Esta entrevista con Javier Corcobado fue realizada hace dos o tres años para la revista Ruta 66, con motivo de su disco de entonces, "Fotografiando al Corazón" (DRO East-West). El Ruta, por arcanas razones, no llegó a publicarla, y yo me la encuentro entre mis papeles de vez en cuando, así que ahí va. Javier tiene ya un disco nuevo, "Editor de sueños" (Astro), pero creo que la mayor parte de las reflexiones del texto siguen siendo válidas para esta etapa. A disfrutar, pequeños.
Has estado varios años fuera de circulación y has grabado el nuevo disco en México. ¿Cómo ha sido? ¿Hay alguna influencia de la música mexicana?
Había estado haciendo discos casi cada año desde el 85. Decidí parar en el 98. Hice una minigira de la que prácticamente no se enteró nadie, y casi mejor ,y decidí descansar, porque lo necesitaba. Desconecté de todo el huracán de la música. Estuve dos años en La Coruña y en 2001 sentí la necesidad de volver a componer y a grabar, y a interpretar, porque a mi me encanta subirme a un escenario, y eso me llevó a México. Desde 92 había estado yendo cada año y en el 95 me quise ir allí a vivir y a grabar un disco allí por que me gusta mucho la ciudad, pero no pude, porque acababa de salir “Arcoiris de Lágrimas”. Ahora por fin he cumplido mi sueño. México D.F. es maravilloso pero es un infierno también. Antes todavía me gustaba más porque seguía enamorado del caos tan tremendo que es, pero te acaba agotando. Yo ya he tenido mi sobredosis de ciudad, ahora ya no vivo en México ni en Madrid.En mi nuevo disco la influencia de la música mexicana se nota de manera subliminal. Es difícil descubrirla pero la hay.
Sin embargo finalmente no has publicado el disco allí, como era tu intención...
Estaba muy jodido, la piratería allí es de un 70%. Las discográficas de nos trataron muy bien, nos conocían, porque en México Tenemos bastante público, escuchaban la demo y decían ¡si esto es buenísimo!, la ponían a todo volumen, la escuchaban entera... pero todos lloraban por la piratería y entonces decidí venirme para aquí. Alfonso de DRO fue el que me grabó el primer disco de Mar Otra Vez, el primero que confíó en nosotros, y nos entendemos bien.
¿Es “Fotografiando al corazón” tu disco más optimista, menos tremendista?
Yo curiosamente siempre he sido una persona optimista, y aunque haya hablado muchísimo de la tristeza, y hace años me haya regodeado en ella, revolcado en ella, creo que siempre he mantenido el optimismo, porque si no no hubiera seguido viviendo ni grabando discos ni nada. Si tuviera que emplear un adjetivo -aunque pueda sonar vanidoso, pero es que es la puta verdad- es el de sincero. Aquí hay una de las canciones más sinceras que he escrito en mi vida sobre mis sentimientos, “Temblando”. Y optimista también, como todos mis discos... aunque haya gente que no se lo crea.
Las críticas suelen centrarse en los puntos en común, pero a mi me parece que has cambiado muchísimo desde tus primeros discos como Corcobado hasta ahora. ¿Cómo ha sido el proceso?
El cambio se ha ido produciendo paulatinamente, yo no veo un cambio radical. En la manera de cantar, de verdad que intento cantar cada vez mejor, pero no soy un ortodoxo…yo se que mi voz en el estado más grave es bastante aburrida para la gente, pero ya lo tengo asumido casi desde “Tormenta de Tormento”. En cuanto al método de componer no he cambiado, sigo utilizando todos los medios que están a mi alcance. En general no cojo la guitarra y me pongo a tocar hasta que me sale una cosa muy estupenda. Y no compongo así por minusvalía como instrumentista... yo me tuve que inventar una guitarra para no tener que dar poner acordes (risas). La música está en mi cabeza, las canciones me las imagino, y lo jodido es sacarlas después, porque tu tienes unas imágenes sonoras increíbles, y cuando las traes a la realidad siempre se depauperan, se desvirtúan. Siempre. Constantemente experimento y pruebo cosas, a partir de ruidos compongo muchísimo: Solía coger un Fostex X 26, un cuatro pistas, y grababa todo tipo de ruidos, sobre los ruidos mas tremendos que lograba tarareaba dulces melodías y eso me llevaba a un ritmo, y a partir de ahí surgían canciones. Sin embargo también uso el método tradicional a veces. Doy un La Mayor y me sale de pronto una letra. Un ejemplo es “Secuestraré al amor”. Un ejemplo del otro método es “Todo se rompe”, que está hecha a partir de una suma de timbres y ruidos que se van superponiendo, que van creciendo, que se van debilitando hasta que de repente llega el silencio, que para mi es a veces el ruido más doloroso; no el más ensordecedor, pero el más doloroso. El cambio fundamental es que he intentado hacer canciones más rotundas, menos dispersas, y en las letras he perdido un poco la intención poética global dedicándome más a intentar hacer canciones clásicas de siempre, que perduren en el tiempo. A mi lo que más me motiva en la música es la perfecta comunión entre ruido y melodía. Y, últimamente, hablar de sentimientos sinceros y de la realidad. Estoy hablando más de la realidad que nunca.
