viernes, agosto 31, 2012
BEN SALTER de gira por SSPAÑA (y GALICIA)
BEN SALTER, de cuyas excelencias musicales hemos dado cuenta aquí de manera reiterada, se pasa por Celtiberia para presentar su excelente disco "THE CAT". Le echamos una mano nosotros (GOG Artifacts) y la gente de SOULBLONDING! haciendo gala del buen gusto y el ojo para las joyas escondidas que nos caracterizan. Cita ineludible con el mejor pop/rock/folk de autor que se puede escuchar ahora mismo. letras inteligentes, excelencia vocal y talento compositivo fuera de toda duda. Espero veros por allí (y por allá) y agradezco de antemano a quien lo haga la difusión de este capital asunto subterráneo. SALUD!!!
20 MADRID - Wurlitzer Ballroom
21 VIGO - La Casa de Arriba
22 PONTEVEDRA - Liceo Mutante
28 PALENCIA - Lemon Society
29 URRETXU - The Intrepid Fox
30 TARRAGONA - (sala por confirmar)
miércoles, agosto 29, 2012
THE JEW AND ME (a love story)
Una de las razones por las que seguí escribiendo fue Bob
Dylan, así que echadle la culpa a él. Podía haberme quedado en mis poemas
infantiles y mis inicios de novelas del oeste inspirados por J Mallorquí, pero
me tocó en el hombro un día y cuando me volví me dijo: ¿Tienes un cigarro? Era en
su época de blanco y negro con mucho grano, cuando era puro hueso de neón y
gafas de sol, como en aquel sobado libro de letras que encontré en una
estantería. Y como en la capital “Don’t Look Back”, que grabé de la tele en un
video veta y erosioné en eternas tardes solitarias. Fue para mí antes que los beat
–a los que sólo tardíamente (y parcialmente) he vuelto a valorar- y antes que
el Rock&Roll propiamente dicho, probablemente mezclado con lecturas
adolescentes de Huxley, Hesse (que de hecho sólo se puede leer de adolescente),
Miller, Sábato, Emily Dickinson y otras hierbas malsanas que escogía con
criterio puramente instintivo de la biblioteca paterna. Poco hizo en inicio, el
ahora ubicuo Mr. Frost, aparte de malograrme la sencillez con una serie de
imágenes intoxicantes y que difícilmente podía yo comprender en aquel tiempo, y
para comprobarlo bastaría con leer los primeros intentos de canción que puse en
papel, vergonzantes apaños oníricos en los que masacraba también Cohen y al
pesado de Clapton, al que entonces no le había dado aún por los trajes de Armani,
las bermudas de colores ni el blues higienizado para ascensor.
Sin embargo, una vez roto el hechizo opiáceo, Dylan ha
sido en mi vida un ejemplo capital, y -lo que es más raro y más valorable- lo ha seguido siendo hasta el día de hoy. Cada
individuo independiente es un ejemplo en la construcción de un individuo
independiente, y no se me ocurre otra cosa mejor que hacer que tratar de ser
precisamente eso, ya que los niños no me interesan, los animales cada vez menos,
estoy genéticamente amputado para la avaricia y tengo una fijación malsana con
el arte: es decir, soy lo que la gente llama –dependiendo- un tarado o un alma
libre. Ahora han pasado mis años de fan enfermizo y, pasado ya el medio del
camino con mucha probabilidad (y sin ninguna gloria), cuando uno ha gastado la
mitad acaso de sus años lúcidos, lo siento, a Dylan, como un viejo amiguete de
tascas más que como un ídolo. Está dentro, convertidas sus canciones en un serpenteante
río secreto de claves, consejos y momentos de iluminación, y su vida en una
especie de paralelo y opaco espejo en el que mirarse no es doloroso.
