(Foto cortesía de Daniel Turrado Álvarez)
Facebook (tan útil para algunas cosas pero tan pérdida de tiempo, a menudo), sirve muy bien para aislar ese tumor gigante de la nostalgia. Todos los días decenas de personas postean vídeos o temas de alguna banda del pasado junto a la consabida afirmación: “los buenos tiempos”; o “ya no quedan bandas así”. El mensaje es simple: “echo de menos la época en la que aún se me levantaba, cuando podía descerebrarme a gusto con mis colegas en primera fila de un bolo de los Hellacopters y drogarme sin que me echaran la bulla. Ahora que no estoy en esas, todos los que seguís haciendo cosas así sois unos idiotas porque, en realidad, cuando yo dejé de pisar la calle, todo acabó”. La industria del disco (lo que queda de ella) vive exactamente de esa fuente de cretinismo donde se reúnen a abrevar entes antaño despiertos. Las reediciones de lujo, las reuniones de viejas glorias y otros patéticos apaños a costa de tus erecciones pasadas, las cajitas deluxe con cuatro monadas maqueteras añadidas, el americana soporífero adaptable a la siesta del niño y a tu propio sentido blandamente “crepuscular” de la vida... Hay alpiste para todos. Mientras, las mejores bandas de rock (y aledaños) del país pasan, haciendo música estratosférica y sin comerse un rosco. El paraíso perdido de la música española jamás existió. El paraíso es hoy, y sucede en la sombra, mientras los presuntos sociólogos de nuevo cuño se empachan de “Movida” (aún) y Nacho Vegas reprende a Ada Colau acertando de milagro con la realidad: todo es un patio de colegio. Aquí quedan 33 recomendaciones, pues (que hemos tratado en Karate Press o trataremos en breve), contra ese abuelario lleno de gente de treinta, cuarenta y cincuenta que entendió que de la juventud se pasaba directamente a la vejez. Hubieran podido ser otras 33 distintas, porque la cosa está que arde, amigos. Por suerte vosotros tenéis aire acondicionado y ni os enteráis.
Facebook (tan útil para algunas cosas pero tan pérdida de tiempo, a menudo), sirve muy bien para aislar ese tumor gigante de la nostalgia. Todos los días decenas de personas postean vídeos o temas de alguna banda del pasado junto a la consabida afirmación: “los buenos tiempos”; o “ya no quedan bandas así”. El mensaje es simple: “echo de menos la época en la que aún se me levantaba, cuando podía descerebrarme a gusto con mis colegas en primera fila de un bolo de los Hellacopters y drogarme sin que me echaran la bulla. Ahora que no estoy en esas, todos los que seguís haciendo cosas así sois unos idiotas porque, en realidad, cuando yo dejé de pisar la calle, todo acabó”. La industria del disco (lo que queda de ella) vive exactamente de esa fuente de cretinismo donde se reúnen a abrevar entes antaño despiertos. Las reediciones de lujo, las reuniones de viejas glorias y otros patéticos apaños a costa de tus erecciones pasadas, las cajitas deluxe con cuatro monadas maqueteras añadidas, el americana soporífero adaptable a la siesta del niño y a tu propio sentido blandamente “crepuscular” de la vida... Hay alpiste para todos. Mientras, las mejores bandas de rock (y aledaños) del país pasan, haciendo música estratosférica y sin comerse un rosco. El paraíso perdido de la música española jamás existió. El paraíso es hoy, y sucede en la sombra, mientras los presuntos sociólogos de nuevo cuño se empachan de “Movida” (aún) y Nacho Vegas reprende a Ada Colau acertando de milagro con la realidad: todo es un patio de colegio. Aquí quedan 33 recomendaciones, pues (que hemos tratado en Karate Press o trataremos en breve), contra ese abuelario lleno de gente de treinta, cuarenta y cincuenta que entendió que de la juventud se pasaba directamente a la vejez. Hubieran podido ser otras 33 distintas, porque la cosa está que arde, amigos. Por suerte vosotros tenéis aire acondicionado y ni os enteráis.
