martes, enero 28, 2014

JAZZ Y ABRIGOS DE VISÓN




“El jazz es como las perlas o los abrigos de visón: debería estar prohibido a los menores de cincuenta años” (anónimo contemporáneo)
 
Si todo depende de la enumeración, cualquier cosa es posible y nada es verdad. Y por tanto, todo es mentira. Por eso un coleccionista de discos y un crítico musical son cosas distintas. El primero tiene la ventaja de poder vivir en opiáceos mundos perfectos. El segundo la condena de tener que cantar medias verdades, porque sabe que ninguna es redonda. Verdades investigadas, dudosas, luminosas a veces, en el mejor de los casos, porque alumbran parcialmente caminos que están por recorrer y desvelan preguntas quizá obvias pero aun poco enunciadas. El primero, por supuesto, odia al segundo casi tanto como el segundo desprecia al primero, aunque, curiosamente, a ojos del neófito, ambas figuras pueden confundirse con cierta facilidad. Distingámoslas, pues. El coleccionista de discos que escribe raramente habla mal de nada: su misión es el panegírico de aquello que, una de dos, o le fascina, o le permite una coartada vital/intelectual (a veces ambas cosas). El segundo, en cambio, si es exigente con su trabajo, tiene a menudo que ajustar las tuercas y apuntar que el rey está desnudo o que al oyente se le está haciendo comulgar con ruedas de molino. El primero recibe las palmaditas en la espalda y las sonrisas de aquellos fieles que ya estaban previamente convertidos, y es integrado socialmente sin mayor problema. El segundo recoge los ánimos de unos pocos (muy pocos) y los insultos de quienes lo ven como un mocoso indecente que, subido al pedestal de los ídolos intocables proclama lo obvio: que están hechos de simple piedra, o de plástico, y que si su factura es impecable, su alma y su vida –y por ende la de aquel que los adora- dejaron hace tiempo de estar allí.
Además, el coleccionista depende de esa enumeración de la que hablamos y es altamente susceptible a cualquier crítica certera. Si tú, por ejemplo, argumentas que el jazz fue una música viva y arriesgada como pocas y que ha devenido un bodrio soporífero para abueletes, como yo hice recientemente en ESTA ENTREVISTA para el excelente blog de David Bizarro, en seguida el individuo, indignado, saca un papel y esgrime sus credenciales en tu cara en forma de lista sacrosanta: “Escuchen a Cecil Taylor, Sun Ra, Steve Lacy, Anthony Braxton, AACM, Derek Bailey, Bill Dixon, Julius Hemphill, David Murray,Tim Berne, John Zorn, Ken Vandermark, Mathew Shipp, Marylin Crispell, Evan Parker,Peter Broztman y centenares de músicos extraordinarios y dejen de pontificar sobre lo que no saben......mucho bizarro de medio pelo". Así lo dice en los comentarios de la citada entrevista un tal Javier Díaz López. Bien. Ignoro lo que Javier sabe o no sabe, y no lo puedo deducir de una lista airada. La falta de argumentación y el insulto –por suave que sea- sí me permiten, sin embargo, discernir una parte del personaje.
Yo podría hacer una lista que demostrase que el jazz está vivo, sí. Y otra que demostrase que está muerto. Yo podría hacer una lista que demostrase que el rock es revolucionario y otra que dejase claro lo contrario, que es una fuerza reaccionaria de primer orden comprada por el sistema. Luego, queda claro que se necesitan indagaciones más profundas, reflexión y relación. Y eso es lo que falta, demasiado a menudo, en la crítica. Menos archiveros, más pensamiento.
Con más prudencia y elegancia que Javier, argumentando, yendo por esa senda de investigación –pero al hilo de lo mismo-, Yahvé M. de la Cavada, periodista, se refiere en SU BLOG –también en El País- al mismo asunto, acusando mi visión del “jazz del siglo XXI” de cortedad de miras y simplificación extrema. Entendiendo el contexto de una entrevista hecha en persona como algo frágil que requiere de la complicidad del lector para distinguir contextos y sobreentendidos, quizá Yahvé, releyendo, comprenda que, como le apunta pertinentemente el mismo David Bizarro, un periodista a prueba de bomba, por lo que a mí respecta: “a lo que se refería Boullosa en la entrevista es a cierto tipo de jazz y, sobre todo, de oyente. No pasemos por alto sus reflexiones sobre la música entendida como coartada intelectual y rango de estatus “. En efecto, es principalmente desde ese prisma desde el que mi argumento es comprensible y defendible (incluso incluyendo todos estos nombres que vomitan los ofendidos): existe una burguesía medio pija –sobre todo por su uso del gusto como elemento de distinción más que de placer o enriquecimiento personal- compuesta por elementos a los que les gusta tener el último (o el primer) nombre en la boca siempre para demostrar lo “cool” que son, lo diferentes, lo MEJORES QUE TÚ, lo deseables. Es decir, un grupo de gente de tamaño no despreciable que emplea la música (y al cabo cualquier arte) como coartada intelectual. Para levantar esa coartada las que mejor sirven son las músicas de calidad, de cierto sesgo experimental pero que no te obliguen a esfuerzos físicos, extrañas, para  no ser consumo común, pero que no molesten demasiado si estás echando un polvo en el sofá con la mujer fatal de turno a la que crees haber encandilado con tu gloria de beatnick del futuro. A veces, y ese es el problema real, toda esa frivolidad termina afectando a la música misma. Quien te consume es, en parte, quien tú eres... Y desde ese punto de vista, lo que es entendido hoy de manera “general y popular” como jazz, es en una enorme parte carne de snob. También Tom Waits, por poner un ejemplo. O Nick Cave, por poner otro. Con la diferencia de que Tom Waits o Nick Cave también valen para poner patas arriba una casa, una cama o un bar (doy fe), y de que eso, si aplicamos ese punto de vista “desde el oyente” los redime y los protege de ser definitivamente carne muerta. Poner patas arriba las cosas es importante.