Dicen por ahí que saca nuevo disco. Me lo agenciaré,
claro, aunque discrepo con muchos dylanitas de la glorificación sistemática de
sus últimos trabajos igual que discrepo del olvido en el que están sumidas
algunas de sus piezas claves (“Good As I Been To You”, sin ir más lejos, por
mucho que sea un álbum de versiones). A mí “Modern Times” me pareció digno y
elegante, pero carente de canciones de fuste, a excepción de “Working Man’s Blues”, por la
que, esa sí, Springsteen –el artista real más sobrevalorado de los últimos 30
años- hubiera dado un brazo o dos. “Together Trough Life”, por su parte, me
resulta una rareza hecha con el piloto automático, que es quizá la peor forma
de dar a luz a una rareza. Para mí su último gran disco es el reseco, altivo y
quemagranjas “Love & Theft”, que, curiosamente, la gente pasa un poco por
alto. Claro que, por otro lado, estoy aquejado de un mal endémico entre los que
hemos convivido con un artista tanto tiempo que al final la vida (nuestra) y la
obra (suya) se entrelazan hasta conseguir un denso potingue de peculiares guiños
y visiones: “trabajo” mucho más sus discos menores que sus grandes obras. Así
que no sería raro que en diez o quince años esté defendiendo esos dos discos
que ahora critico.
Cuando empecé, un poco por inercia, otro poco por
casualidad, a escribir sobre música, una de las cosas que tenía en mente era
hacer algún buen artículo sobre Zimmy. Uno bueno de verdad. Nunca llegó la
ocasión y al final entendí que ya se había dicho demasiado sobre el sujeto (y
parte de lo mejor lo ha dicho él en el excelente “Crónicas”), que había mucha
gente desconocida sobre la que hablar y que abarcar sus épocas era demasiado
trabajoso cuando uno tenía que seguir también su propia labor creativa. Me
conformé pues, con la mejor parte: seguir empapándome de lo suyo, volver a él
repetidamente –aunque espaciadamente- en los momentos más extraños de la vida
(¿hay alguno no extraño, pasados los 30?), vivirlo con el mismo infantil placer
liberador que tengo cuando me como un helado bajando por una calle vacía.
Esto es pues una abdicación. Seguiré comentando aquí y
allá detalles, anécdotas e impresiones, pero será más mi vida que la suya. Refractario
como soy a los Gurús, a los profesores y a los métodos, se que he aprendido, sin
embargo, bastante más de él que de lo que podría consignar en unas líneas.
Y mi única recomendación al respecto
será la más sencilla: Escuchadlo. Hacedlo sin prejuicios, si eso es posible a
estas alturas de la disección. Buceadlo como se hace con los grandes, esos que
acaban siendo parte del propio sistema sanguíneo y que no piden royalties a
cambio.
Es pura vida, y lo demás no está. //LUIS BOULLOSA
A continuación, una lista de favoritos dylanescos que iré
comentando en los próximos días si me da la gana.
MIS CINCO TEMAS FAVORITOS DE LOS ÚLTMOS QUINCE AÑOS (HOY)
Highlands
SimpleTwist of Fate (Cover de Jeff Tweedy... FUCK WILCO, anyway)
Everythingis Broken (este enlace no va a la original, pero ESTE tampoco)
martes, agosto 14, 2012
JEVARRA Y SNOB (por GATO PALUG)
Como todo el mundo sabe, si hay una holocausto nuclear sobrevivirán sólo las ratas, las cucarachas y los jevis. Esta afirmación no es despreciativa, sino todo lo contrario. Cuando era chavalín –al menos a sí lo recuerdo yo- en mi pueblo había muchos rockers y muchos punkis (y muchos, muchos más yonquis, pero esa es otra historia). Dos o tres años después, cuando empecé a salir por ahí a emborracharme, quedaban tres rockers (reconvertido alguno en simple fascista) y un punk. De ellos, los que tenían algún interés por la música se dejaban caer por… ¡el bar de los jevis! Y amigo, lo cierto es que ese fue el primer lugar donde escuché a Leño, a Hendrix o a Janis Joplin, aparte de la metralla cornuda de turno. Barco escuela. El jevi metal es un barco escuela: es necesario para empezar a hacerte un hombre, pero conviene abandonarlo pronto so pena de acabar siendo una nenaza, calcificado en una pose prescrita y luciendo unas pintas deleznables de fiesta de disfraces. De las épocas de cocinillas previas al cenobio, conservamos sin embargo querencias, recuerdos y verdades que nadie nos puede arrebatar. He aquí la lista de mis bandas de metal (o cerca del metal) favoritas de todos los tiempos y una explicación del porqué de sus reinados.