1. Blooming Látigo – “Disciplina noxa” (Knockturne, 2015):
Oscuros y encabritados, milimétricos pero al tiempo liberadores para quien los
escucha sin prejuicios, la banda empezó chupando de la raíz más libre del post
hardcore americano de los 90 y ha terminado por labrarse un espacio propio tan
original como rico en matices. Una apisonadora en directo, su soberbio segundo
largo es por derecho uno de los mejores discos de caña
inteligente de nuestra historia musical.
2. Little Cobras – “Fire Monkey” (2016): Subiendo de categoría desde
la humildad y el oficio, siempre a la sombra de los Cramps (cada vez más
lejana) y cada vez más bajo el paraguas de bandas heterodoxas como Gun Club. Su
nuevo disco (que se publicará pronto) es un paso de gigante: “Songs for Dogs
and Planets”, su anterior esfuerzo, estaba francamente bien, pero le faltaba
algo de sutura exacta en las costuras. Aquí, en cambio, el golem corre detrás
de ti con envidiable soltura, al ritmo espasmódico de unas guitarras
gloriosamente imperfectas.
3. Naja Naja – “Naja Naja” (Knocturne, 2016): Válidos igual
para amantes enfermos de suicide, para adoradores de New Order y para simples
buscadores de joyas pop en estado de histeria, el dúo sevillano abre su carrera
con un discazo redondo. Sueños maquinales de liberación formulados con una
distancia intelectual tan fría que quema. Imprescindibles.
4. Viva Bazooka – “Beso Mata Banda Bang” (Politburo Recording Fiasco/Cosmic tentacles, 2014): Inclasificables desde su nacimiento y
una de las mejores bandas de directo que he tenido la suerte de ver, los
Bazooka son una de esas ententes que surgen completas desde una dimensión
paralela y desaparecerán sin dejar hijos, aparte de un puñado de discos
impagables como este. Únicos.
5. Killerkume – “Industrial Sunbath” (2016): En racha creativa
y en crecimiento acelerado, el presente contempla a los vascos abriéndose al
jazz desde unos inicios que se anclaban en el riff pétreo y dominante. Si su
anterior trabajo, “Trautzer Blaster”, ejemplificaba aquel imperio mastodóntico
aunque inteligente, el nuevo da fe de esa evolución rapidísima hacia terrenos propios, por suerte para todos difíciles de clasificar.
6. Gentemayor – “Gentemayor” (2016): Desde Cádiz, sorpresón.
Feistas, a medias cartílago noise y descerebre sintético, su primer disco
homónimo debería ser tenido en cuenta como uno de los sopapos a mano abierta
mejor dados de los últimos años. Como Devo perdidos en la catacumba donde
ensayaban Cop Shoot Cop. Si vas a dedicarte a las drogas porque has concluido
–inteligentemente- que es lo único que tiene sentido, empieza por aquí.
7. Alberto Acinas – “Cada cual con su mal” (2015): luminoso y
poético, cotidiano y asilvestrado. Haciendo las cosas como le salen y
saliéndole las cosas bien, Acinas es un genio cuando menos se lo
propone. Por ejemplo en este excelente EP de folk vitalista y letras perfectas. Para cualquiera abierto de miras.
8. Mursego – “Hiru” (2013): Maite se ha labrado un prestigio
más que merecido con tres discos consecutivos
divertidísimos y en progresión, donde amalgama tradición y modernidad
creando folk del presente. Puede hacer una canción con cualquier cosa y nunca
le sale mal, y en “Hiru” llega a un envidiable estado de madurez.
Sobresaliente.
9. Rafael Berrio – “Paradoja” (Warner, 2016): No debería
hacer falta decir nada a estas alturas sobre el mejor escritor de canciones poéticas
y narrativas de este país, pero parece que sí, que hay que decirlo: sencillamente
descomunal. Más info, AQUÍ.
10. Cabalgata Cósmica – “Obscenus EP” (2015): trío de
psicodelia pesada de Valencia con poco que envidiar a los nombres sacrosantos
del género. Para amantes de las cabalgadas tóxicas de guitarra opiácea o ácida,
según se tercie, y del sentido del humor encabronado (títulos como “Me cago en
tu aura” son casi un comentario sobre una escena completa).