Por otro lado, y aplicando un criterio puramente empírico y personal, apenas ninguno de los conciertos de jazz en los que he estado en mis últimos veinte años en Madrid me movieron un pelo, internamente. Parte de la culpa será mía, supongo; otra parte, me imagino, de los músicos, que demasiado a menudo confunden la diversión propia con la calidad de la obra. Hay que conseguir la diversión mutua, y la comunicación. Sólo después podremos empezar a pensar si algo es bueno o no, lo cual nos meterá en esa discusión complicadísima en la que los críticos chapotean desde siempre. Porque hay dos preguntas casi irresolubles. La del crítico que se inquiere “¿Qué es bueno?”  y la del escritor que se dice a sí mismo “¿Para quién escribo?” Ambas se suelen solucionar, cuando uno ya no puede más, de la misma manera infantil. “Es bueno lo que digo yo”. “Escribo para mí”. Infantil, aunque no del todo incierta.
Pero me desvío.
Podría parecer que en toda esta argumentación echo en parte la culpa al público. Y es verdad, se la echo. ¿Puede ser el público culpable? Creo que la respuesta es “sí, aunque nunca en exclusiva”. Hasta el iracundo hombre sesudo que me agita en la cara sus listas de próceres y me escupe insultos es sólo culpable con atenuantes. Y sin embargo, pienso que el tema no es inocuo. Los mitos existen, y algunos están más que bien cimentados, y algunos están hasta vivos y tienen su razón de ser; en parte porque nos nutren y nos permiten caminar y construir nuestro propio armazón, definir nuestra personalidad, ser hombres. Sin embargo el mito inamovible, sobre el que no se puede discutir, es la rémora que acaba con modos creativos que de otro modo estarían perfectamente activos. El Rock&Roll, por salirnos del jazz un momento, es un buen ejemplo. Que la gente salte cabreadísima cuando uno dice obviedades como que Bruce Springsteen no ha grabado un gran disco desde hace más de treinta años, dios me perdone, demuestra que lo que quiere esa gente no son grandes discos, vida, experiencia, emoción, riesgo o autoanálisis. Ni siquiera diversión. Sólo quieren que se les venda una y otra vez un soma, un sucedáneo de aquello con lo que fueron felices cuando eran jóvenes y gloriosos y aún se les levantaba. Es decir, antes de adocenarse y ser unos señorones, que es lo que cualquier coleccionista y cualquier mitómano ciego es por definición.
Me gusta el Rock&Roll (el que no está anclado a tales servidumbres) por su carácter inevitable de cruce de caminos (el jazz lo fue, ¿lo sigue siendo?), aunque ahora para encontrar ese cruce haya que bajar hasta las catacumbas y no todos tengan el temple, el tiempo o las ganas de hacerlo. Y me gusta porque en sus mejores casos invalida al snob, y por tanto a la parte snob del coleccionista. Como apunta un lector en el texto de Yahvé (M. de la Cavada, no el otro), “el primer error es identificar como jazz toda música improvisada, o peor aun, creer que el jazz es el inventor de la misma”. La improvisación existió antes y existe después, supongo yo, y no es ajena en absoluto al Rock&Roll en sus vertientes más experimentales. Cita Bizarro, dándole una vuelta en círculo al listo de las listas a los Lightning Bolt, que son un buen ejemplo de banda a contrapelo,  proveniente del rock, cercana a lo “free” y que guarda intactas las virtudes de ambos mundos viviendo gloriosamente en tierra de nadie. No me extenderé sobre ellos, porque creo que lo correcto es que los busquen ustedes, pero sí diré que, como MUCHOS otros, demuestran que la vida bulle en los subterráneos y que sólo es cuestión de ir a por ella, si se desea.
El oficio de cantar alabanzas es fácil, y apenas oficio; más bien un ejercicio de esbirro (de otros o de uno mismo). El oficio de guiar, reflexionar y plantear preguntas, en cambio, es digno. Eso es lo que hace Yahvé, creo, por mucho que me duela que hable de mi “adecuado grado de desconocimiento sobre el género”.  Y eso es lo que hace David Bizarro. Y eso es lo que hago yo. Cualquier belicosidad injustificada contra ello define a quien la ejerce, no a nosotros. Ladran, luego cabalgamos.
Entendida “socialmente”, querido Yahvé, y desde la visión común, como yo lo hacía en la entrevista, el jazz es en efecto, una música muerta, geriátrica y conformista. Claro que, entendido “socialmente”, el Rock&Roll va camino de ello también, y el pop, y casi todo. Hora pues de dejar la visión coleccionista. Hora de abandonar la coartada intelectual de clase media de ‘mezzopelo’. Hora de reivindicar lo que esté vivo. Yo no dudo de que haya cosas vivísimas en el jazz –que no las haya encontrado puede ser perfectamente culpa mía-, y por ello estoy abierto a que usted me las enseñe, y lo digo sin un asomo de ironía. Aunque le agradecería que, al contrario que algunos generadores de comentarios, aquí y allá, y demasiados periodistas, lo hiciese con explicaciones y cariño, absteniéndose de esas listas de nombres de relumbrón oscuro que aspiran sólo a decir: yo sé, tú no.
Explicar al que no sabe. Comunicar. Eso es lo único que hay.
Lo demás son abrigos de visón.