NAPALM DEATH: El primer disco de los Napalm que escuché (lo
conservo) me lo compré por trescientas pesetas en la cubeta de saldos de un BOB’s
(equivalente al actual VIP’S). Fue en Madrid, puede que el mismo día que me
agencié mi primer ejemplar del Ruta 66 (número 68, Dylan en Portada, ya han
corrido 20 años). Eran una Peel Sessions (DEP) que me cambiaron la vida y demostraron
que mi afirmación habitual de que determinadas músicas necesitan de instrucción
previa para ser comprendidas es una fantochada y falla a menudo: los entendí.
Sigo siendo fan a día de hoy aunque considero que sus dos primeros álbumes (con
el inefable Mick Harris a la dañina bataca) siguen siendo su cúspide absoluta:
una especie de síntesis core que explota e implota a un tiempo, reveladora,
ascética, oscura y luminosa. Los vi por primera vez en directo hace algo más de
un año, también en Madrid y en situación atípica: Barney Greenway (voces) había
colapsado en el bolo anterior y estaba hospitalizado, así que tocaron en
formato trío y a micro abierto (pasaron a hacer sus pinitos vocalistas de
bandas locales y algún espontáneo). Aún así, sonaron agrestes y demoledores,
más punk, en el fondo, que jevi, demostrando que cuando uno tiene voluntad de
hierro “para” no es una orden que se acate con facilidad. Leyendas.
MORBID ANGEL: Lo primero suyo que oí fue la descuartizante “Chapel
of Ghouls”, en un recopilatorio en vinilo del sello Earache que me pillé de
saldo en el Club de Amigos del Disco (Madrid). Me bastó para amarlos de
inmediato. Luego los vi dos veces en directo, creo que las dos en la extinta
sala Katedral, y aquello eran palabras mayores. Me gustan las bandas
hipertécnicas que suenan sin embargo asilvestradas. Los Morbid eran de esos y
pese a su burricie y salvajismo, tenían un toque de jevi clásico que no llegaba
a ser hortera, lo cual es un milagro. Dioses olvidados.
BLACK SABBATH: Mis dos primeros discos de Jevi metal fueron
el recopilatorio “Hot & Heavy”, de Scorpions y “Blackest Sabbath”, otro
recopilatorio, que recorría lo más granado de los Sabbath, dando fe de todas
sus épocas y sus distintos vocalistas. Este aún lo puedo escuchar sin sentir vergüenza
ajena (el caso es que sospecho que el otro también, manda huevos). Aunque,
inevitablemente, la era Ozzy es la mejor, recuerdo que “Sign of the southern
cross”, con el enanete cornudo Ronnie James Dio, me la ponía bastante dura a
mis tiernos y épicos 15 añitos. Anda que no molaba.
IMMORTAL: Infraghouls de la edad glaciar, coleguillas de
farra –tienen toda la pinta- de aquel Merlín de John Borman que habitaba en
cavernas frigoríficas, deberían tener un cameo urgente en Ice Age, en odínica misión
para recuperar la bellota de los cojones. Suenan infernalmente como el culo (como
debe ser, en su caso) y son la sublimación temprana de un género –el Black metal-
que luego ha dado en repetirse primero hasta la náusea y después hasta el
chiste facilón. Si no me repugnaran los Kiss diría que estos son mis Kiss de la
ultratumba. Black is black (I want my baby back)
SEPULTURA: Brasileños, bautizados en honor a un tema de Motörhead
(“Killed By Death”, creo recordar) y durante muchos años mi banda de metal
favorita. Implacables reyes del ultra-trash desde el “Beneath The remains”
hasta el “Chaos A.D”, pasando por el mega-clásico “Arise”, todavía retumbaban
poderosos e integros en tropicalizado “Roots”, último álbum con el zampabollos
de Max Cavalera como frontman. Mi favorito personal (hoy) es el citado “Chaos
AD”, quizá su álbum más punk y menos heavy y donde, creo recordar, había una
colaboración del cretino de Biafra (en la epatante “Biotech is Godzilla”) y una
versión de New Model Army. Tienen también un video en directo grabado en
Barcelona (“Under Siege”) y su versión de “Orgasmatrón” de los de Lemmy aún
resuena en mi recuerdo en una lejana noche de farra del 92 en Burela, ciudad
portuaria del norte de Galicia en donde, en aquellos tiempos, sólo había jevis
y marineros (y era de presumir que algunos compartían ambas parafilias).
