(Reseña publicada originalmente en la revista Karate Press)
Ded Routines son un excelente duo de rock&roll
de A Guarda (Galicia) -trío cuando las circunstancias lo permiten- formado por
Ivan (voces, guitarra, batería en este caso) y María (voces, bajo). Decía
yo hace poco que eran también, a la espera de un disco en condiciones, el
secreto mejor guardado de la Galicia subterránea. Un par de días después este
“Fountain Ghosts” colgaba ya en su bandcamp para solucionar (hipotéticamente)
el asunto y darme la razón. Cuando uno ha visto a los Routines un
par de veces en directo, podría trazar sus coordenadas dibujando un triángulo
que tuviese como vértices a Scientists, Dead Moon y Rowland S. Howard, por
ejemplo. Es pues una sorpresa relativa –pero también refrescante- encontrarse
con un disco, grabado en casa, que cambia tan arisco triángulo por otro donde
estarían en cambio los Big Star crepusculares, el Neil Young más sólido y esa
costa oeste luminosa y amablemente psicodélica de los Beachwood Sparks de hace
15 años.
A los de Chilton se los palpa en “Rose & Thyme” o en
“The Chirping”; en esa cualidad vocal de lamento deshilachado (y en un lejano
aroma a Beatles, casi oculto aquí, que se colaba a través de ellos en la
tradición americana). Tienen los Routines, también, aquellos deliciosos
recesos a mitad de canción que parecen no ir a ninguna parte ni pretenderlo; la
aparente indecisión sobre si encabritarse o dormir que hacía atípico el
discurso de los americanos, concediendo a sus temas una extraña cualidad de
caballo narcotizado que aquí se evoca con maestría.
Por su parte, “Like Anyone Else” o “Long Legs the
Light” son reminiscentes de los citados Beachwood Sparks, y quizá de
Vetiver y otros renovadores del rollo costa oeste. Aunque quizá los autores ni siquiera conozcan a tales bandas, comparten con ellos un rock
brioso y trotón con pespuntes ácidos, alienadamente optimista. No parecen
los Routines, sin embargo, tan obsesionados con el estribillo perfecto. De hecho no es este un disco de estribillos, ni falta que le
hace. El Neil Young eléctrico de medios tiempos obstinados y poderosos, por su
parte, asoma la patita distorsionada en los ocho minutos de la excelente aunque
derivativa “The Telescope” que se remansan finalmente en la orilla con la
hermosa y simple “To the Garden”, que cierra.
La planicie australiana, el portland punk y lo-fi y los
pálidos fantasmas del riff berlinés han desaparecido, pues, pero me informan de
que reaparecerán en otro disco “más salvaje” que ya está grabado. Si todas las
grandes bandas son más de una banda, sin dejar de ser ellas mismas, estos
“fantasmas” en forma de canción son una musgosa y perfecta puerta de entrada a
la cara más delicada y menos tremendista de Ded Routines. //F.G.L.
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