También hay una mayor preocupación por el acabado técnico...
No creo. Cuando estaba con Mar otra vez grabamos el primer disco en un mini estudio que era del bajista de Lola Flores, una habitación pequeñísima, y empezamos a hacer experimentos y metimos hasta ultrasonidos. Los tíos se llevaban las manos a la cabeza, pero se divertían mucho con nosotros. Tenían grabadoras de cintas de 16 pistas, luego pasas a 24… Sencillamenta, tienes que utilizar los medios tecnológicos a tu alcance y de tu época para grabar tus canciones. El retro y el revival siempre están de moda, pero yo no soy muy retro en cuestiones tecnológicas, exceptuando algunos aparatos y sintetizadores, y algunas guitarras antiguas. Me gustan más los aparatos e instrumentos antiguos que los métodos de grabación antiguos, y eso que son maravillosos, como en los discos de Jazz de los años cuarenta y los primeros del rock&roll, con todo el mundo tocando alrededor de un micrófono, micros rusos buenísimos que lo registraban todo. Y los músicos eran muy buenos, cada vez que tenían que hacer un solo se acercaban al micro, hacían el solo, se retiraban…¡pero es que eso en su momento era alta tecnología! Se confunde un poco el rollo tecnológico con el rollo moderno ¡Hay tanta música electrónica mal entendida! Y ojo que no estoy en contra de la electrónica, a mi me encantan Pierre Henry, Silver Apples, Suicide, que es mi grupo favorito.. pero si los estudios se renuevan y hay nuevos aparatos, creo que hay que usarlos.
¿No perjudica tanta tecnología a la calidad de los músicos?
Si. Es el segundo disco que grabo directamente a un programa de ordenador, y me he dado cuenta de que los avances tecnológicos de grabación hacen a los músicos peores, mucho más vagos y autocomplacientes, porque saben que si se equivocan, aunque metan la pata de la manera mas atroz, lo puedes corregir… antes no había mas cojones que grabarlo bien. Y se tarda más en grabar un disco, al menos yo lo he experimentado así. ¿Qué es lo bueno de todo esto? Que el resultado final para el que el artista, el que urde el disco y lo tiene en su cabeza, es mucho mejor. Te puedes acercar más a la imagen sonora mental de la canción de la que hablábamos antes.
Aunque es cierto que ahora, como con el punk, cualquiera puede hacerse su disco...
Yo siempre he sido un fanatico de la música disco. Ahora hay miles y miles de personas haciendo música de baile electrónica en sus ordenadores, y cuando la escucho me gusta, pero, joder, es una pena que siempre se trabaje sobre el cuatro por cuatro. ¡Si hay mas compases, hombre! Haz un vals disco, o un vals trance, o como cojones lo quieras llamar... Yo creo que a la gente le superan los aparatos, y un aparato no te puede superar. A un aparato lo tienes que conocer, hacerte amigo de el . Tienes que utilizarlo y si lo logras estás haciendo música, sino el aparato juega contigo, y juega muchísimo, ¿eh?
¿Se nota una diferencia muy grande entre el público mexicano y el de aquí?
Si, allí se toman las letras mucho más a pecho que aquí. En España y en Europa en general se ha perdido bastante el gusto por la literatura de las canciones, o mejor dicho por la poesía de las canciones y se le pone mas atención a la música. En México entienden todavía la canción, como algo muy fuerte con lo cual expresarse. De hecho en los conciertos allí todo el público está cantando y gritando las letras y la música pasa un poco a un segundo plano. En Europa el público es más crítico y menos apasionad, o al menos si no son críticos van de críticos (risas). No se, a mi me gustan los dos aspectos, los dos mundos tienen su punto.
