miércoles, mayo 23, 2007

BUFFALO KILLERS - "Buffalo Killers" (Alive Records)


«Olvidémonos de los 60/Hay más cosas sucediendo ahora», cantan, no sabemos si irónicamente. Cachorros pero ya fogueados en bandas con cierto renombre local, los tres cazadores de Búfalos de Cincinnati (Ohio, noreste de los Estates) son jóvenes e impetuosos aunque amantes de una tradición que demasiados reivindican sólo de boquilla. Y lo demuestran en un disco de debut tan agridulce y agreste que parece haber sido creado en el mismo corazón de la pradera. A primera escucha es evidente que recogen el rastro de los magníficos Screaming Trees en sus mejores cosechas («SS Nowhere» muy en concreto, y todo el disco, en general). Un rato después, se hace evidente que su psicodelia pesada con algo de rock sureño y blues cabezón suelta lastre y remonta un gracil vuelo planeador gracias a acertadas inyecciones de Beatles y Faces, revisitando la herencia del garage ácido americano con aplomo y acierto en un viaje de ida y vuelta a la visión inglesa del rollo. Así, regios, desastrados, sanguíneos, peludos y vitalistas, los hermanos Gabbard (Bajo, guitarra y voces) y sus acompañantes (en principio el batera, aunque hay teclados ocasionales) cincelan un disco espacioso, de potencia animal contenida e indudable sensibilidad. Construido con mimbres sencillos pero habilmente trenzado, como una tienda india, el sonido que levantan es frondoso en su simplicidad: el bajo mandando, las guitarras incrustradas con ácida maestría y medido uso de los efectos y las melodías en estado de gracia. Como bien apunta mi dealer musical, algunas de las tonadas (especialmente «River Water») hacen comer polvo del desierto a unos Black Crowes cuya visión original se acercaba a la de los Killers, si bien era más manierista y marcadamente sureña. En general, se mantienen orgullosos junto a todos esos grupos cuya aproximación a la mezcolanza de estilos que hemos dado en llamar Rock&rRoll es lo suficientemente pura para que nadie la tache de revival. Además, son suficientemente gordos para no salir en los panfletos de moda, y Alive Records, incomprensiblemente, no tiene distribución en España. Así que, si es el caso, recuerda que te los presenté yo y cuando me veas invítame a una copa. Pequeña-GRAN banda. //W.B. Hitchcock

martes, mayo 15, 2007

WILLIAM ELLIOTT WHITMORE - "Song of the Blackbird" (Southern Records)


Aunque en principio no debería tener nada que ver, el delicioso "Dry", tema que abre el disco, me recuerda a Bob Marley en sus momentos más relajadamente íntimos. Quizá ese ritmo contrapelado marcado por la guitarra (o es un banjo... ¡demonios!!!), el único instrumento que le hace falta a la rugosa voz de Whitmore para transportarnos a mucho tiempo atrás. Y es que el álbum es un muy apreciable trabajo conectado con la música tradicional americana, ya sea el rock sureño ("The Chariot"), el blues arcaico, profético y chaveta en el que también se mira Tom Waits ("One Man´s Shame"), el hillbilly ("Lee County Flood") o el incunable folk diluviano hacia la que Dylan marcó la senda en sus dos discazos arqueológicos "Good As I Been To You" y "World Gone Wrong", pero en este caso con composiciones propias, lo que le da un valor añadido. Recia instrumentación, construida con escasos pero resistentes mimbres ampara esta exhibición de sobriedad, sabiduría y buen hacer. En las fronteras del primer rock, cuando la música contaba pacientemente historias de desgracias reales, amores reales y otras catástrofes naturales, pero hecho ahorita mismo. Excelente. // Pecador de la Pradera

SCOTT WALKER – “The Drift” (4AD)


Lo primero que se me pasa por la cabeza al intentarlo con el nuevo de Scott Walker es que necesitaría al menos un par de meses de escuchas ocasionales para ir dejando que su oscuridad me permease y decidir si es un gran disco o sólo un intento extremadamente ambicioso de serlo, por la vía de lo retorcidamente poético y la orquestación minimal, de la reflexión sobre los pánicos ocultos de occidente y el humor negro muela. Un trabajo extraño que chirría e intriga al tiempo, como si a “Bone Machine” de Tom Waits le hubieran extirpado la energía y el delirio socarrón para dejar tan sólo la contemplación de la miseria misma en la terminal playa de grava de la vejez. Reflexiones libérrimas e impenetrables a partir de personajes laterales e inquietantes (Clareta Petacci) o centrales y no menos inquietantes (Elvis, hablando con su hermano gemelo muerto) puntean el desolado y amenazante paseo que a veces se adentra en una especie de baja fidelidad industrial y donde la monótona y enervante letanía de Walker se emplea a fondo en no tomar prisioneros. Disco perfecto también para que los popes musicales dicten su eterna y elitista lista de referencias cultas (¡venga, esa cultura!!!). Prometo recogerlo cuando mi ánimo sea más crepuscular (no tardará), ponerme de fondo “El Hundimiento”, de Olivier Hirschbiegel, y hacer un segundo comentario más extenso. El esfuerzo artístico lo merece, aunque sea para ponerlo a parir. I´ve seen the present, brother, it is murder. // Peggy Fu.

