pintura. La pintura siempre fue una pulsión que tuve ahí… De pequeña pintaba un montón, luego tienes esa época en la que dejas de pintar para escribir (risas), que creo que es una época por la que pasamos todos en la adolescencia, ¿no? Y te pones a escribir –por lo menos en mi caso- poemas terroríficamente espantosos y luego alguna vez los pillas y dices, ¡que horror!, imitando todo lo imitable y dramatizando todo lo que puedas dramatizar (risas). Luego cuando empecé la carrera creo que tuve que leer tanto y escribir tanto que volví a la pintura… es algo que me tomo muy relajadamente.
K- ¿Recuerdas cuando pintaste por primera vez? ¿Guardas algo?
S- Yo pintaba un montón de pequeña, pero es que mi madre hizo limpieza… (risas) Tenía un montón de revistas, en plan Kerrang, Rockdelux, diarios, dibujos… y se mudaron y te puedes imaginar donde acabó todo, con ese desapego que tienen las madres que piensan “bah, ya ha crecido, para que queremos esto”. No tengo nada.Lo único que tengo es un dormitorio que me hice de barro (risas) cuando tenía ocho o nueve años. Me compré, o me compraron –supongo que yo, porque era un poco rarita- barro y me hice un dormitorio. Como a mi no me compraban casa de muñecas, me hacía casa de muñecas con cajas de cartón de estas de vino y me hice un dormitorio, y es lo único que tengo así de creación infantil. Y empezar a pintar un poco más constante y más consciente, a los 21 años o una cosa así. A hacer fotos de manera habitual, cuando vine a Madrid, porque mi mundo en Bilbao estaba más centrado en la arqueología. Si que iba a bastantes conciertos -dentro de lo que era Bilbao entonces, porque creo que ahora está mucho más activo - pero no es precisamente una ciudad en la que puedas vivir la música como algo cotidiano. Tienes que estar en circuitos muy concretos, pero hasta donde yo se –ahora igual es diferente-. Allí todo estaba mucho más desarticulado y es mucho más pequeño, los conciertos son mucho más puntuales y yo iba a lo que iba pero tampoco estaba tan metida, no había tantas facilidades. Aquí di un poco el salto, empecé a ir a muchos conciertos, coincidió con lo de la cámara, me metí en temas de promoción, con una promotora muy chiquitina, muy puntual, seis, siete cositas…
K- ¿Cuando empezaste ya tirabas con digital?
S- Era la que tenía a mano, y también por la inmediatez. Empecé haciendo un montón y sin editarlas; al día siguiente las cascaba en el Myspace y ya está: 100 que sacaba, 100 que metía. Era de forma mucho más inmediata: “tenlas ya”. Ahora no, porque una se da cuenta de que hay que hacer las cosas bien: hay que seleccionar, hay que editar y hay que darlas directamente -en tu web, alguna vez en el Facebook-, pero no todas, no todo, porque no todo vale.
K- Si tienes cinco fotos que están muy bien de las cuales una es la hostia, ¿qué harías? ¿elegir la mejor o ponerlas todas?
S- Lo que suelen hacer, y seguramente es lo adecaudo, es elegir la megafoto, porque nadie ve el resto. Igual has hecho 100 que no valen nada y has conseguido la megafoto y entonces todo el mundo dice “es un fotógrafo de la pera”… A mí, como todavía estoy en un paso anterior, no te puedes ni imaginar lo que me cuesta seleccionar. Sufro… sufro… pondría las cinco, y en la web igual pongo la mejor… o daría las cinco. También pasa que como los grupos son varias personas y a veces son amigos o conocidos, digo “como voy a poner al cantante o como voy a poner al guitarra… el resto también estaban allí”. Yo no soy de una sola foto. Y además, te lo juro, invierto un montón de tiempo en decir “me quedo con diez”. Y luego en coger esas diez y decir “venga tía, a ver, cinco”…
K- La selección de obra en cualquier disciplina es curiosa porque te das cuenta de que le tienes cariño a determinadas obras por cuestiones diversas, no exclusivamente por la calidad…
S- Le hice unas fotos de promo a Alberto (Alberto Acinas /Albereto), nos fuimos a la feria de San isidro y salieron muy en la línea de Alberto -porque también hay que pillar un poco la línea de lo que es la gente-, y una de mis fotos preferidas es una que creo que técnicamente es de las peores de la sesión. Es él como saliendo de un árbol, tiene un árbol detrás, es oscura… pero tiene una atmósfera extraña, y yo le tengo un montón de cariño. No es la mejor foto -objetivamente lo sé- pero a mi me encanta. Entonces ese es el dilema… efectivamente no tiene el enfoque bien ni, la luz bien, pero la atmosfera que tiene me dice algo, entonces, bueno… también a veces vas buscando eso, así que la cuelo y ahí va (risas).