11. Kaiten – “VL-Tone” (2016): Pioneros de un post rock
reforzado, de rítmica poliédrica y guitarras de amianto, Kaiten tienen un disco soberbio de hace unos años que
cualquier fan de Shellac, Jesus Lizard y demás bestias pardas noventeras debería tener en un altarcito. Regresan, más recogidos pero igual de punzantes, con este EP de
cuatro canciones donde se meriendan a Waits (Red Shoes) y a Suicide (Rocket USA)
y añaden dos postales desde la cueva muy a tener en cuenta. Demuestran, de
nuevo, que son capaces de procesar decenas de influencias sin dejar de sonar
propios y excepcionales. Queremos más.
12. Marrones burócratas – “Mundo Libre” (2016): En algún
lugar equidistante entre Magnetic Fields, el Sr. Chinarro de principios de siglo y los Felice Brothers de "Tonight at the Arizona". Capaces de hacer crítica sociopolítica
con elegancia y moderación y de ejercer la bisutería pop sin ser ñoños, como dignos orfebres de una tradición variadísima y disfrutable. Nuestra reseña, AQUÍ.
13. Melange – “Melange” (Discos Tere, 2016): De musicazos como
los que integran Melange se podía esperar lo que han dado: un disco redondo.
Derivativos y mirando al pasado del folklore hispano, saben actualizarlo con tino, y, paradójicamente, acaban teniendo la formulación espléndida,
gomosa y opiácea de los clásicos atemporales. Psicodelia de raíz.
14. Muerte Mortal – “Muerte Mortal” (2015): “Vainica Division”,
decía una amiga, acertadamente. “Tan paladeable y contradictorio como un helado
envuelto en tempura”, añadía The MPress, también acertadamente. Letras lúcidas en su alterada cotidianeidad, el bajo
mandando y las guitarras experimentando en segundo plano para un
disco perfecto en su modestia.
15. El Legado – “El Legado” (El Beasto, 2016): Al cuello y
sin misericordia, El Legado regresan haciendo lo que siempre hicieron bien.
Una apisonadora de Rock&Roll de acero forjado, con un ojo puesto en
Dictators y otro en MC5. Bendita bizquera. La verdad y las guitarras por
delante.
16. Thee Boas – “Word 1” (El Beasto, Mag Pie Norhtwest Records, 2015): A caballo del ramalazo aural de los stooges, recogiendo la bajona de Asheton y convirtiéndola en gasolina de hot rod espacial, Thee Boas
firman su primer y esperado trabajo desde el local de ensayo de unos años atrás. Es arisco y venenoso, y flotante, y necesitamos más.
17. Ded Routines: Mascando a Rowland S. Howard, Scientists,
Swell Maps y Dead Moon en el mismo chicle, y pendientes todavía de publicar un
LP en condiciones, los de A Guarda son el secreto mejor guardado de una Galicia
de bandas tan brillantes como, a veces, fugaces. Si no autocombustionan antes
de conseguirlo, sabrás de ellos.
18. Fiera – “Déjese llevar” (El Rancho, 2010): recomendamos la larga entrevista
publicada en Karate Press #3 por Emilio Cascajosa para adentrarse en el strange
& frightening world de Fiera, un paseo de raíz postpunk y ácidamente
incisivo por la Sevilla oculta. Patios traseros, activismo interdisciplinar y
sarcasmo de supervivencia.
19. Juventud Infinita – “Juventud Infinita” (2015): Un discazo de
hardcore libre y arisco. Algo más inusual de lo que uno podría pensar. Nuestra
reseña AQUÍ.
20. Robots – “Fuego derretido” (2015): Ese disco de punk crudo pero
elegante que todos quisimos hacer alguna vez mientras escuchábamos a los Pistols
y a Wire en nuestros escondrijos. Ellos lo han hecho. Buen principio para
seguir los distintos proyectos dela mente inquieta de Holy.
21. Miraflores – “Miraflores” (Happy Place Records, 2014):
Favoritos de esta casa por muy diversas razones. Por el momento tiran de un
disco que ya tiene un par de años pero que aguanta estupendamente porque vive
en ese vórtice donde Scientists, Beasts of Bourbon y The Fall se toman unos tragos
de lejía mientras el mundo arde. La cosa es el pantano.