SLAYER: Cuando alguien dice la palabra nihilista, no se
porqué, pienso en ellos. Deben tener tan poco cerebro como notas les sobran, y
sin embargo, por alguna razón oculta, fueron grandes. Y “Decade of Agression”
sigue siendo uno de los mejores discos jevis en directo de la historia, si no
el mejor.
PANTERA: Número dos en mi lista de epifanías violentas: “Fuckin´Hostile”,
especie de inesperado fist fuckin’ adolescente contenido en el im-pres-cindi-ble
“Vulgar Display of Power”. El anterior, “Cowboys from Hell”, era ya bueno, y el
siguiente, el ultrabruto “Far Beyond Driven”, molaba bastante (con curiosa versión
de “Planet Caravan” incluida), pero jamás volvieron a ser capaces de repetir el
nivel de furia ciega y odio escupido al jeto con asesina precisión. Fueron la demostración
palmaria de porqué es grande el Rock&roll: porque un puñado paletos sureños
con dificultad para escribir sus nombres y encubierta querencia por el glam
pueden poner el mundo patas arriba gracias a sus cojones y a un momento de
gracia. Ah, y a la presencia de uno de los mejores frontmen de todos los
tiempos, ese Phil Anselmo que siempre seguirá siendo adorable, por mucho crack
que haya llegado a fumar. Recomiendo el visionado del video de un Monsters of
Rock en Moscú donde se lía parda durante su actuación. Aún no superados en lo
suyo.
HIGH ON FIRE: Hacen las portadas más feas del mercado, esas
que dibujaba tu compañero melenudo del instituto mientras duraba la clase de
matemáticas. Son más jevis que el viento y no lo ocultan, y sin embargo tienen
una baza ganadora: su naturalidad. Agrestes, empecinados, peliagudos, armados
hasta los dientes. Si tienes que elegir entre enfrentarte a un Nazgul o a Matt
pike, eliges un Nazgul. Nacieron tarde para hacer la banda sonora de “Conan el
barbaro”, pero da igual: te pones “Blessed Black Wings” y Conan eres tú mismo y
el mundo está bajo tu espada. Directo desmontante, amiguetes.
TODAY IS THE DAY: Una de las mentes más perturbadoras del
metal, Steve Austin. Quizá la más perturbadora. En el infierno hay un psiquiátrico
entero para él. Para que lo dirija, claro. “In the Eyes of God” es un disco de
otro mundo, y casi todo lo demás es sobresaliente, exceptuando quizá “Kiss The
Pig”, pero incluyendo el demencial y trastornado doble “Sadness Will Prevail”.
VOIVOD: Eran canadienses, pero se les perdona. Creo que de
puro malos eran cojonudos (igual que Celtic Frost, por decir alguien).
Experimentales para los standares del jevismo de su tiempo.
SUICIDAL TENDENCIES: Empezaron siendo hardcore, y esa es la época
que vale, pero como tocaban setecientas veces mejor que cualquier grupo de
hardcore que haya existido jamás, terminaron cometiendo el error habitual y
haciéndose jevis. Sin embargo, siempre les ha quedado algo de esa violencia
visceral y ese sarcasmo directo que les hizo grandes. Por no hablar de su pinta
de killer pachucos, su famoso “I shot reagan” en el arranque de “I shot the Devil”
o la mejor canción zumbadora de todos los tiempos “Trip at the Brain”. En su
momento, Dioses absolutos, y en su debacle metalera, todavía aprovechables. Que
Robert Trujillo haya acabado de mercenario en los patéticos Metallica confirma
que el mundo no es justo y que los punks deberían morir jóvenes para no poder
traicionarse a sí mismos (y de paso a todos los demás)
GODFLESH: Gélidos e industriales. Puro muro de granito
inglés, apocalíptico y urbano. Quizá al metal lo que Joy Division al rock,
aunque ni siquiera se les pueda considerar exactamente metal. Compruébalo tu
mismo, hazte ese favor.