K- ¿Cómo ves la escena musical de Madrid ahora mismo?
S- Veo que hay mucho movimiento con poca gente, aunque igual tengo una visión parcial porque no lo conozco todo ni me muevo en todos los ambientes, pero sí creo que hay gente ultra prolífica, muy interesante, muy buena, que está metida en un montón de grupos y que hace cosas muy diferentes, pero digamos que es como un corpúsculo de gente atomizada; casi te podría decir nombres y apellidos. Luego…a veces me da la sensación de que falta movimiento, incluso gente más joven no conozco casi gente muy joven que haga música, y lo poco que conozco es muy poppy, muy vacío, muy… Antes había mucha rabia y había mucho post-punk, y lo que viene o lo poco que yo he captado no me parece especialmente interesante. Quizás sea yo (risas) Lo que realmente me fascina es ver gente con esa enorme capacidad creativa, personas muy cohesionadas entre sí, y yo creo que tienen un concepto que no es consciente, pero que yo también tengo… un trasfondo anarquista, de colaboración, de ayuda -“yo tengo un grupo, yo te hago un video, una foto, tu me haces un nosequé”- que quizá no sea desinteresado porque el desinterés igual no existe, pero sí se hace con el interés de crear de forma común, de un mutuo enriquecimiento y de que las cosas salgan adelante y la conciencia de que al final el arte es una necesidad.
K- ¿Crees que es una necesidad?
S- Sí, creo que el arte es una necesidad. Es una necesidad personal y es una necesidad social. Es de las primeras necesidades –no en lo personal, sí en lo social- que se quitan en momentos de crisis, porque no es vital…
K- ¿Caería la sociedad sin el arte? ¿Lo necesita?
S- Se cae una parte de la sociedad, por desgracia no se cae la otra, porque mientras tenga sus realityshows y tenga su futbol, y sus… Igual nuestro concepto de arte es… hay gente que escucha a Bisbal o a Maldita Nerea, y para ellos es arte también, y necesitan eso. Para nosotros es algo muy lejano, yo creo. Entraríamos ya en “¿Qué es arte?” Vale… Pese a que yo no comparta gustos o ponga en entredicho hasta que punto es arte, o que tipo de arte o que valor tiene, creo que la gente sí necesita arte, creo que la gente sí lo consume aunque sea inconscientemente.
K- Y si se levantan un día y ya no pueden escuchar a Maldita Nerea, ni hay música ni pintura ni tiras cómicas… ¿se morirían?
S- No, no se morirían, por lo menos no todos.
K- Se moriría uno, lo enterrarían y harían una procesión: “murió por el arte”… o por su ausencia…
S- Se moriría probablemente el que necesita hacerlo, el que necesita expresar eso.
K- A menudo el público de las bandas underground se compone de otra gente que tiene bandas underground…
S- Pues por desgracia, es retroalimentación. “Yo hago y me consumes pero a la vez soy yo el que consumo”. Es lo más habitual ir a un concierto y encontrarte casi con la misma gente, y que además esa misma gente sean músicos o promotores, o fotógrafos, o estén metidos en artes en general. Al final por desgracia la sensibilidad en ese sentido está bastante circunscrita a un círculo de gente… Aunque está fenomenal que esa gente esté… No sé si el problema es que no se hace algo que interese al resto, que ese resto no se entera de que existe o que no les interesa realmente.