Incluso en España todo parece ir en esa dirección europea...
Si, pero desde que yo llevo en esto en España he visto todo tipo de público. Cuando empezamos en los ochenta había mucho nov también, casi tenías la sensación de que estaban esperando a que te equivocases para poder comentárselo al de al lado: “Mira, se han equivocado”. Eso, que van de críticos sin que alguien les haya otorgado el poder de serlo, o el don de serlo, o la capacidad de serlo. Pero bueno, tío, son gente que paga una entrada para ir a verte, y eso ya merece un gran respeto. No voy a ponerme en plan folclórica, “yo me debo a mi público y nosequé y nosecuantos...”, pero yo lo respeto mucho, y eso que muchas veces me insultan… bueno, ahora ya menos, pero me insultaban, y yo pensaba: “¿Por qué está este tío tan violento conmigo si ha pagado su entrada para venir a verme? ¿Por qué no está disfrutando? ¿Qué quiere que haga?” (risas)
Sigues tocando palos tradicionales y alejados del rock al uso...
Yo tiendo mucho a rememorar y a extraer cosas del subconsciente de la niñez. Muchas melodías me vienen de la niñez, son melodías escuchadas… En mi familia no hay antecedentes de interpretes o compositores, pero a mi abuela le gustaba mucho la música y era la que me llevaba a todos los espectáculos, al cine, me enseñaba canciones... El primer recuerdo musical que tengo es escuchar “Poupee...” de France Gale sentado en las piernas de mi abuela viendo el Eurofestival del 65. Se me quedó grabada y la he ido arrastrando hasta que la he hecho, porque creo que tenía una deuda con la música pop. Siempre que ponía esa canción, aunque estuviera en un estado de abatimiento total, me levantaba el ánimo Y en homenaje a Gainsbourg, también, que es uno de los mejores artistas de la historia del pop.Los boleros también me vienen de la niñez. Mi madre ponía la radio y escuchaba muchísimos boleros, Antonio Machín, Lucho Gatica, Olga Guillot. Lo que pasa es que el bolero es un espacio bastante limitado, yo creo que está agotado. Yo hice dos volúmenes y ya está. Una cosa totalmente repugnante de estos artistas comerciales, como Luis Miguel, es que cada vez que no saben que hacer, ¡venga, el disco de boleros! A cascarla por ahí, hombre... Y lo de música brasileña es raro, porque es como una especie de cosa física. Al escucharla me mueve algo. Yo creo que debo tener antepasados portugueses (el apellido Corcovado es el de mi madre) Siempre me ha gustado mucho, cantar con esa falta de ganas… con ese punto de desgana total, como si estuvieses cantando justo antes de irte a dormir… Aunque no he investigado el árbol genealógico, tampoco me interesa. Durante mi carrera he grabado “Corcovado”, de Jose carlos Jobim “Un minuto y medio”, que fue la que le hizo a Joao Gilberto y que grabamos prácticamente igual y con todo el respeto del mundo, pero sin la orquesta.. “A pelo”, de Budden Powell y Vinicius de Moraes. Pero la que más ganas tenía de hacer es “Negue”, que está en el disco nuevo y que no es estrictamente una bossanova. La versión original de María Betania es una especie de mezcla de samba lenta y bolero con algunos toques de jazz. Me ponía la carne de gallina y siempre me decía a mi mismo “Tengo que grabarla”.
Bueno, es España quien más y quien menos está marcado por esos géneros tradicionales, ¿no? Mi madre siempre cantaba rancheras y mi padre tangos...
Pues menos mal que lo has dicho, porque las rancheras y los tangos son otros dos géneros que me privan…Yo no tengo palabras para expresar la grandeza de Carlos Gardel. Y en las rancheras, amo profundamente la manera de hacer canciones que tenía José Alfredo Jiménez. Es algo increíble. En México me habló de él gente que lo había conocido, y era un tipo que generaba cinco o seis canciones al día: Se iba a la cantina y las escribía en papeles, apuntaba las notas, y las regalaba… Y también hay intérpretes geniales, como Javier Solís…
¿Había en esos generos una comución literario musical que tu intentas buscar?