IMPALED NAZARENE: Dejaron de interesarme cuando empecé a
vislumbrar que había algo de cierto en todo su chiste homófobo y filonazi
(nadie mantiene un chiste durante dos décadas si no tiene algo de verdad
personal). Lo de satánico me daba más igual, y me caen bien las cabras. “Suomi
Finland Perkele”, el primer disco que les escuché, sigue siendo sin embargo un álbum apoteósico y
regio en su procesional oscuridad, su furia militar y sus ocasionales pepinazos
Motörhead. “Ugra Karma”, el anterior, una cegadora aura de seta atómica y los
posteriores “Rapture” (afiladamente punk) y “Nihil” (afiladamente jevilón) dos
trabajos de aplastante pegada. “Do you want total war?”
BURZUM: Varg Vikernes, pensador paganista conocido también
por haber inventado el black metal y por su afición a quemar iglesias, asesinar
rivales artísticos a puñaladas, cumplir condena con entereza y regresar al
ruedo para reinventarse en tres discos mayúsculos, entre ellos el enternecedor “Fallen”,
que este cronista definió como “el primer disco de black metal primaveral”. “Hvis
Lyset tar Oss” y “Filosofem”, de sus inicios, son obras maestras absolutas de
turbio minimalismo y visceral repetición. Ámalo u ódialo, pero es un genio
igual.
lunes, agosto 13, 2012
NOTA AL PIE
No haré un canto a mi mismo: soy periodista y consciente de
lo que ello significa. Me bastará pues con una nota al pie. Esta misma. En la
imagen posamos (de izquierda a derecha) un servidor (de nadie), Mr. Manuel Beteta,
docto archivero de la sabiduría high-energy y otras hierbas de aroma intenso, y
Mr. Esteban Hernández, maquiavélico sociólogo underground. Está tomada a la
puerta de la puta sala Heineken tras un largo bolo de los Drive By truckers del
que ellos salieron extasiados (en diverso grado) y yo indiferente. Para casi
nadie excepto para nosotros y algún cercano, puede significar nada la foto, y
sin embargo es importante: de no ser por el amor a la música rock, esa grasienta
excrecencia mongoloide de la cultura imperialista americana, tres
personalidades tan dispares y contrapuestas jamás se hubieran llevado bien. Así
que, como dice el refrán, “en el pecado llevas la penitencia”. //LUIS BOULLOSA
martes, agosto 07, 2012
THE LAMB IN FLAMES, THE CROWN, THE THORN
BURN YOUR OWN CHURCH
Como es verano y andan mis sobrinos por aquí, he considerado pertinente recuperar este clásico de KAPUT...
sábado, agosto 04, 2012
WOODS - "Cali in a Cup"
Placeres veraniegos a cargo de WOODS, de costa oeste a costa oeste (y eso que son de Brooklyn, pero ya se sabe que para patria, el deseo). El tema es simple, pero no necesita más.
miércoles, agosto 01, 2012
ALQUIMIA Y FERTILIDAD - Una entrevista con PINK REASON
Repetitivo, desarticulado, soterradamente pop y oscuramente luminoso, “Shit in the Garden”, el Segundo largo de
PINK REASON es una epifanía que muchos recuperarán con el tiempo,
asombrados de no haber estado allí cuando sucedió (aunque no lo confesarán, ya
se sabe que en el primer concierto de Ramones estuvo todo dios). Esta en él
todo lo que se les pide a los hypes underground y que tan raramente dan, además
de una saludable visión punk, un ojo innato para el hit de ultratumba y un
detallismo tan cacharrero como cautivador. Con dificultad, conseguimos
contactar con Kevin Failure, el genio de la lámpara, que contestó amablemente a las preguntas de KAPUT. Lejos de su convulsa
vida anterior, parece haberse equilibrado y la nueva encarnación de la PINK REASON es una banda en toda regla y no un vagabundo a la fuga que va dejando perlas tras de sí. La versión original en inglés de esta entrevista, perpetrada por LUIS BOULLOSA, ha sido publicada en PERFECT SOUND FOREVER, uno de los magazines musicales on-line más antiguos en activo, y puede ser leída AQUÍ (con una introducción distinta y acaso más reveladora). Disfruten, el autor afirma que es una de las mejores entrevistas vía mail que ha hecho jamás.
KAPUT- Has dicho que en
un tiempo estuviste obsesionado con transformar toda la mierda de tu vida en
oro, y que la música era el ritual mágico para eso. Suena como alquimia,
alquimia vital… ¿Puede la música curar y transformar las cosas? ¿Cómo? ¿Funcionó?