22. Niño de Elche - “Voces del Extremo” (2015): Pocos comentarios hacen falta sobre él, a
estas alturas, ahora que un raro consenso de prensas “independientes” y
“mainstream” (no sé si sigue habiendo diferencia, la verdad) lo han convertido
en la nueva sensación alternativa. Pero no está de más recordar que su disco “Voces del
extremo” sigue siendo una obra mayor en la historia musical de España y que le queda mucho, mucho por decir. O eso esperamos.
23. La Femme Fakir – “La Femme Fakir” (Luscinia, 2015): El
núcleo de aquella banda soberbia que fueron Los Cuantos contraataca pasándose
al castellano y cuajando un disco libérrimo, politizado y plástico que el
tiempo engrandecerá. Oscuros, rítmicos y con las guitarras en estadio de
gracia, otro fruto eponzoñado del Madrid subterráneo, siempre en ebullición.
24. Javier Colis – “Nadie en el Espejo” (Luscinia, 2016):
Javier, siempre sobresaliente, entrega la primera obra maestra absoluta de
2016, mejorando, aunque parezca increíble, todo un pasado de aciertos
artísticos.
25. Esquelas – “Un pozo lleno de anzuelos” (Bestiarie, 2015):
Hay una España de electrónica, oscura y marginal que pueden ustedes empezar a
descubrir desde el disco de los coruñeses, tan opaco como elegante, casi
subliminal en su amenaza.
26. El Lobo en tu puerta – “Grabaciones sumergidas” (Knockturne, 2015): De como mezclar el blues con el metal trotón, los Beastie
Boys y lo que a uno se le ocurra, cantarlo todo en castellano y que sea un
pelotazo incluso para el más escéptico. Expeditivos y gloriosamente altos en
colesterol.
27. Buoio Mondo - “Italia Violenta” (Cosmic Tentacles, 2016): “Entre John Carpenter y Goblin”, decían de
ellos en Cosmic Tentacles. Ahí es ná. Malos sueños de serie B, sangre
saturada y neblinas sexualmente inciertas para un trabajo tan tributario como
fascinante.
28. Dogbeats – “Rock&Roll Tsunami” (Rufus Recordings, 2015): Lo dice el título y ellos lo refrendan con doce pelotazos que siguen la
sana tradición punk de no dejar títere con cabeza. Envenenados de tradición
australiana vía Birdman y escandinava vía Hellacopters, y siempre con el pie en
el acelerador. Punk&roll purasangre desde Benidorm, sin city.
29. A.L. Guillén – “La Noche” (Plus Timbre, 2016): Interesantísimo ejercicio de experimentación de vanguardia. Desprográmese usted y disfrute del sonido desenmascarado (y del silencio).
30. PYLAR – “He venydo a reclamar my trono” (Knocturne, 2016): Arcanos,
paganos y otros hermanos. Quizá, con Orthodox, la banda más cuajada y original
de las que trabajan sobre el mito poético (y empiezan a ser legión). Una
negación del “tiempo lineal” que da sus frutos en discos-río tan difíciles como
renovadores. (ver artículo en karate Press #1)
31. Orthodox - “Axis” (Alone Records, 2016): Ya lo dijimos hace poco: “Lo suyo, a día de
hoy —como lo de Pasolini o como lo del Friedrich Dürrenmatt que
escribiera La Muerte de la Pitia— parece ser una regresión a un mundo
clásico muy distinto al que nos contaron las películas comerciales. Un mundo de
piedra, agua y metales trabajados aún toscamente. Un mundo de pasiones,
arrebatos y miedos esenciales". Desde el
metal al folk retrovisionario, imprescindibles buceos en la psique colectiva. Nuestra reseña completa, AQUÍ.
32. Los Nitxos – “Carnalito” (Politburó recording Fiasco,2015): Desde Gasteiz. O desde la celda anegada
donde se ahoga eternamente Ian Curtis, dándole ritmo al desastre. Grupazo del que se habla menos de lo que merecen.
33. Cuchillo de Fuego - "Triple España" (Amawisca, 2014): Hardcore reformulado y aguda observación social en uno de los mejores debuts en largo que recuerdo. Los entrevistamos extensamente AQUÍ.
33. Cuchillo de Fuego - "Triple España" (Amawisca, 2014): Hardcore reformulado y aguda observación social en uno de los mejores debuts en largo que recuerdo. Los entrevistamos extensamente AQUÍ.