lunes, mayo 07, 2007

Demons Claws - "Little Satan´s Pet Pig" (In The Red)

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Hay mujeres que permanecen en la retina un tiempo. Otras se alojan en huecos más profundos y difíciles de fumigar. Las más desaparecen con la marea, como si nunca hubiesen estado allí, igual que hacemos todos. Las bandas no son tan irremediablemente hermosas, pero funcionan igual. Así pues, ¿Tiene el último vómito sónico de estas Garras del Demonio algo que le permita permanecer en nuestra agenda después de una buena noche de juerga? Son, sin duda, una de esas bandas que In The Red, sello empeñado en encontrar diamantes en los desguaces,selecciona con fino ojo. Es decir, no decepcionan y van un poco más allá del simple garaje cabezon e infraproducido. De hecho, saben relajarse entre trago y trago de lejía para cincelar abruptas gemas inspiradas en Dylan ("That Old Outlaw" recuerda a "The Ballad of Frankie Lee And Judas Priest") o cabalgar por incinerados atardeceres vaqueros ("Hunting on the 49", quizá la mejor canción del disco). Pese a ello, quedan lejos de lo aportadopor compañeros de sello como los Deadly Snakes de "Ode To Joy", y no poseen un matiz peculiar que consiga arrancarlos del magma de bandas que están, más o menos, en su misma posición. Eso si, entretienen. No me pregunten si eso es mucho o poco a día de hoy, porque de ustedes depende. Su casera mugre de apartamento mal ventilado, su aspera efusividad, su fiereza con regusto a herida infectada, me causan un placer no exento de deja vu que remite a lo mejor de la casquería garajera de ayer y hoy (sin ir muy lejos, a los gloriosos -esos si que sí- Oblivians). En definitiva, que si lo que buscas no es conversación original ni sutilezas de princesita, nada parece ser óbice para un buen revolcón, pero es muy dudoso que a la mañana siguiente tengas ganas de que este disco se quede a vivir contigo. Quizá esos sean los mejores. Vaya usted a saber. (Esta reseña ha sido gentilmente publicada por la Revista Ruta 66, redactada por nuestro ubícuo colaborador Mr. Cowboy Iscariot)

The Bloody Hollies - "Who to trust, Who to Kill, Who to Love" (Alive Records)


Yo a esto lo llamo Rock&Roll. Ellos prefieren "Bluesy Punk". Pues vale. Un gran disco es un gran disco lo pongas en la cubeta que lo pongas. Grabando para el excelente sello que es Alive Records (Two Gallants, Black Keys, Black Diamond Heavies) los Hollies son un trío de Buffalo bronco y sanguíneo como ese hermoso animalito. Alejados de componendas "arty" (no intentan sonar mal para quedar bien), no apareceran, probablemente en las listas de lo mejor del puto año, pero tampoco hace falta. A cambio nos han dado un segundo álbum sólido como una roca, furibundo y emocionante. Un engendro rabioso pero de sólida osamenta garajera, punteado aquí por slides y armónicas y allá por amagos lisérgicos, y atravesado por razzias de guitarras cortantes o cenagosas según lo pida la canción. Lo suyo no es nuevo, cierto, pero tienen personalidad (cogen de muchos, no copian a nadie), y pinta de ser una banda con pretensiones: A saber, las de hacer discos repletos de clase, cojones y canciones perdurables. "Todas las riquezas del mundo no te ayudarán cuando estés muerto, porque el alma es todo lo que traes", canta el comandante en jefe Wesley Doyle en la magnífica "Delta Heart Attack". Y así son, innegables como las sencillas evidencias de la vida y la muerte. Montaraces, vibrantes y agridulces como la experiencia misma. Creételos. Ámalos. Y déjalos vivir. (Crítica publicada en la Revista Ruta 66 y confeccionada por nuestra estimada cobaya humana Mr. Cowboy Iscariot)