martes, enero 21, 2014

MAESTROS DE LA CANCIÓN EN PAPEL


Esteban Hernández habla de "El puño y la letra" en el blog de Fernando navarro en El País, LA RUTA NORTEAMERICANA. Mejor libro de 2013 en los subterráneos de Xpaña. Ideal para jóvenes pervertidos con interés por lo que aúllan los señores de los cacharros que hacen ruido. Están a tiempo de hacerse con un ejemplar y cambiar de vida.

lunes, enero 20, 2014

STEADY DIET


Ordenando algunos CDs desperdigados por la habitación me quedo con unos cuantos en la mesa que procede volver a escuchar. Es mi dieta para los siguientes días, no exenta de obras maestras más y menos obvias. Son estos:

Joy Division – Substance

The Original Sins – Self destruct

Thalia Zedek Band – Liars and prayers

Silverfish – Fan

The Mekons – Fear and whiskey

Nova Mob – Nova Mob

Scratch Acid – The greatest gift

Black Flag – Damaged

Corcobado y los chatarreros de sangre y cielo – Tormenta de tormento

Lemonheads – Lovey

Beat Happening – Dreammy

Scout Niblett – I am

Epic Soundtracks – Change my life

Howling Hex – All night fun

Jacobites – Jacobites

Los Nitxos -10/10/12

Pigs – Gaffe

Atahualpa Yupanqui – Don Ata

Lee Scratch Perry – Repentance

Joy Division – Preston 28 february 1980

Bob Dylan – Love and theft

Derribos Arias – CD

Moho – Chotacabra

The Chargers Street Gang – Trough the windshield

Gallon Drunk – In the long still night

The Sisters of Mercy – Some girls wander by mistake

Mike Watt – Hyphenated-man

Swell maps – A trip to Marienville

 

miércoles, enero 01, 2014

I AM EUROPE



Ya dijo Jorge Ilegales hace mucho que Europa había muerto. Ahora CHILLY GONZALES nos canta como apesta su cadáver en plena descomposición. Disfrútenlo, es un puto genio, y además, es canadiense.



Soy un cenicero con forma de perro

Soy un mostacho que se encoge de hombros vestido con un esmoquin fardahuevos

Soy una película sin argumento, escrita en el asiento trasero de un taxi alimentado con pis

Soy un sobaco imperial, sudando Chianti

Soy un retrete sin asiento, evacuando tradición

Soy la lencería socialista

Soy el techno diplomático

Soy la pasta gay y el cappuccino racista

Soy un ejército de vacaciones en un museo de la guillotina

Soy un cuadro pintado con pelo, en una playa nudista, comiendo en MacDonalds

Soy una novela demasiado larga

Soy una canción sentimental

Soy un diente amarillo bailando un vals con las gafas de sol de mosca puestas

¿Quién soy?

Soy Europa


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I’m a dog shaped ashtray

I’m a shrugging moustache wearing a speedo tuxedo

I’m a movie with no plot, written in the back seat of a piss powered taxi

I’m an imperial armpit, sweating Chianti

I’m a toilet with no seat, flushing tradition down

I'm socialist lingerie

I'm diplomatic techno

I'm gay pastry and racist cappuccino

I’m an army on holiday in a guillotine museum

I’m a painting made of hair, on a nudist beach, eating McDonald's

I’m a novel far too long

I’m a sentimental song

I’m a yellow tooth waltzing with wrap around shades on

Who am I?

I am Europe


Un paseo por los maizales de la ANGLOGALICIAN CUP


Cowboy iscariot pasea por los maizales de la Anglogalician Cup con Bill y Marat haciéndole los coros. Cuando el pensamiento y el pillaje dejan de distinguirse... Pueden leer el texto AQUÍ.