K- O que es un arte de minorías… No en esencia, quizá, pero para entender determinadas cosas musicales hace falta una educación desarrollada. ¿Cómo puede entender a Napalm Death el fan de Bisbal?
S- Es culpa suya porque no se quiere educar (risas). Hay un arte más hostil y hay un arte quizás más obvio o más fácil de digerir o que simplemente llega a más gente…
K- pero la capacidad de impacto natural no existe si sólo tienes capacidad de impacto sobre un grupo de gente previamente educado en determinadas cosas
S- Tienes un techo, un número de personas limitado.
K- ¿Es eso más libre en el campo visual? ¿Puede darse una comprensión más intuitiva y visceral?
S- No te creas, yo creo que hay mucho videoarte complicado. Mira, a mi con el noise me pasaba al principio que no sabía si todo me gustaba o todo me horrorizaba: “¿esto mola o no mola?” Y a fuerza de oír y oír y oír te das cuenta… de oír en concierto, porque yo no me pongo un disco de noise en mi casa ni loca… Estuve en un concierto de DeathRoes y pensé estos saben lo que hacen, esto mola. Luego ves a otra gente que está ahí haciendo “whaaaewhaaaaaa”, y… (risas). Es verdad que para determinada música hay que educarse. Que hay que acostumbrarse a ir a conciertos… Pero yo he visto al mismo grupo en el círculo de Bellas artes o en El Matadero, o en La Casa Encendida, que son como sitios con renombre y abolengo -y ya se sabe, si algo aparece en determinados medios es que hay que ir porque hay que estar ahí-y estaba HASTA ARRIBA, y todo el mundo flipado. Ese mismo grupo tocando en El Perro, en El Juglar, La Faena… ¡20 personas!, ¡el mismo grupo!… Entonces, más allá de que la gente se tenga que acostumbrar a la música, es que no hay costumbre de ir a determinados sitios: no hay costumbre de salir a un concierto un miércoles, un jueves; a la gente le duele pagar ocho euros, pero no le duele pagar treinta por ir a un sitio más reconocido, más guay, más de moda… No solamente es la música, sino también el estilo de vida y las costumbres, porque yo creo que la gente no llega a apreciar las cosas hasta que se ponen caras, o hasta que están en determinados sitios o hasta que aparece en determinadas publicaciones. Hay grupos que se mueven por lo subterráneo y a los que vemos 20 personas y de repente los coge un sello x y empiezan a aparecer en determinadas publicaciones y con lo mismo que hacían de repente son la bomba. Y era el mismo, lo tenías al lado de casa y podías ir a verlo por siete euros, ahora pagas 30, fenomenal,¿No?
K- Pero al que llega por la vía “mainstream” también le puede gustar de forma sincera, ¿o no?
S- Mientras se llegue está bien…Lo que me da pena es que a veces ves un entorno en el que la gente está muy implicada y hace cosas que valen muchísimo la pena, invierten mucho esfuerzo, mucho tiempo, dinero, hay mucha ilusión, y lo que se recibe no está a la altura. Y parece que solamente se les reconoce cuando llegan a ser mainstream. Aunque a mi personalmente me parece fenomenal que consigan llegar, claro aunque tampoco tiene porque llegar a todo el mundo (risas)
K- ¿En este país de más de 40 millones de habitantes hay alguno que viva de la fotografía de conciertos?
S- Yo no vivo y creo que no. A tiempo completo creo que no. Tengo algún colega que sé que hace muchas fotos de conciertos, pero la mayor parte de los que conozco tiene un trabajo x o lo simultanea con hacer videos. Lo ideal sería ganarte la vida con eso, como ganártela con cualquier cosa que te fascine y en la que inviertas tiempo y esfuerzo… Aunque por serte sincera cuando algo lo llevo al campo puramente laboral acaba perdiendo algo de gracia.