Estaba muy conectadas las dos cosas. Hombre, ha habido muchos revolucionarios del tango, Piázzola, pero en las épocas de Gardel, años 20, años 30, la estructura del tango era siempre la misma, no había excesivos adornos y cambios musicales. Eran cuatro reglas que se cumplían y lo importante era la letra, la historia que se contaba. En los boleros es igual. A mi me gustan las letras de amor tremendista de los boleros, letras que son una salvajada, de odio, de venganza, de resentimiento. Eso me atraía, porque en el fondo yo no soy capaz de escribir una canción tan fuerte y tan directa de odio: “Te odio tanto que yo misma me espanto de tanto odiar”, como decía Olga Guillot.. Las historias superan a la música, si. Ese gusto por la historia si se mantiene en México.
Queda poca gente en el rock que cuente historias bien, Nick Cave, Leonard Cohen...
Si, yademásCohen es un buen ejemplo de adaptación, lo que decíamos de la tecnología: “First we take Manhattan” suena natural. A mi lo que me gusta es eso, que utilices los medios que tengas que utilizar y que suenen naturales, no como un disfraz. Para mi, por ejemplo es muy importante la imagen de un artista o de un grupo. Yo pago mi entrada, voy al concierto y si no conozco al grupo, lo primero que me hace pensar es la pinta que tienen. Cuando detecto que van disfrazadoa, ¡Bufff! Hay gente que puede llevar unas cosas disparatadas, por ejemplo Alan Vega, desde el 86, que ya tiene un barrigón enorme, y salía con una cinta en el pelo horrorosa y una cazadora con tachuelas horrible, y no parecía un disfraz, era natural. En cambio ves a otros con una chupa de cuero y dices, “este tío se ha disfrazado de rockero”.
Luego está el rollo “indie” que pretendía pasar de la estética y ha degenerado en el más esteticista de todos...
Si, van disfrazados de gente normal (risas)
Siempre has aceptado tener influencias de la No Wave neoyorquina. ¿Sigue siendo así?
Sigo conservando esa esencia. Fue con lo que más me identifiqué. Con Mar Otra Vez estábamos haciendo una música muy distinta a la que escuchábamos, porque no sabíamos tocar bien pero no hacíamos punk –aunque a mi me fascinó y me dio un impulso el punk-. Entonces por esa época, a mediados de los ochenta, empezamos a conocer a grupos neoyorquinos como los Contortions, DNA, etc y dijimos :“Hostia, pues estamos cerca de ellos. ¡Coño!, que bien que haya más gente en el mundo haciendo algo así”. Yo no quiero decir que fuéramos tan buenos como ellos, pero teníamos una intención parecida. Me marcó bastante a la hora de componer y sobre todo de arreglar canciones. Y lo conservo. Se que lo conservo porque lo he hecho en este disco, en algunos momentos de “Negue”, por ejemplo. Eso nunca lo perderé…espero (risas).
¿Hay algún grupo español al que sigas o te haya sorprendido. Yo siempre he visto una cierta relación entre tu rollo y el de Fernando Alfaro (Chuch, Surfin´Bichos)
El último grupo que me dijo no algo, sino muchas cosas, porque escriben frases maravillosas con su música, sus sonidos, sus estructuras, son Manta Ray. Asparte son uno de los pocos grupos españoles sólidos que he visto en directo. Tienen sus carencias y sus cosas, pero instrumentalmente son de los más fascinantes de los últimos años, y he tenido la suerte de tocar con ellos en un disco y una gira llena de experiencias de lo mas peculiares y divertidas. Y aparte son amigos, al final nos hicimos amigos todos. Si, respeto mucho a Manta Ray. A los surfin´Bichos no los he oido en profundidad nunca, aunque siempre me han hablado muy bien de ellos. Al citarlos me has recordado a los Bichos, donde estaba Josetxo Ezponda, que es una pena que esté un poco en el anonimato, porque es el tipo mas glam y mas rockanrolero que conozco en España. Es muy buen amigo y creo que tiene mucho talento. Y sabe hacer ruido con la guitarra, ¿eh?
¿Se ha fijado la prensa más en la leyenda de maldito que te rodea que en tu arte?
Si, en muchísimos casos. Yo creo que la gente ha escrito sobre mi de manera recurrente o por encargo, y no ha profundizado mucho en la música. Hay volando por ahí una serie de conceptos sobre mi -o había, me alegro de que ya no vuelen tanto- y si, claro, se han dedicado más al amarillismo de la prensa musical, que hay muchísmo, en lugar de a la música, que realmente es lo importante, joder. En todo esto lo realmente importante son las canciones y la música, y las sensaciones que transmitan esas canciones a la gente. Lo que puedan ayudar a cierta gente.
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