KEVIN FAILURE- Ciertamente,
la música ha tenido un papel transformador en mi propia vida. Yo fui un
descastado social desde el mismo momento en que entré en la escuela. Todas las
escuelas tienen un chaval como yo, al menos en los Estados Unidos, y yo era el
de la mía. Ya conoces el tipo, ese que es universalmente odiado a un tiempo por
alumnos y profesores. Ese chaval con el que todos se meten, incluido el maltratado
de la clase. Tuve muchos líos allí por “instigar problemas”. Así es como
justifican el castigar a alguien por ser la víctima de los abusos. Me pusieron
en clases para “necesidades especiales”, con niños que estaban mental o
emocionalmente discapacitados. Se me consideraba un estudiante “en riesgo”. En
riesgo de qué estaba yo exactamente nunca fue explicado. Así que dejé la
escuela a la edad de 15 años, y en la
época en que los chavales que hubieran sido mis compañeros de clase se estaban
graduando en el instituto yo ya tenía una condena por drogas que impedía que
pudiera conseguir un préstamo para estudiantes e ir a la universidad. Mi
familia estaba atenazada por la pobreza. No había gran oportunidad para que
alguien como yo tuviese un final feliz. Y no lo ha tenido mucha gente a la
que he conocido en esta vida, desafortunadamente.
Mientras crecía, la
música fue mi evasión ante la hostilidad y la violencia con la que hube de
encontrarme en el mundo. Durante la pubertad, me convertí yo mismo en músico y
empecé a usarla para canalizar mis emociones y experiencias convirtiéndolas en
algo tangible que pudiese usar como moneda. Era un chanchullo. Era un pase que
me permitía el acceso a la gente más mayor de la escena punk y a su comunidad.
En ocasiones, usé el hecho de ser músico para poder encontrar comida o cobijo.
Era duro, era una lucha, pero había un cierto sentido de orgullo en lo que
estaba haciendo, y eso era algo.
Finalmente, supongo que
cuando llegó el momento apropiado, me permitió un acceso aún mayor a mundos
exteriores a aquel que yo ya conocía. Eso me permitió viajar y conocer gente.
Conocí a mi mujer a través de la música. Me ha conseguido la mayor parte de los
curros que he tenido. Me ha llevado alrededor del mundo.
En estos tiempos, tengo
un lugar en este mundo. La vida no carece de problemas, pero mi posición ahora
es muy distinta de aquella en la cual nací. Ha sido la música la que me diferenciado
de mis coetáneos mientras crecía. La he usado para, esencialmente, construir la
vida que quería. Suelo estar ocupado, y a menudo estresado, y siempre habrá
problemas, pero la música me proveyó de libertad, independencia y algo que se
asemeja a la satisfacción.
K.- ¿Es todavía ese tu
objetivo o ya has transformado la mierda en oro? ¿Tiene todo ello algo que ver
con el título de tu disco “Shit in the garden” (Mierda en el jardín)?
K.F.- “Shit in the garden” era sobre la alquimia,
pero también sobre la fertilidad. No hay final, por lo que yo puedo ver, en
aquello que hago. Los tiempos y las circunstancias cambian, pero, como alguien
que ha viajado toda su vida, he aprendido a adaptarme a esas cosas.
K.- Se ha hablado mucho
de tus tiempos de chaval en Rusia y se te ha retratado como un vagabundo, yendo
de ciudad en ciudad. ¿Aún vives así?. Qué te trajo ese tipo de vida y como
influyó en tus letras y tu modo de componer?
K.F.- Ese estilo de
vida me trajo la música que hago. Hoy, tengo una mujer y un hijo. Pero eso
también es nuevo para mí. No puedo predecir qué traerá el futuro, pero seguro
que habrá movimiento. Mi mujer también tiene un corazón aventurero y ha estado
en unos cuantos sitios por su cuenta.
Creo que debería ser
obvio como en el pasado ese tipo de vida me llevó hasta las grabaciones caseras
de baja fidelidad. Y creo que la gente que escuche lo que estamos haciendo
ahora como banda podrá oír el hecho de que ahora tengo una vida más estable. Tengo
una banda a tiempo completo. Grabamos en un estudio. Puedo permitírmelo ya que
permanezco en un lugar el tiempo suficiente para ahorrar algo de dinero de mi
trabajo. Pink Reason lo consigue de la manera que pueda. Por cualquier medio
necesario, pero también por cualquier medio que esté a nuestro alcance
económico.
K.- El DIY (siglas de
Do It Yourself, hazlo tu mismo. N. del T.) suele ser dibujado como una elección
política, pero a menudo parece más un método de trabajo inevitable. ¿Te
gustaría tener mejor equipo y más dinero para grabar libremente?
K.F.- Desde luego.
Especialmente ahora que estoy relativamente estable y de algún modo fijo por un
tiempo. Es más fácil tener un buen equipo cuando no tienes que preocuparte de
cómo lo vas a meter en tu mochila. No me
importa mucho el fetichismo “lo-fi”. Venimos de la pobreza, y es por ello que
hemos grabado “lo-fi” en el pasado. Siempre habrá idiotas viviendo “a lo pobre”.
Son buitres de la cultura, que les den.
K.- Consideras que tu
música está cerca de la técnica de collage? ¿Cómo construyes las canciones y
cuál es la importancia de los accidentes en el proceso?
K.F.- Es siempre
diferente. A veces son como collages, fijo. A veces es solo la típica
construcción rock. Trato de no quedarme estancado en ningún modo particular de
hacer ninguna cosa. Hay elementos de improvisación incluidos en lo que hace la
banda, y los “accidentes” son bienvenidos a veces, pero soy muy critico con mi
trabajo y el de los músicos con los que toco. Intento no dirigir demasiado a la
gente con la que trabajo, pero sino estoy contento con como interpretan, no
trabajaré con ellos.
K.- ¿Consideras que tu
música es urbana, que la ciudad, como concepto, tiene una importancia en ella?
K.F.- A veces. Viví en
Brooklyn durante cuatro años mientras tocaba con Pink Reason. Mientras estaba
allí, el sonido de la banda estaba ciertamente influido por la ciudad misma.
Las experiencias y emociones sobre los que canto, sin embargo, no se limitan a
“la ciudad” y la banda se formó en la comunidad, bastante rural, de Superior,
Wisconsin, en la punta más al norte de aquel estado. Mucho del trabajo
primerizo de la banda se hizo en una granja lejos de cualquier cosa que se
pareciese a una ciudad, en el norte de Wisconsin. La verdad sea dicha,
preferiría vivir en el campo, aunque hay también sin duda muchas ventajas en
vivir en una ciudad.
K.- ¿Cuál es la
importancia de la repetición en tu música?
K.F.- A veces tiene un
papel muy importante. Especialmente al principio de la carrera de la banda yo
estaba haciendo intencionadamente música que fuese hipnótica. En este momento
diría que es menos importante, aunque mucha música utiliza la repetición. Los
ritmos, los riffs y los estribillos se repiten a través de la música que está
basada en el rock. Hay una fina línea entre
algo que te succiona a través de la repetición hipnótica y algo que simplemente
es aburrido. Supongo que el lugar en el que esa línea se encuentra para ti
depende de si te gustan o no las drogas.
K.- Aunque tu música y
la suya son diferentes, el nivel de caos de Pink Reason me record a Royal Trux,
una banda que me encanta. Con bandas así siempre me pregunto a mí mismo… ¿qué
parte de ese caos está bajo control?
K.F.- Supongo que
depende de cuando lo preguntes. Intento trabajar con gente que entiende lo que
es de buen gusto y lo que no, para no tener que trazarles límites, sean sonoros
o de comportamiento. Me gustaría pensar que hemos ganado más control con el
paso del tiempo. La primera vez que Pink
Reason tocamos con la formación actual, yo acabé sangrando hasta quedar
inconsciente mientras aullaba una oración para la audiencia. En aquel punto,
tenía poco control del caos.
K.- ¿Qué tipo de gente
va a tus conciertos?
K.F.- De todo, desde jóvenes
y hermosas mujeres hasta viejos gordos. Tenemos estudiantes, yonquis,
coleccionistas de discos. Algunos abogados, algunos criminales. Algunos
maderos. Sí, hay al menos un par de maderos que son fans y vienen a todos
nuestros espectáculos cuando venimos al pueblo. Uno de mis fans en la ciudad en
la que vivo ahora apuñaló a alguien hace poco. Conocí a mi mujer en un bolo al que
la había traído por la fuerza un tipo que está metido en la brujería… También varía
de ciudad a ciudad: a veces son punks crust, otras, indie rockers. Supongo que
la distinta gente le gustarán cosas distintas de la banda, pero no creo que
tengas que ser un tipo concreto de persona para apreciar las canciones.
K.- ¿Cuál es la
formación actual?
K.F.- Yo toco la
guitarra y canto. Matt toca la guitarra solista, él es el líder de Psychedelic
Horseshit, también. Nuestro bajista, Shawn, estaba originalmente en TV Ghost y
nuestro batería, Rich, ha tocado la bataca con Horseshit y Eat Skull y es
también humorista.
K.- La primera vez que
escuché “Sixteen years” me quedé alucinado. Para mí, esa canción es como un
violento y moderno punto medio en un triángulo formado por el Lou Reed más
experimental, el trabajo en solitario de Michael Gira y, quizá, los Joy
Division… ¿te interesan esos artistas?
K.F.- Todos esos
artistas fueron influyentes para mí al final de mi adolescencia. Todavía me gustan
bastante todos ellos, aunque ya no escucho nada de ese material regularmente,
excepto quizá a la Velvet, sobre todo el material en directo. No hay ninguna gran
influencia que pueda definir el sonido de Pink Reason. Tomo mis influencias de
todos lados, siempre están cambiando. Últimamente me he sentido influido por
bandas como Hanoi Rocks, los primeros Skrewdriver, los Pagans/Dead Boys y otras
bandas de Rock&Roll crudo.
K.- Has girado por
Chile, que no parece un país habitual par alas bandas independientes
americanas. ¿Podrías hablarme de la experiencia y la escena de allí?
K.F.- Fue una
experiencia preciosa. La escena allí abajo es ¡totalmente psicodélica! Muy
buena gente trabajando junta para construir algo chulo. Los conciertos fueron
todos en bares o espacios que llevaba gente de la escena. Tipos de distintas
bandas se unían y alquilaban un apartamento que era usado como estudio y local
de ensayo, con camas para que de vez en cuando alguien sobara y una sala de
estar para las fiestas. Fue genial, aunque estoy seguro de que también hay
dificultades. Una cosa que realmente me impresionó es que la escena abarcaba
generaciones y disciplinas. Había artistas, hooligans futboleros, skaters, y en
las fiestas y los bolos te podías encontrar a alguien como Hugo, que diría que
andaba por los sesenta y pico y era la principal fuente de rock psicodélico en Chile, había abierto la
primera tienda de skate del país y era un absoluto hedonista y un hombre
salvaje… y lo podías encontrar conversando con Nico, de Vapourboat, una de las
bandas más interesantes de Santiago, y que sólo tenía quince años. Creo que la
juventud allí, al menos los que yo conocí, valoran grandemente todo lo que
tienen, porque los miembros más viejos de la escena pueden recordarles, y lo
hacen, con su música y su arte, que las cosas no siempre fueron así. Échale un
vistazo a Especial 35 (http://www.especial35.net/)
para investigar más a fondo y busca los discos en Pasta Base Records.
K.- ¿Puedes vivir de la
música?K.F.- No, tengo familia y la banda no hace dinero suficiente ni siquiera para arreglar nuestro equipo a menos que ahorremos todo lo que sacamos durante al menos un año. Es vagamente autosuficiente.
K.- ¿Qué significa para
ti la palabra “punk” hoy en día?
K.F.- Hay una cita
famosa de un juez del tribunal supremo sobre “la obscenidad” en la que dice “la
conozco cuando la veo”, y yo siento lo mismo con respecto al punk. Es más que
un estilo de música, es una actitud, es un estilo de vida. Te puedo decir unas
pocas cosas que no son punk. Venderle tu música a una marca de coches no es muy
punk. Conozco a punks que han hecho esto, y son sin duda punks, además de gente
excelente, pero hacer eso no es punk en absoluto. Trabajar para una compañía de seguros es otra cosa que no es punk. No
me importa que tu única otra opción sea ser un homeless. Lo he probado y no es
tan malo. Ciertamente, es mejor que trabajar para una compañía de seguros.
K.- ¿Qué hay después de
la muerte?
K.F.-Sólo hay una
manera de descubrirlo.
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